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Ventajita, la psicología de la viveza criolla

Sabado, 13 de agosto de 2022 02:16

Los giros lingísticos en la política son un indicador profético. Cuando se empiezan a instalar latiguillos propios de lugares comunes, es el preludio de lo peor: antes fue "digo", seguido de un chasqueo con la boca, para justificar decir nada; ahora es "articular" y "redistribuir", términos que anuncian un nuevo manotazo al bolsillo.

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Los giros lingísticos en la política son un indicador profético. Cuando se empiezan a instalar latiguillos propios de lugares comunes, es el preludio de lo peor: antes fue "digo", seguido de un chasqueo con la boca, para justificar decir nada; ahora es "articular" y "redistribuir", términos que anuncian un nuevo manotazo al bolsillo.

Traducidos al castellano, significan que el Gobierno va a utilizar sus dispositivos (impuestos) para sacarle más fondos al sector privado (el trabajador) y entregárselos a los que se llaman trabajadores y no trabajan, o jubilados que no se podían jubilar. He aquí uno de los principales costos del "que se vayan todos" y el origen del problema: "planes y jubilaciones para todos".

Traducidos a la técnica económica se trata del déficit público, ardid que forma parte de la genética populista que desde el 2002 instaló con paciencia un régimen de intermediación permanente en Argentina: toda la energía está puesta en esquivar los escollos infinitos para hacer, mientras la diferencia la hace el que no hace y oficia de facilitador.

Dos hechos permiten entender mejor el vector de lo que viene para el año y medio que resta: la psicología de la viveza criolla bajo la apariencia de "cintura política".

Por empezar, un ardid: un canje disfrazado de exitoso, que indexó dos billones de pesos de deuda pública, disponiendo un seguro contra la inflación y la devaluación, que pagaremos muy caro todos porque más de la mitad de esa deuda está en manos de entes estatales y el resto será responsabilidad de un nuevo gobierno. Bicicleteando con empeño hacia el default.

Por seguir, la acción regulatoria que deviene astucia para mantener inmutable la tónica de no ajustar el déficit público. Se esquiva el Congreso y aparece la regulación subrepticia: el nuevo impuesto a la riqueza no será ley sino una resolución de la AFIP, para justificar un adelanto de ganancias más adelantado, que deberán pagar algunas empresas beneficiarias de la "renta inesperada". Asfixiando con tangentes a la gallina de los huevos de oro.

El formato se completa con los grandes beneficiarios de este esquema homeopático, de la mentira y el apriete: los infaltables pícaros. El capitalismo prebendario se puede definir como el sistema en el que algunos pocos son capaces de hacer grandes negocios con eufemismos. El más sofisticado hasta acá ha sido el de "especialista en mercado regulado".

Son los que ponen el hilo de Ariadna en el laberinto, para sacar tajadas sin asumir ningún riesgo. Íconos del anticapitalismo y de ganar el pan sin el sudor de la frente.

El gran sociólogo Carlos Cossio hablaba de la política como conciencia, como forma de vida desde la responsabilidad. Eso es todo lo que no es la política en la Argentina de hoy. Así estamos y esto es lo que toca esperar los meses que quedan: tamaño desafío de supervivencia para el sector privado y también para la oposición, que deberá actuar desde la unidad, y no desde la uniformidad, si aspira a evitar lo peor.

 

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