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Adiós al obrero que levantó una capilla en Cerrillos por “mandato de la Virgen”

Desde hace casi tres décadas cientos de fieles acuden al templo ubicado en una finca del paraje La Falda, a la vera de la ruta 68. Muchos testimonios aseguran que allí, suceden milagros.
Miércoles, 18 de enero de 2023 10:56

En una finca rural ubicada en el límite entre Cerrillos y La Merced se halla una pequeña capilla, en la que miles de fieles honran cada año a la Virgen de Fátima. Luego de visitar el lugar, mucha gente dio testimonio de haber recibido sanación. 

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En una finca rural ubicada en el límite entre Cerrillos y La Merced se halla una pequeña capilla, en la que miles de fieles honran cada año a la Virgen de Fátima. Luego de visitar el lugar, mucha gente dio testimonio de haber recibido sanación. 

El origen del templo es muy curioso y se remonta a fines de la década de 1980. Por aquellos años, una imagen llegada desde Buenos Aires recorrió el interior de la provincia. En su visita a Cerrillos y mientras recorría en procesión el paraje La Falda cayó accidentalmente en medio de una acequia no muy profunda, pero cargada de piedras grandes y filosas. A todos le llamó la atención que no sufriera ningún daño. Allí mismo, los lugareños decidieron levantar una gruta.

 


Pasó el tiempo y un obrero rural llamado Carlos López, nacido y criado en la zona, aseguró haber tenido una visión en la que María, Madre de Jesús, le encomendó levantar un templo. Y así lo hizo. Ya pasaron más de tres décadas de aquellos extraños sucesos. Precisamente, ese hombre falleció a los 82 años la semana pasada, el vienes 13, una fecha de profundo significado para los creyentes, puesto que está destinada a la veneración de la Virgen.

 


Don Carlos, como lo conocían en Cerrillos, tuvo cinco hijos, nueve nietos y tres bisnietos, a quienes les dejó un enorme legado: fe, humildad y mucha solidaridad. En sus últimos días les pidió mantener siempre viva la devoción a la santa protectora.

 

“De niño mi papá sufrió mucho las carencias, no solo económicas sino también afectivas. Tal vez ese sea uno de los motivos por los que tuvo a lo largo de su vida una gran sensibilidad con los más necesitados. Siempre se las arregló para que todos los niños de la zona tuvieran su Día del Niño, su fiesta de Reyes y a darle una mano a los enfermos”, contó Federico López, uno de sus hijos.

 

“El mensaje de la Virgen”

La creciente devoción de los cerrillanos a la Virgen de Fátima nació en 1995. En diálogo con El Tribuno, hace algunos años, Carlos López relató: “Me encontraba en mi casa, en finca Mirse, cuando vi que toda la habitación se iluminó. La imagen de la Madre de Dios se corporizó frente a mis ojos y sentí que me llamaba por mi nombre”.

 

 

Recordó que fue un momento mágico, indescriptible, de mucha paz. Luego tuvo otras experiencias similares en las que María le encomendó que levantara en ese mismo lugar una capilla en su nombre. “Así lo hice con ayuda de la gente de la zona y con la anuencia de la dueña de la finca”, contó.

Actualmente el santuario es visitado por cientos de fieles, quienes todos los 13 de mayo renuevan su devoción a la Virgen de Fátima y participan de una oración “sanadora”, que hasta el año pasado fue encabezada por el propio Carlos López y que tenía lugar momentos antes de la celebración de la misa.

En cuanto a su experiencia espiritual, don Carlos manifestó que luego de aquellas primeras visiones comenzó a notar que surgían cambios en él y cómo, poco a poco, iba transformándose en un instrumento para llevar alivio a los demás. Por ese motivo, muchos acudieron al lugar en busca de sanación corporal y espiritual, y no son pocos los testimonios que aseguran haber recibido consuelo.

 

 


Cuando la historia se hizo pública generó una inmediata oposición de la Iglesia. Pero con los años fue menguando al mismo tiempo que crecía la devoción en la Virgen y se incrementaba el número de fieles que llegaba al lugar. Desde hace mucho tiempo, los sacerdotes de la parroquia San José son quienes presiden las misas y las actividades religiosas, de la que participan decenas de misachicos, especialmente de la zona rural.


“Don Carlos se concentraba, ponía sus manos sobre los hombros de la persona que tenía enfrente. Ambos rezaban y los enfermos regresan a sus hogares sanos, quienes estaban tristes desbordaban de alegría y los que cargaban odio se llenaban de amor. El decía que era la Virgen quien lo hacía posible”, contó un vecino. 
 

 

Tras su fallecimiento y tal como lo marca la tradición católica, sus familiares, amigos y allegados se encuentran rezando la novena a los fieles difuntos en la parroquia de Fátima de La Falda, que el propio Carlos López levantó, a partir de las 19.30

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