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Brasil, Argentina y la ilusión de una moneda común

Sabado, 28 de enero de 2023 02:10

La reciente visita del presidente Lula ha generado varias inquietudes tanto en nuestro país como en Brasil. Este primer encuentro, en el marco del plenario de la Celac, tuvo como propósito principal la reactivación de la relación comercial bilateral, deteriorada desde los últimos diez años entre dos países con coincidencias en el diagnóstico pero diferenciados en cuanto a la gradualidad necesaria para el logro de los grandes objetivos.

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La reciente visita del presidente Lula ha generado varias inquietudes tanto en nuestro país como en Brasil. Este primer encuentro, en el marco del plenario de la Celac, tuvo como propósito principal la reactivación de la relación comercial bilateral, deteriorada desde los últimos diez años entre dos países con coincidencias en el diagnóstico pero diferenciados en cuanto a la gradualidad necesaria para el logro de los grandes objetivos.

Brasil tiene una economía en crecimiento con deflación (inflación negativa) y el cambio de gobierno facilitó el acercamiento con Alberto Fernández. También tiene interés en contribuir para la terminación (tan demorada) del gasoducto que permitirá la exportación de gas de Vaca Muerta con precios más competitivos a los que hoy ofrece Bolivia. Probablemente la tratativa más importante en esta visita sea la posibilidad de que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) le otorgue a nuestro país una línea de crédito con una tasa de interés razonable; estas negociaciones están bastante avanzadas y posibilitan un considerable impulso a la terminación del gasoducto.

Moneda común

A su vez, el ministro Sergio Massa impulsa vehementemente la creación de una moneda común, no única, para corregir las distorsiones, fomentar el comercio intra-Mercosur y no depender de la divisa estadounidense. La opinión del ministro de Economía de Brasil, Fernando Haddad, dirigente de centro izquierda del gobierno de Lula, es más cautelosa. Su prioridad es sacar del pozo al comercio exterior y el problema que él puntualiza es precisamente la falta de moneda extranjera.

En sus declaraciones, Haddad reconoció que el comercio de Argentina con Brasil se había resentido debido a la falta de dólares como consecuencia de la crisis económica que ha dejado al gobierno del Frente de Todos sin divisas y con una tasa de inflación cercana al 100%; también reconoció que nuestro país es un importante comprador de productos industriales brasileños y que se están barajando varias posibilidades para sortear sus problemas de divisas. Brasil es nuestro principal socio comercial pero aún no se ha tomado ninguna decisión, a pesar del apuro de Sergio Mazza.

Fernando Haddad fue gobernador de San Pablo y es la mano derecha de Lula, afín al pensamiento y aspirante a sucesor del presidente en el poder. Consultado acerca de si el real (moneda de Brasil) se va a acabar, respondió irónicamente que Brasil no prevé abandonar el real en su economía, que el fin del real brasileño no es una opción y que no existirá una moneda única como el Euro.

El real tendrá larga vida. El establishment de Brasilia estaba preocupado y fue necesario aclarar a los periodistas que no se habla de una moneda única entre las dos naciones, a pesar de que los presidentes Lula Da Silva y Fernández quieran lograr un camino que permita eliminar las barreras comerciales.

Cautela de Mujica

El martes Lula visitó en Uruguay a su amigo, el expresidente Hugo Mujica, en la casa de Rincón del Cerro. Allí hablaron del tema. Sobre la moneda única para el Mercosur, Mujica, que no es presidente pero acredita experiencia y autoridad, cuestionó la idea y recordó que con la Argentina hay "un acuerdo para poder comprar y vender con nuestro dinero, pero no lo cumplimos. Y es más fácil comenzar por allí, que hacer una moneda".

La moneda única del Mercosur se está convirtiendo en un moderno "quiliasmo" (doctrina milenaria que se basa en la creencia de que Jesucristo volverá a la tierra dando inicio a un período de mil años de paz, felicidad y justicia social para todos). Con esto habían soñado figuras emblemáticas de la unión entre Argentina y Brasil, como Juan Domingo Perón y Getulio Vargas, que no pudo superar la oposición del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, para no entorpecer las relaciones con Estados Unidos en plena posguerra.

Raúl Alfonsín y José Sarney también lo intentaron al crear el Mercosur, pero solo lograron una unión aduanera. Más cerca en el tiempo, también fracasó Roberto Lavagna, quien lo había intentado durante la gestión de Alfonsín y volvió a insistir sin éxito como ministro de Néstor Kirchner.

Mauricio Macri y Jair Bolsonaro mostraron muchas coincidencias en materia de política exterior, logrando que sus ministros de Economía Nicolás Dujovne y Paulo Guedes intercambiaran informes técnicos, pero ante los rumores de la creación de una moneda común, el Banco Central de Brasil decidió emitir un documento aclarando que "no hay proyectos o estudios en marcha para una unión monetaria con Argentina".

Al igual que lo que ocurre actualmente, Lula Da Silva y Fernández intentan avanzar con la idea del peso-real, unificando la unidad monetaria con el nombre de "sur", pero el ministro Haddad puso en el freezer cualquier iniciativa de un "euro" para la región.

Haciendo historia

Ricardo Sarmiento, periodista especializado en temas del Mercosur y exdirector del Grupo Brasil, opinó que "la moneda común se menciona cada vez que un gobierno necesita fortalecer una alianza. Desde el inicio del Mercosur se habla de moneda común, en otros tiempos se hablaba del gaucho o gaúcho (con tilde en la ú), por la coincidencia en la denominación del hombre de Río Grande do Sul y el hombre de campo argentino"

A la inversa de la actual negativa por parte de Brasil, en el momento que se firmó el protocolo número 20 de la Declaración de Viedma, el 17 de julio de 1987, los avanzar en una moneda común eran los brasileños, que la consideraban fundamental entre muchas otras posibles herramientas de integración. Brasil había comenzado a darle forma a su expansión territorial y fue justamente que la administración de José Sarney consideraba de vital importancia la integración con Argentina, superando con su interés el objetivo de la administración de Raúl Alfonsín.

Para la creación del "gaucho", el documento decía que los gobiernos de Argentina y Brasil hablan de "una unidad monetaria común, denominada 'gaucho', expresando su valor en los términos que de común acuerdo determinen los bancos centrales de los dos países a ser emitida y respaldada con reservas".

El ministro de Economía de Sarney, Dilson Funaro; el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Cancillería, Jorge Romero, y el secretario de Comercio e Industria en ese momento, Roberto Lavagna, con sus colaboradores Beatriz Nofal y Jorge Cambel fueron los que integraron el equipo que trabajó en la creación del gaucho. La idea nunca prosperó y justamente en la década de los 90, con la aplicación del Plan de Convertibilidad de "un peso un dólar", la iniciativa desapareció entre los dos países.

Mirando hacia adelante

Actualmente el proyecto de una moneda común es impactante, pero con escasos fundamentos. Brasil y Argentina buscan recuperar su relación comercial, que en los últimos años se desplomó en un 40%. Los dos lo necesitan, y para nuestro país es vital consolidar los vínculos con un mercado de más de 200 millones de habitantes y la segunda economía del continente americano.

En Buenos Aires Lula recordó que el comercio bilateral entre los dos países había llegado a US$40.000 millones, y precisó: "Ahora retrocedimos a 23.000 millones y el compromiso con Alberto Fernández es que volveremos a los 40.000 millones o más".

Esto es posible sin pretender "empezar el edificio por el techo" y con una fuerte decisión política y otro tipo de herramientas financieras, no deja de ser fundamental para nuestro país, con elevados índices de pobreza, economía informal, ingreso per cápita muy bajo, falta de crédito y abultadas deudas interna y externa. Todo un desafío.

 

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