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La evolución humana, un paso más allá de Darwin

Domingo, 26 de febrero de 2023 00:00

Un verdadero "cortar y pegar" biológico. Existe una técnica -creada hace más de 10 años- llamada CRISPR ("Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats" por sus siglas en inglés) que permite la manipulación genética de cualquier organismo. Simplificando, si el ADN es el alfabeto genético de cuatro letras: A, C, G y T; el ARN es quien transfiere la información contenida en el ADN y le pasa las instrucciones a las células sobre cómo formar cada proteína específica. Y las enzimas, presentes en las células, pueden funcionar como tijeras con bastante eficiencia. La técnica consiste en codificar en la secuencia de ARN que se identifica con su par de ADN, la información que se quiere transmitir. Una vez apareado, la enzima corta la sección específica en el ADN y la reemplaza por la secuencia que se ha "programado" en el ARN.

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Un verdadero "cortar y pegar" biológico. Existe una técnica -creada hace más de 10 años- llamada CRISPR ("Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats" por sus siglas en inglés) que permite la manipulación genética de cualquier organismo. Simplificando, si el ADN es el alfabeto genético de cuatro letras: A, C, G y T; el ARN es quien transfiere la información contenida en el ADN y le pasa las instrucciones a las células sobre cómo formar cada proteína específica. Y las enzimas, presentes en las células, pueden funcionar como tijeras con bastante eficiencia. La técnica consiste en codificar en la secuencia de ARN que se identifica con su par de ADN, la información que se quiere transmitir. Una vez apareado, la enzima corta la sección específica en el ADN y la reemplaza por la secuencia que se ha "programado" en el ARN.

Este procedimiento ha sido usado con todo éxito en bacterias, peces, plantas, gusanos, ranas, algunas variedades de hongos, conejos, cerdos, ratones y ratas de laboratorio y, por supuesto, en monos y personas. Y el mecanismo sigue siendo mejorado a tal punto que está afectando a toda la biología en todos sus ámbitos. En este momento, por ejemplo, hay investigaciones dedicadas a encontrar cómo efectuar modificaciones genéticas al mosquito Aedes aegypti y evitar, así, que pueda diseminar enfermedades como el Zika, Chikungunya, o el Dengue. Las investigaciones avanzan buscando modificar aquellos genes específicos que permiten la transmisión de estas enfermedades tanto como buscando esterilizar a toda la especie. Lo cual levanta algunas preguntas, como: ¿tenemos derecho a esterilizar a toda una especie; aun cuando esta transmita enfermedades?

Volviendo a la técnica, es tan simple y fácil de usar que ya se han desarrollado, por ejemplo, bacterias alteradas genéticamente no sólo para producir electricidad -algo "viejo"-, sino para conducirla, luego de haber producido un nanocable biológico de una conductividad que sorprendió a los propios investigadores. O bacterias que convierten la luz solar en etanol; que producen biodiésel; insulina; o que digieren plástico.

La técnica ha sido usada exitosamente en casi toda clase de seres vivos. También en seres humanos. Es tan sencilla que, en Estados Unidos, se venden "kits" a estudiantes de nivel primario para enseñar a los chicos los rudimentos de la modificación genética en bacterias. Quizás, en un futuro nada lejano, las nuevas revoluciones tecnológicas vengan de la mano ya no de chicos en garajes desarrollando aplicaciones, sino de chicos con laptops desarrollando nuevas formas de vida que hoy nos podrían resultar extrañas, extravagantes o imposibles.

La trilogía MaddAdam, de Margaret Atwood, imagina un mundo postapocalíptico poblado de seres creados a partir de diseños genéticos y de híbridos quiméricos transgénicos hechos por el hombre. Quizás la distopía de Atwood no sea algo tan descabellado cuando se mira la velocidad de evolución de esta tecnología y la velocidad a la cual la misma pasó del laboratorio a aplicaciones que pronto serán comerciales y/o farmacológicas y que podrían ir desde terapias contra el cáncer, vacunas para disminuir el colesterol a miles de otros usos; muchos de los cuales quizás fallemos en anticipar. La verdad, es que, en la simpleza radical de esta tecnología, reside su gran potencial y, por eso mismo, su peligro.

Algunos ejemplos

Hace poco la ANMAT aprobó una terapia para 17 tipos de tumores sólidos. La terapia se conoce como medicina personalizada y permite identificar la alteración genética del tumor y determinar el tratamiento más conveniente para ese tipo de cáncer en ese paciente específico. Estas terapias, denominadas agnósticas, son tratamientos utilizados para tratar cualquier tipo de cáncer, sin importar en qué órgano se inició.

En otra línea de trabajo, se está experimentando, en voluntarios, una vacuna que altera el código genético de la persona para reducir -de manera permanente- su nivel de colesterol. Ya no se está tratando de "corregir" enfermedades genéticas; se está alterando el genoma de una persona para "corregir" una condición. O, en Honduras -un paraíso cripto con importantes vacíos legales-, se están reportando ensayos clínicos de terapias genéticas en seres humanos a cambio de pagos en criptomonedas. El dueño de la compañía proclama la "modificación genética hogareña" y alienta a aceptar "que el cuerpo humano es apto para la experimentación biológica".

La alteración genética presenta una cantidad considerable de cuestionamientos éticos y legales, dado que estas modificaciones se transmitirán a las generaciones futuras sin poder intuir sus consecuencias a futuro. Pero, además de ese tema insoslayable y poco tratado; ¿no es fácil ver la mayor desigualdad que provocarán estas terapias? ¿O de veras podemos creer que serán terapias genéticas -"disponibles a las masas"- como la presentan los medios tecnológicos? No lo creo. A veces me cuesta compartir el optimismo de seguir avanzando como zombis a la carrera hacia el precipicio, en alborozada e inconsciente algarabía.

Sólo para tener una idea del grado de avance que se está logrando -en lo que a edición genética se refiere-, es reciente la publicación de un ensayo científico en el cual anunciaron que, a las cuatro letras de nuestro ADN -A, T, C y G- (que es todo lo que la naturaleza necesitó para desarrollar a todas las formas de vida conocidas en la historia de la evolución natural), se añadieron cuatro letras más: S, B, P y Z. Esto permitiría, por ejemplo, diseñar formas de vida no basadas en el carbono y extrañas a nuestros paradigmas actuales. Otra vez me viene a la cabeza la trilogía de Margaret Atwood.

Esto abre puertas a nuevos desarrollos en biología sintética, en almacenamiento de datos y hasta en la búsqueda de formas de vida en el espacio, ya que estas nuevas bases permitirían pensar en formas de vida no consideradas antes. Por ejemplo, basadas en silicio; o que sean resistentes a temperaturas extremas o a ambientes sulfurosos; o a atmósferas extrañas. De hecho, la investigación fue fondeada por la NASA con la expectativa de poder expandir el alcance de la búsqueda de vida extraterrestre.

La evolución de la tecnología

La primera versión de la técnica CRIPR actuaba como un "cortar y pegar" biológico. Al "cortar" siempre existe el riesgo de que las células no se reparen por sí solas de manera correcta. Nuevas versiones de la técnica - "CRISPR 2.0"-, cambian las bases "defectuosas" sin efectuar cortes en el ADN. La técnica apunta a una cadena específica de ADN y cambia sus bases; por ejemplo, de A a T, o de C a G. Simplemente "mutan" una base por otra. El "cortar y pegar" se convirtió en un "borrar y volver a escribir". Ya no es una tijera biológica sino algo más parecido a un lápiz con una goma de borrar en la otra punta. Esta es la tecnología detrás de la vacuna para reducir el colesterol.

Y, ahora mismo, se está experimentando con una nueva evolución de la técnica, la cual se denomina "CRISPR 3.0". Esta reemplaza o inserta nuevas cadenas de ADN en el genoma. Si las técnicas anteriores eran "algo limitadas" ya que sólo permitían cambiar bases "defectuosas" por otras "correctas" -sea "cortando y pegando", o "borrando y sobre escribiendo"-; esta nueva técnica expande las opciones al permitir a los científicos insertar nuevos genes en el genoma. ¿para qué "corregir" o "mutar" algunas bases cuando se puede cambiar un gen completo, o insertar otro distinto, como si se tratara de piezas de Lego o de Rasti? Todas estas evoluciones a la técnica aparecieron en tan sólo diez años de investigaciones; ¿qué no seremos capaces de hacer en los próximos veinte, treinta o cincuenta años?

La evolución de la evolución

El ser humano dejará de estar condicionado por la evolución natural formulada por Charles Darwin. Ahora, nosotros mismos seremos arquitectos de nuestra propia evolución y de nuestra especie.

Se hace casi obligatorio leer dos libros. El primero de Walter Isaacson, "El Código de la vida, Jennifer Doudna, la edición genética y el futuro de la especie humana". El otro, un libro de la propia Doudna, creadora de la técnica: "Una grieta en la creación. CRISPR, la edición génica y el increíble poder de controlar la evolución". Títulos inquietantes.

Ya fueron alterados génicamente -con fines experimentales- embriones humanos tanto en China como en Estados Unidos. Y si bien todavía pueden pasar muchas décadas hasta que estemos en condiciones de «diseñar y producir bebés a medida», creo que todos entendemos que es el Rubicón que no deberíamos cruzar. Pero estamos frente a una técnica que nos podría permitir eliminar el cáncer; eliminar enfermedades genéticas o trastornos como el autismo, la diabetes, el Alzheimer o la esquizofrenia. Ante esta posibilidad, ¿cuántos están dispuestos a pensar en consecuencias futuras o en dilemas éticos o morales, antes que en seguir adelante sin reparar en nada más?

La evolución no es un progreso hacia un modelo ideal ni más perfecto sino la forma de un organismo de adaptarse a un nicho dado. ¿Por qué no podemos llevar la Teoría de la Evolución a su máxima expresión creando múltiples versiones de seres humanos, cada uno adaptado de la manera más conveniente a su futuro nicho en particular? ¿Qué nos impide crear distintas versiones de seres humanos? ¿Por qué no podemos desarrollar un ser humano que sea adecuado para vivir en Marte y otro apto para vivir en colonias espaciales o en la Luna? Nada. Sólo tiempo.

Quizás la pregunta de fondo sea cómo evitar convertir en realidad la distopía de Margaret Atwood y como evitar que, una vez más, la realidad termine copiando a la más drástica literatura.

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