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"La desnutrición se soluciona con políticas permanentes y no con acciones de coyuntura"

Entrevista a monseñor Luis Antonio Scozzina, obispo de Orán.
Lunes, 19 de septiembre de 2022 01:03

Luis Scozzina está a cargo de la Diócesis de Orán desde abril de 2018, cuando el papa Francisco lo nombró en reemplazo del renunciante Gustavo Zanchetta. Creado en 1961 por el papa Juan XXIII, el obispado del norte de la provincia comprende a los departamentos de San Martín, Orán, Rivadavia y la parte este de Iruya (municipio Isla de Cañas) y Santa Victoria (municipio Los Toldos), con una superficie de 56.880 kilómetros cuadrados y una población de más de 350.000 habitantes, de los cuales el 90% pertenece a la religión católica. Esta descripción coloca a la Diócesis de Orán como una de las más importantes del país, en una región donde los flagelos sociales son una constante.

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Luis Scozzina está a cargo de la Diócesis de Orán desde abril de 2018, cuando el papa Francisco lo nombró en reemplazo del renunciante Gustavo Zanchetta. Creado en 1961 por el papa Juan XXIII, el obispado del norte de la provincia comprende a los departamentos de San Martín, Orán, Rivadavia y la parte este de Iruya (municipio Isla de Cañas) y Santa Victoria (municipio Los Toldos), con una superficie de 56.880 kilómetros cuadrados y una población de más de 350.000 habitantes, de los cuales el 90% pertenece a la religión católica. Esta descripción coloca a la Diócesis de Orán como una de las más importantes del país, en una región donde los flagelos sociales son una constante.

El obispo Scozzina ofició la misa de la Exaltación de la Cruz durante el segundo día del Triduo del Milagro y en su homilía fue categórico al referirse a la desnutrición infantil crónica "como una cruz" , a la droga y a la falta de oportunidades en el norte, y expresó que "cada persona debe ser reconocida en su dignidad y es urgente asegurar que todos tengan acceso a las condiciones mínimas de vida".

En una charla con El Tribuno el religioso hizo algunas consideraciones sobre su mensaje en la Catedral de Salta y advirtió que las decisiones políticas deben dar prioridad a los temas más urgentes.

Su mensaje en la homilía en la Catedral de Salta fue categórico con relación a los flagelos sociales en su diócesis. ¿Qué está observando la Iglesia al respecto en ese lugar?

Es el mismo diagnóstico que puede hacer cualquiera de las áreas sociales de la Provincia o la Nación. Todos coincidimos en eso, que es un diagnóstico de la realidad. No hice ninguna valoración, sino una descripción y más que nada para contextualizar lo expresé en un entorno de peregrinación para llevar a los pies del Señor y la Virgen del Milagro el dolor y el sufrimiento que esas realidades generan en la gente.

¿Este problema se profundizó en el último tiempo?

Esos son matices que hablan de una valoración de la situación. Creo que los organismos de Gobierno tanto provincial como nacional tienen este diagnóstico y hay iniciativas, presencia y acciones; no es que no existan las acciones. Pero esto no significa que la problemática esté solucionada ni mucho menos. El abordaje de estos temas implica una acción en el tiempo, una continuidad y una presencia del Estado que no puede ser meramente puntual sobre un evento.

Sin embargo son problemas recurrentes y que se repiten desde hace muchos años ¿Cómo lo analiza Ud.?

Aparecen varias cosas que vamos a tener nuevamente con el tema de la sequía, por ejemplo. La falta de agua y los problemas de la desnutrición en enero y febrero. Esto lo puede valorar cualquier persona que esté en conocimiento de lo que pasa en el territorio. Es una opinión de lo que cualquiera puede ver.

Pero cuando la Iglesia denuncia, todo toma una trascendencia mayor...

La Iglesia no está denunciando nada porque es una situación que conocemos todos. Incluso los funcionarios con los que dialogamos en forma permanente, de Provincia y Nación; sobre todo estos últimos, que hicieron un abordaje de la problemática en Santa Victoria Este por la situación de los acuerdos internacionales que se tienen que cumplir con el fallo de la Corte Interamericana. Hay análisis y acciones del Gobierno provincial y nacional que me parecen una salida a las obligaciones del país.

¿Por qué piensa usted que no hay soluciones de fondo?

Insisto en que no quiero entrar en valoraciones, pero para abordar soluciones de fondo existe una implicancia en esto de pasar de políticas coyunturales a políticas de Estado permanentes, es decir que no se puede abordar el tema sin tener en cuenta esta complejidad.

Vamos a tomar esa referencia del agua. Hablé sobre Rivadavia Banda Sur . Estuve en La Unión el día anterior y hubo convocatorias populares para cortes de ruta. Conversando con la gente del lugar uno se da cuenta que la solución es bastante difícil desde el punto de vista técnico, y por otro lado exige financiamiento que a veces no está contemplado en las decisiones políticas.

¿Por qué dice usted que es un problema técnico?

Porque se han hecho pozos y a los dos meses el agua no sirve, o se agota. Entonces el problema exige una solución de fondo y eso implica que en algún momento se tendrá que tomar esa decisión política porque en definitiva es en ese ámbito donde surge una presencia del Estado que garantice las condiciones mínimas de vida, porque ya no se trata solamente de desnutrición.

Entonces hay acciones y presencia del Gobierno, ¿pero no es suficiente?

No hay agua y eso afecta a los más vulnerables, que son los niños, pero eso es un tema que muestra otros grandes problemas en poblaciones que se urbanizaron mucho más. Que el asfalto haya llegado es un gran paso, porque permite mayor comunicación y movilidad de las personas para conseguir sus propios recursos, pero esta problemática de fondo implica la toma de decisiones que se tendrán que ir asumiendo e integrando con una fuerte presencia del Estado. Hablamos de políticas públicas que vayan más allá de la opciones coyunturales de gobierno.

¿Cómo ven desde la Iglesia el tratamiento de las adicciones?

Es muy complejo porque todos conocemos este flagelo y no hablo solo desde la visión de la Iglesia. El problema está en las barriadas y en los sectores marginales urbanos, pero se incluyen las pequeñas poblaciones, por ejemplo en Morillo, que es una localidad chica relativamente. El problema allí superó la circulación y el consumo de la droga, porque se habla de adicciones en general, que van desde los estupefacientes hasta la inhalación de combustibles. Es tanto el nivel de consumo que los mismos dirigentes de las comunidades originarias no saben cómo manejar el tema.

¿Qué hace la Iglesia al respecto?

Los Hogares de Cristo son iniciativas de la Iglesia. Experiencias nuevas de acompañamiento de la situación de chicos y chicas que están en adicciones. Es una de las preocupaciones a nivel pastoral. No tenemos todos los recursos pero es algo que exige profesionales. Es una tarea pastoral que se hace con buena voluntad. Estamos en un contexto de país de restricciones en el presupuesto. Yo creo que debe haber prioridades que deben tenerse en cuenta dentro de las decisiones políticas y que el Gobierno debe decidir y crear ese espacio comunitario como para garantizar paz social en situaciones de conflicto.

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