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El desafío de hacer hablar al pasado desde el presente

Julián Gómez Augier descubrió su pasión por la arqueología cuando iba con su abuelo a ver fósiles al cerro San Bernardo y en los veranos en Santa María, en Catamarca.
Lunes, 20 de febrero de 2023 12:33

Dicen que las experiencias que se tienen en la infancia marcan toda la vida. Esto es lo que le pasó a Julián Gómez Augier (46): sus paseos al cerro San Bernardo con su abuelo en busca de fósiles de trilobites y las excursiones con su tío durante los veranos en Santa María, en Catamarca, donde hay restos de antiguos poblados indígenas, fueron claves en su vocación de arqueólogo.

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Dicen que las experiencias que se tienen en la infancia marcan toda la vida. Esto es lo que le pasó a Julián Gómez Augier (46): sus paseos al cerro San Bernardo con su abuelo en busca de fósiles de trilobites y las excursiones con su tío durante los veranos en Santa María, en Catamarca, donde hay restos de antiguos poblados indígenas, fueron claves en su vocación de arqueólogo.

Salteño tucumanizado, "emigró" a los 18 años para estudiar la carrera de Arqueología en la Universidad Nacional de Tucumán, donde actualmente es docente e investigador en dos institutos. Se doctoró en Arqueología en la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, con beca del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

Trabajo en el campo, en la provincia de Tucumán

Realiza trabajos privados como consultor individual. A lo largo de su carrera desplegó su conocimiento en las provincias del NOA y colaboró en proyectos en Ushuaia y el Amazonas, entre otros.

Según explicó, la arqueología es una ciencia social que estudia el pasado del ser humano a través de los restos materiales y de evidencias que sirvan para interpretar el comportamiento, las conductas y las actividades que tenía y, así, conocer aspectos religiosos, económicos, ambientales e ideacionales, entre otros.

Tareas de excavación arqueológica en un alero de época precolombina en la Puna jujeña.

La arqueología observa las cosas que han quedado: objetos, artefactos, desechos de actividad, huesos de animales, fogones, estructuras, casas, templos y ciudades. Se sirve de las herramientas que proveen otras ciencias, como geología, meteorología, química, física, matemática, paleontología y biología para extraer la evidencia.

"Lo que nos llega es una porción muy pequeña de lo que existió y hay que hacerlo hablar. Nuestro trabajo es muy parecido al del forense que, a través de indicios, trata de recrear lo que sucedió. Es armar un rompecabezas con cinco piezas", señaló.

"De mucha actualidad"

Julián aseguró que, aunque suene contradictorio, la arqueología es una ciencia "de mucha actualidad": "Todo lo que decimos sobre el presente se justifica desde el pasado, hasta el discurso político".

Comentó que en nuestro país, por ejemplo, la arqueología viene a ser como un árbitro de discusiones cuando una comunidad originaria reclama un territorio ancestral, en el marco de la normativa vigente. En estos casos los arqueólogos actúan como peritos para tratar de establecer objetivamente si son tierras ocupadas por ancestros. Reconoció que esta tarea es compleja porque hay muchos intereses en juego.

 

"Esta es una ciencia muy actual: todo lo que decimos sobre el presente se justifica desde el pasado; hasta el discurso político".

 

En la Argentina la arqueología también cumple un rol importante en relación con los sitios de memoria por la violencia de Estado en el marco de la última dictadura cívicomilitar. Por los trabajos que se realizaron en el Pozo de Vargas, en Tucumán, se logró identificar a 116 individuos.

Reconoció que muchas veces la arqueología es una cuestión de Estado y puede ser una usina de ingresos. Comentó que los vestigios de la antigüedad generan fascinación y que por eso se elaboran muchos productos culturales, como documentales y publicaciones.

"Gente", antes y siempre

Julián comentó que la arqueología le permitió descubrir que "la gente ha sido gente siempre": tenían amigos, sufrían, tenían miedo a la muerte; hasta la envidia se encontró reflejada.

"La arqueología no desentierra cosas. Recrea historia de gente que no ha podido contar su historia. Somos intérpretes a través de las cosas", apuntó.

Al pensar en cómo verían los arqueólogos del futuro nuestro presente, consideró que "van a tener mucho trabajo". Evaluó que harían una dura crítica de la sociedad actual y que verían mal muchas cosas: "No somos muy buenos habitantes del planeta. No seremos bien recordados por cómo nos manejamos con el ambiente: dejaremos secuelas gravosas. Eso marcará a futuro el recuerdo de nuestro tiempo histórico".

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