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Los tiempos del río y el tesoro de la memoria

Lunes, 12 de septiembre de 2022 02:07

El río es el río y la metáfora del río. El río es una metáfora del tiempo en el sentido de Heráclito. Nadie se baña dos veces en el mismo río sentenció el griego de Efesos. Como parte de su concepción del todo fluye: panta rei.

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El río es el río y la metáfora del río. El río es una metáfora del tiempo en el sentido de Heráclito. Nadie se baña dos veces en el mismo río sentenció el griego de Efesos. Como parte de su concepción del todo fluye: panta rei.

Nuestro Borges hablaba del nombre y de la rosa, del Nilo donde estaba contenido todo el Nilo en la palabra Nilo. También se refería al Río de La Plata como el "río de color león". Un río que allí deja ya de ser río; un río sin orillas (¿Y fue por este río de sueñera y de barro/que las proas vinieron a fundarme la patria?).

Los ríos fueron considerados metafóricamente como las venas abiertas de la Tierra, los hidrofilacios del sabio jesuita Athanasius Kircher. Los ríos alimentaron la música, la literatura, la poesía y las civilizaciones a su vera. El río es una cinta transportadora que mueve las aguas desde las altas cumbres hasta el océano. No olvidemos a Manrique y los bellos versos a la muerte de su padre cuando nos llama a la reflexión y dice: "Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte /contemplando/cómo se pasa la vida, /cómo se viene la muerte…". Y luego remata con su "Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar".

Pienso en el Misisipi de Mark Twain, a quien se debe el famoso seudónimo del escritor norteamericano. Pienso en ese surrealista río Hudson al que cantó Federico García Lorca en "Poeta de Nueva York" en su poderosa oda a Walt Whitman. Esa máquina materialista de picar carne que era la gran ciudad en aquellos enfáticos días. Pienso en los ríos bíblicos de Babilonia. En los ríos del "Corazón de las Tinieblas" de Joseph Conrad navegando el corazón de África y su doblaje y adaptación en la película Apocalipsis Now, exquisitamente interpretada por Marlon Brandon y Robert Duval, con aquellos terribles amaneceres bajo el aroma del napalm en las mañanas de Vietnam. Pienso en los ríos amazónicos que desataron la furia de Aguirre, interpretado por Klaus Kinski y la dirección de Werner Herzog en la búsqueda de El Dorado y la ira de Dios.

La memoria del tiempo

Los ríos son las arterias de agua que cruzan los continentes actuales y los cruzaron desde el más remoto pasado. Cualquier capa de grava denuncia su presencia. Se han encontrado depósitos fluviales que se remontan a comienzos del período arcaico, unos 4.000 millones de años atrás. Cuando ya se había establecido un ciclo hidrológico de evaporación, condensación y precipitación del agua. Esos ríos transportaron cristales de zircón con edades tan viejas como 4.200 millones de años, tal los que se descubrieron en las sierras Jack Hills de Australia. En Cachi (Salta) se encontró un cristal de zircón de 3.446 millones de años, proveniente de un río que corría hacia el oeste desde el interior del Brasil hacia el proto-océano Pacífico, cuando no existía ni remotamente la actual Cordillera de los Andes. Ese cristal es por ahora el objeto más antiguo encontrado en Salta. De allí entonces esa reflexión de que los ríos son la memoria del agua y del tiempo.

Sonia Diez Gómez es la autora de "Los tiempos del río", una hermosa novela íntima y personal, que se inscribe al lado de otras grandes obras de los ríos en la literatura argentina. Pensemos simplemente en "Río de las Congojas", de la jujeña Libertad Demitrópulos, esa potente novela que narra la vida de la mestiza María Muratore y Juan de Garay en la refundación de Buenos Aires. Como dice Ricardo Piglia, el libro de Libertad hace de la música verbal la clave de la historia, los narradores circulan y se intercambian y van construyendo una trama compleja y abierta, tal como ocurre en la novela de Diez Gómez. O el caso de "Zama", la novela del mendocino Antonio Di Benedetto que narra la degradación de esa vida solitaria e interminable de un funcionario español que espera su traslado y que fuera llevada magistralmente al cine por la realizadora salteña Lucrecia Martel. O los cuentos cortos en torno al río de Manuel Mujica Lainez. Y ni qué decir de ese escritor fluvial por antonomasia que fue Juan José Saer, amigo de nuestro Marcelo O'Connor, quien hace ya muchos años nos incitó a su profunda obra literaria.

Ríos que aparecen ficticios o reales en algunas de sus obras como "En la zona", "La mayor", "El entenado", "Nadie nada nunca", pero especialmente en "El río sin orillas", uno de sus últimos trabajos y que lo consagraron definitivamente en el parnaso de las letras latinoamericanas. Pensemos también al río en la poesía y los aportes en la literatura regional de Juan Carlos Dávalos, Manuel J. Castilla, Jaime Dávalos, José Ríos, Juan José Coll, Marcelo Sutti, Mariano Cornejo y tantos otros que nos dejaron sus poéticas y ricas reflexiones filosóficas.

Sonia Diez Gómez deleitó el 30 de agosto de 2022 al auditorio reunido en el Museo Histórico de la UNSa con una conferencia sobre Las Lajitas y Esteco, como parte de un sentido homenaje a Alfredo Tomasini a cinco años de su muerte. Allí volvió a referirse a su libro "Los tiempos del río", que cuenta una historia novelada del río del Valle y también del río Dorado, que inspiraron a la escritora emparentada con Manuel J. Castilla, que fue quien la influenció a escribir. Castilla es además el autor del poema Anta, una maravillosa síntesis llena de color metafórico. Diez Gómez ha trabajado también con la arqueología e historia de la región y ha recorrido los viejos fuertes y reducciones a lo largo del río Juramento en la famosa frontera de Salta en tiempos del coloniaje. Ha fotografiado ruinas y piedras de molino, ha recogido monedas y descubierto armas antiguas, ha escuchado de viva voz el relato de los ancianos de la región, ha vivido y convivido con la naturaleza del Gran Chaco, con su flora y con su fauna, con sus gentes. El diario de Gerónimo Matorras, el expedicionario español al Gran Chaco que hizo las paces con el cacique Paikin, la inspiró fuertemente. El río, Anta y el Chaco son los escenarios de amores y de odios, de recelos y de venganzas, de vida y de muerte, de encuentros y desencuentros.

Las tierras de Anta

Liliana Bellone, autora del prólogo, y Susana Martorell de Laconi, se han referido con precisión literaria a la obra de Diez Gómez. Tal vez sirva recordar que no hay demasiados

antecedentes escritos sobre la región chaqueña en general y de Anta en particular. El escritor Federico Gauffín, originario de Metán, dejó para la posteridad "En las tierras de Magú Pelá", un relato semi-autobiográfico y hoy un clásico de la literatura regional. También se destaca el aporte de Belda Zenteno, autora de "La Casa del Algarrobal", que tuve el gusto de prologar. Narra allí con llaneza los momentos imborrables de su niñez y adolescencia en la profundidad del Chaco salteño. Está ambientado en la casa paterna del Algarrobal como epicentro de la vida rural y social de una comarca. Es un libro íntimo, escrito desde el corazón humano y desde el corazón de Anta. En este sentido la obra de Belda alcanza trascendencia si se tiene en cuenta que está referida a una región salteña del Gran Chaco que goza de un especial paisaje con sus tipos humanos, costumbres, flora y fauna característicos.

Así, Diez Gómez y Belda Zenteno comparten mucho de la historia común de esa región y ambas dejaron su legado "al fluir de la conciencia", como diría Susana Martorell. Y en el escaso universo de obras sobre la región anteña destaca sin lugar a dudas el enciclopédico y voluminoso trabajo de la Lic. Blanca M. Omar, titulado "Joaquín V. Gonzalez: Su historia, su pueblo", en una bella y lujosa edición de gran formato de Georges Zanun Editores (Buenos Aires, 632 p., 2019). El libro de Omar es un trabajo medular de investigación histórica, una obra rica en contenidos que indaga sobre la geografía, la arqueología y la historia, sobre los tiempos institucionales, los aspectos demográficos, las fuerzas económicas del departamento de Anta, el acontecer político y sus relaciones con el espacio social, la religiosidad, las tradiciones, entre otros múltiples aspectos. El monumental trabajo de Blanca Omar de Ludueña, con un erudito prólogo del Dr. Luis Félix Costas, constituye un hito y un mojón de referencia para la historia de los pueblos de Salta.

Los ríos hermanan los Andes con el océano a través de la extensa llanura. Llanura que es consecuencia directa del levantamiento andino. Debemos a la rica prosa de Sonia Diez Gómez, Belda Zenteno y Blanca Omar ese hermanamiento entre los Andes que se elevan y la llanura que se hunde y todo cruzado íntima y metafóricamente por los grandes ríos de la Cuenca del Plata.

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