La Fundación Alemana Bertelsmann Stiftung, conjuntamente con la Universidad de Berlín y la Universidad Torcuato Di Tella, a través de 300 expertos de todo el mundo analizaron y evaluaron la evolución de si los Países en Desarrollo y de Transición están orientados al cambio social, hacia la democracia y la economía de mercado, y cómo lo hacen, investigando para ello las decisiones de cada gobierno. ¿Qué pasa en la Argentina?
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La Fundación Alemana Bertelsmann Stiftung, conjuntamente con la Universidad de Berlín y la Universidad Torcuato Di Tella, a través de 300 expertos de todo el mundo analizaron y evaluaron la evolución de si los Países en Desarrollo y de Transición están orientados al cambio social, hacia la democracia y la economía de mercado, y cómo lo hacen, investigando para ello las decisiones de cada gobierno. ¿Qué pasa en la Argentina?
* La transición democrática del gobierno Macri al gobierno Fernández, calificada como amistosa, pero con enorme déficit presupuestario, y regreso a un modelo económico basado en el gasto público, subsidios para impulsar el consumo interno, sin inversiones ni crecimiento.
* Argentina, la peor calificada económicamente en la posición 57 del ranking del nivel global, con 40 en gobernanza y 19 en transformación política, estabilidad democrática, y participación electoral.
* El país se posiciona en neta deriva populista y en un callejón sin salida; en 100 años transitó constantemente en improvisación político institucional, y en experimentaciones de reformas alternantes neoliberales toscas y distorsionadas, y un populismo con intervencionismo estatal predominantemente destructivo.
* En consecuencia, comparada con el resto de América Latina, ocupa el puesto antepenúltimo, solo delante de Bolivia y Venezuela. La falta de confianza en el gobierno, la destrucción del mercado, y las innúmeras dificultades para ayudar al país a salir de su larga crisis ha sido la constante; el país gastó mucho más de lo recaudado durante demasiadas décadas, a pesar de constituir un país con elevado nivel de desarrollo humano, pero con elevadísima pobreza y desigualdad, como desafío persistente.
* Política e institucionalmente, la insólita transformación del presidencialismo en vicepresidencialismo ha deteriorado la calidad democrática, incrementó la polarización y el populismo, y afectó claramente al Estado de Derecho.
* La COVID-19 fue la prueba extrema de estrés para la gobernabilidad, deteriorando más la calidad y eficiencia de sus instituciones.
* La dirigencia no pone manos en la obra urgentemente ante la inminencia de un desbande social generalizado.