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16 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Otro aniversario del secuestro y muerte del escribano Melitón Bustos

Este 2 de febrero se cumplieron 45 años del secuestro y asesinato del recordado escribano Aldo Melitón Bustos, por parte de un "grupo de tareas" del Ejército. El juicio llegó tres décadas después.
Domingo, 05 de febrero de 2023 02:40

El 2 de febrero de 1978 uno de los tristemente recordados "grupo de tareas" que actuaban a lo largo y ancho del país en los años más oscuros de la Argentina se llevaba secuestrado desde su vivienda, ubicada en la calle San Martín primera cuadra, al escribano Aldo Melitón Bustos. Raúl, su hijo de 16 años en ese momento y estudiante del colegio San Francisco, fue el principal testigo que señaló a quien se había llevado secuestrado a su padre aquella fatídica noche del 78.

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El 2 de febrero de 1978 uno de los tristemente recordados "grupo de tareas" que actuaban a lo largo y ancho del país en los años más oscuros de la Argentina se llevaba secuestrado desde su vivienda, ubicada en la calle San Martín primera cuadra, al escribano Aldo Melitón Bustos. Raúl, su hijo de 16 años en ese momento y estudiante del colegio San Francisco, fue el principal testigo que señaló a quien se había llevado secuestrado a su padre aquella fatídica noche del 78.

Lo que dejó Bustos

Otro de los tartagalenses que fue convocado como testigo fue el abogado Roberto Avellaneda Alfonsín, quien en el año 1978 trabajaba como preceptor en el colegio secundario San Francisco. Avellaneda recordaba en aquellos años en una entrevista realizada para El Tribuno que cubrió las instancias de este juicio: "Yo era celador del cuarto año. En aquel momento tenía 21 años y dos chicos - el hijo del teniente coronel jefe del Regimiento 28 de infantería Héctor Ríos Ereñú y el hijo de Bustos- no solo que asistían al mismo curso, sino que eran amigos; era lógico porque ambos eran adolescentes, afables, respetuosos y de buen trato". Avellaneda agregaba que en aquellos años sangrientos de la Argentina en los que Aldo Melitón Bustos fue secuestrado "el escribano vivía con su hijo en una modesta vivienda en la primera cuadra de la calle San Martín, en pleno centro de la ciudad; vivía en los fondos y en la parte de adelante de la propiedad tenía el estudio, que compartía con otros abogados de la ciudad de Salta. Bustos no tenía una participación activa en ningún partido político, más allá de que todos conocíamos sus ideales, su sentido de la equidad y de la justicia social, porque los expresaba a quien quisiera escucharlo. Además de escribano, era docente en la escuela de Comercio Alejandro Aguado y no había quien no lo reconociera por su solvencia intelectual".

Avellaneda Alfonsín refería entonces que "en los primeros tiempos posteriores al secuestro había una esperanza de que el escribano volviera después de una detención larga, porque se pensaba que muchos detenidos podrían regresar. Cuando volvió la democracia, en Tartagal comenzamos a hablar de la desaparición forzada de personas seguida de muerte no solo de Bustos, sino de muchas personas; así surgió una versión muy fuerte para 'explicar' las razones por la que la dictadura había firmado su sentencia de muerte: se comentaba que en 1973 un grupo de personas había ocupado un grupo de viviendas que se construían a la salida sur de Tartagal y que con los años se llamó barrio Militar; las viviendas ya estaban concluidas y estaban destinadas a suboficiales del Regimiento 28. Aldo Melitón Bustos habría elaborado una actuación para las familias que ocuparon estas viviendas en una suerte de reconocimiento de ocupación o posesión de estas casas'.

El primer juicio por delitos de lesa humanidad realizado en Salta por el asesinato de Bustos concitó tanto la atención que para Avellaneda Alfonsín -transcurridos más de 30 años del hecho- el Juzgado Federal N° 1 de Salta debió ponerle una custodia permanente por varias semanas, después de haber sido amenazado por personas anónimas.

Otro los dirigentes políticos importante del norte de la provincia, quien solía recordarlo, era el ex diputado provincial de la UCR don Mario René Mimessi. "Era una persona querible, culto, ideológicamente enrolado en la izquierda, pero no era un agitador, un violento; todo lo contrario. Fue asesinado por tener la ideología que tenía, porque nunca molestó a nadie". Mimessi supo recordar en ese momento un hecho que figuró en la causa judicial: la advertencia que un militar le hiciera al escribano meses antes de su secuestro. "Un íntimo amigo de Melitón Bustos alguna vez relató con mucho dolor que el escribano le había confiado que un militar -el mayor retirado Arnaldo Luis Bruno, un agente de inteligencia de las Fuerzas Armadas que también fue citado por el juez Miguel Antonio Medina- meses antes de su desaparición lo abordó en la confitería del Hotel Espinillo y le sugirió que se fuera del país, la única forma de salvar su vida.

Un testigo casual y nocturno 

El testimonio de Raúl Bustos, el hijo del escribano, frente a los  jueces que investigaron su desaparición se complementó con el de Juan Domingo "Cacho" Javier, quien en la madrugada del 2 de febrero de 1978 estaba cruzando la calle San Martín a unos 30 o 40 metros de donde vivía Melitón Bustos, y vio cuando dos hombres lo llevaban casi en andas y en calzoncillos hacia un automóvil estacionado en el lugar. Javier reconoció al teniente Arias, al que conocía del boliche bailable Maracatú, donde el testigo trabajaba.

   Sonia y Raúl, sus hijos.

Un progresista que quería un cambio, pero en paz

El ex ministro de Justicia de la provincia Abraham Antonio Restom también recordaba a Meliton Bustos como "una persona brillante, un intelectual; sensible y progresista que pretendía los cambios pero desde la paz, nunca desde la violencia. Si la desaparición forzada de personas seguida de muerte es un hecho aberrante, lo es más aún cuando un ser humano se convierte en víctima solo por pensar diferente. Bustos, como escribano, había asistido a mucha gente de humilde condición sin cobrarles un centavo y fue ese gesto de sensibilidad que en él era habitual lo que le hizo cosechar el odio de los sectores más conservadores. Era como muchos salteños un gran 'conversador'; le gustaba expresar sus ideas, debatirlas en una reunión o una mesa de café porque nunca ocultó lo que pensaba o lo que sentía como ciudadano preocupado por las clases más humildes. Por eso es que el paso que dará la Justicia federal en nuestra provincia es un hecho de total trascendencia" le dijo Restom a este diario, días antes de conocerse la sentencia.

El "Papón" Arias: Uno de los condenados como el principal responsable del secuestro del escribano Bustos fue el coronel Carlos Alberto Arias, quien en 1978, mientras estaba destinado al regimiento de Tartagal, tenía el grado de teniente y era el jefe de la Compañía C, la más grande de la unidad militar. Otro fue el coronel retirado Luis Ángel Gaspar Zírpolo, que estaba a cargo Regimiento de Monte 28 cuando fue secuestrado Bustos. En una comunidad chica como Tartagal, vecinos ya entrados en años aún lo recuerdan a Arias a quienes apodaban "El Papón". Rubio, atlético y obsesionado por su aspecto físico, era conocido en la unidad con asiento en Tartagal por su frialdad y su sadismo. Los mismos compañeros de armas lo recordaban como "un tipo muy difícil. Pero era 'guapo' con los soldados o con sus subordinados, porque en el monte se asustaba de cual quier cosa".

 

El crudo relato de su hijo frente a los jueces del caso

"La noche del 2 de febrero de 1978 sonó el timbre. Bajé a atender, pregunté quién es: 'Gendarmería', dijeron y mi padre dijo que abriera. Abrí y una persona me encañona, me toma de los pelos, hace que me arrodille. Viene mi papá, lo encañonan, lo ponen contra la pared opuesta de donde estaba yo, le hacen levantar las manos, le ponen para atrás las manos y lo atan. Lo encapuchan pero antes dice: 'Son del Ejército, son del Ejército', y se lo llevaron en calzoncillos y camiseta malla", relató en el juicio que se realizó ante el Tribunal Oral Federal de Salta, el primero realizado en la provincia por delitos de lesa humanidad.

  Meliton Bustos

En esa situación desesperante, Raúl Bustos y Eva Carrillo siguieron al Dodge en el vehículo de la familia, un Torino rural; vieron que a la altura de la entrada del Regimiento 28 aminoró la marcha pero siguió de largo, tomó la ruta nacional 34 en dirección sur, ya en el tramo entre las localidades de General Mosconi y Coronel Cornejo (ambas cercanas a Tartagal) los secuestradores doblaron en u y volvieron hacia ellos.

Entonces regresaron a Tartagal, Carrillo quedó en la comisaría y Raúl volvió a la casa y llamó a su tío Heraldo Bustos, quien residía en Salta capital.

Raúl Bustos vio por primera vez a Arias aquella madrugada del secuestro. Estaba a cara descubierta; su aspecto lo destacaba, era alto, rubio y tenía bigotes. Sin embargo, el adolescente no dijo que lo había visto ni que su padre había afirmado que los secuestradores eran del Ejército cuando la Policía lo buscó para que declarara sobre el secuestro, cuando ya toda la ciudad no hablaba de otra cosa. Lo calló por temor, explicó 32 años después, aunque ya el 6 de febrero de 1978, en un hábeas corpus presentado en la Justicia Federal, la familia indicó que el hijo estaba en condiciones de identificar a uno de los secuestradores.

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