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La lectura y la escritura como prácticas sociales

Viernes, 08 de julio de 2022 01:37

Los resultados de las pruebas Aprender de 2021 indican que hubo "un retroceso" en el proceso de comprensión lectora y en los niveles de lectoescritura en nuestra provincia.

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Los resultados de las pruebas Aprender de 2021 indican que hubo "un retroceso" en el proceso de comprensión lectora y en los niveles de lectoescritura en nuestra provincia.

Los mismos no arrojaron más datos de los que ya se esperaban. Ahora ¿por qué el deterioro ha sido mayor en Lengua?

Todos los resultados de los diferentes sectores sociales han caído en sus índices con respecto a pruebas anteriores, pero se pone en evidencia en los sectores de menores recursos. La importancia del capital cultural de las familias se hace visible ya que las herramientas culturales de cada sector social son distintas y, por lo tanto, influyen de manera diferenciada en la posibilidad de aprendizaje de los chicos.

El sistema educativo refleja una realidad que, si bien impacta menos en el sector privado, igual impacta. Porque para un estudiante interpretar un texto está relacionado, también, a las posibilidades y apoyo de las propias familias, este tipo de ejercicios exige la lectura y la comprensión de la lectura y su acompañamiento.

El evidente deterioro refleja, asimismo, cómo el sistema educativo ha dejado de concentrar su atención en el seguimiento de los aprendizajes y la selección de contenidos significativos.

Hoy en las aulas y fuera de ellas se lee y no se comprende lo que se lee. La caída en la calidad de la lectura, comprensión y producción de textos es larga y no responde a la pandemia necesariamente: es histórica.

Nuestro sistema educativo está en decadencia, y si no actuamos, el agujero será más grande.

Necesitamos rever lo que hacemos en el tiempo escolar con un programa de trabajo y comprender que, invariablemente, más tiempo en el aula no garantiza la adquisición de aprendizajes.

Motivar la lectura. Revisar las metodologías que se utilizan. Que funcionen para este grupo de niños y adolescentes que se encuentran con las dificultades, evidentes, de poder aprender a leer y escribir.

Apoyados por la teoría hay que hacer metodologías diversas, pedagogías más personalizadas para los chicos que aprenden distinto, para unos y para otros.

Personalmente, creo que esto tiene que ver con la predisposición y la posibilidad de transitar un entorno cultural y sumergirse en él.

Transitar la lectura y la escritura con familiaridad y encanto. El ejercicio de leer se hace leyendo. Las aulas son heterogéneas. La sagacidad del docente tiene que ir acompañada de programas que, valga la redundancia, acompañen este transitar.

Los contextos son múltiples. Somos todos protagonistas. Nuestras prácticas de oralidad, lectura y escritura exigen preguntarnos desde nuestra formación docente. ¿Qué leemos, para qué leemos, como leemos, bajo qué consignas, qué modos sostenemos de leer y cómo hacemos uso de los textos que leemos, desde dónde enunciamos cuando escribimos o decimos lo que queremos decir, cómo lo decimos y para qué?

Asumir los saberes pedagógicos es poner nuestra voz, pensándonos como sujetos colectivos. Un territorio de prácticas posibles y encuentros de reflexión y revisión. Los ejercicios de estas prácticas hacen, luego, a las prácticas de enseñanza en los distintos niveles, modalidades y contextos de educación. Estoy hablando de mí y del otro y un sistema educativo donde cada uno cumple una función dentro de ese mecanismo que repite y profundiza la desigualdad, porque a las desigualdades sociales, les agrega la desigualdad educativa.

La ausencia de didáctica se refleja en las aulas si consideramos, que muchos alumnos de nivel secundario, no saben interpretar un texto.

Tenemos en claro las necesidades de nuestros chicos, que la lectura y la escritura como prácticas sociales ocurren y se enseñan en la escuela, pero también ocurren en otros contextos. Y todos trabajamos en función de que sean buenos lectores, se alfabeticen, pero el resultado es que los chicos aprenden poco. Entonces la mirada tendrá que focalizarse en la construcción de un sujeto que se apropia de la lengua, con diferencias culturales que serán el punto de partida y con la intervención docente que permita estimular, atender a la diversidad y construir confianza.

Los cambios estructurales son necesarios. Sin dudas, el desafío es urgente.

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