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Andanzas de Federico Gauffín por tierras del "Zorro Blanco"

Consideraciones de José Hernán Figueroa Aráoz sobre las novelas del escritor .
Domingo, 05 de febrero de 2023 02:40

Hace algo más de medio siglo nuestro hombre de letras José Hernán Figueroa Aráoz escribió para la página literaria de El Tribuno una reflexión sobre las novelas de Federico Gauffín. Como nos pareció de interés, hoy la rescatamos como un homenaje al poeta y escritor metanense y de cuya desaparición se cumplirán 86 años en marzo próximo.    

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Hace algo más de medio siglo nuestro hombre de letras José Hernán Figueroa Aráoz escribió para la página literaria de El Tribuno una reflexión sobre las novelas de Federico Gauffín. Como nos pareció de interés, hoy la rescatamos como un homenaje al poeta y escritor metanense y de cuya desaparición se cumplirán 86 años en marzo próximo.    

Dice don José Hernán: "Alrededor de 1930 aparece en el horizonte de nuestras letras una estrella de primera magnitud: Federico Gauffín (1885-1937), cuya relevante labor configuró la personalidad espiritual de una dilatada región de nuestra campaña, el Chaco, llamado antes Gualamba.

Que sepamos, nadie antes que él había incorporado ese vastísimo y casi desconocido territorio salteño, misteriosamente virginal, poseyendo las dotes de artista y de agudo observador que caracterizan a Gauffín, el que además supo connaturalizarse, por obra del amor e inclinación temperamental, con los gauchos que lo habitaban, sus costumbres y tradiciones, de todo lo cual fue fiel exponente en sus celebradas novelas "En tierras de Magú Pelá…", "Alma perdida" y "Los dos nidos".

  La tapa del libro de Gauffín.

Federico Gauffín nació en Metán, se crió y permaneció allí hasta que cumplido los 17 años y, por circunstancias explicadas en su primera y autobiográfica novela, emigra a Formosa donde vivió largo espacio de tiempo, dedicado a actividades comerciales. Por la línea paterna, Gauffín desciende de una noble familia francesa, una de cuyas ramas, siguiendo las alternativas de la política imperialista de Napoleón, se trasladó a Suecia, formando parte de la corte del primer soberano de ese país nórdico, Bernardotte. Por el lado materno, Gauffín es heredero de una tradicional familia teniendo como antecesor destacado a su abuelo, el general Alejandro Heredia, gobernador de Salta en el comedio del siglo XIX. Se conjugaban, pues, en las venas de nuestro escritor sangres diversas y de estirpe, que a la postre se resuelven alentando una original y fuerte personalidad como fuera la suya.

Gauffín no fue hombre de una exclusiva ocupación: administró estancias, y ello le permitió adentrarse profundamente en la existencia de los hombres y mujeres selváticos, que supo interpretar con penetración extraordinaria, tanto que el crítico del diario "La Nación", al comentar su libro "En tierras de Magú Pelá", colocó esta producción en la misma línea con la famosa "La Vorágine", de José Eustaquio Rivera, de repercusión continental.

Dando salida a sus inquietudes espirituales y no menos a urgencias crematísticas, Gauffín, reintegrado a esta provincia, se desempeñó como periodista, siendo redactor de distintos diarios y más tarde asumió la dirección de "Norte" al cual imprimió un ritmo moderno.

Consejos de Dávalos

Y un buen día Gauffín conoció al que había de ser su caro amigo, el poeta y escritor Juan Carlos Dávalos. Oigamos a Dávalos en su preámbulo que escribiera para presentar el libro primigenio de Gauffín: "Venciendo su natural modestia y su esquivez de carácter, Gauffín se me presentó un día con una respetable colección de versos. Quería que yo le diese mi opinión sincera y le ayudara con la edición de sus poesías, con un prólogo… Pero desde un primer momento, al descubrir en ese personaje huraño y triste una personalidad original, todo un temperamento de hombre de letras, y conociendo su excepcional experiencia en su vida gaucha, en mi sentir, antes que un tomo de poesías de lírica convencional, le dije que él debía intentar la obra de aliento que, por mi falta de dominio del asunto, yo no me había sentido nunca capaz de llevar a término. "¿Yo escribir en prosa?", me respondió lleno de perplejidad. Quería decirme: "¿Yo un poeta, rebajándome a la prosa artística que jamás intenté?".

Y esto prueba –continua Dávalos- que, hasta cierto punto, escribir en prosa es más difícil que hacer versos, porque, sencillamente, es más difícil trabajar que fantasear y mucho más cómodo diluirse en el periodismo que imponerse un plan metódico y emprender largos relatos novelescos.

Y vuelve Gauffín: "¡Pero una novela! ¿Cómo voy a escribir una novela?". Entonces Dávalos le aconseja escribir su autobiografía realizando de esta manera una obra excepcional diciéndole: "Comprenda usted, poeta Gauffín, la novedad de los temas, el calor con que relataría escenas vividas por Ud. en una época de hombres cuya psicología, si no la revela Ud. se perderán para siempre. Ud. tiene en su corazón y en su cabeza un tesoro espiritual inexplotado, profundamente interesante, montaraz, genuinamente argentino…".

Gauffin todavía objeta que él no es escritor y Dávalos arremete: "No gaucho, Gauffín: lo que Ud. quiere decir es que no es un literato. El literato es un baquiano de la gramática, el erudito que maneja un arte difícil. Lo que los argentinos, los salteños, lo que el país desea, no son literatos sino escritores, es decir hombres que trasladen al papel y reflejen, a base de experiencia, corazón y sinceridad, lo que hay de eterno en cada ser humano, en cada aspecto, en cada período de la existencia nacional; porque ésta y no otra es la importancia trascendental del arte".

Por fin –señala Figueroa Aráoz- Gauffín se decide, sigue el consejo de Dávalos y nos ofrece esa obra magistral "En tierras de Magú Pelá" (que quiere decir zorro blanco), parte de una trilogía, integrada por los volúmenes titulados "Almas perdidas" y "Los dos nidos".

Las novelas

El primero de esos libros es la relación personal novelada de sus andanzas aventureras por los desiertos chaqueños, llegando hasta el Pilcomayo donde se pone en contacto con las tribus de matacos, chaguancos, etc, donde Gauffín se muestra lo que es, un verdadero artista.

La segunda producción, la novela "Alma perdida", toma su nombre de un lugar del Chaco así llamado, sin duda alguna –como advierte Gauffín- a causa de uno de esos misteriosos dramas que se desarrollaron en tiempos de la colonización en aquellas regiones siendo bautizado por los primeros pobladores, al referirse al puesto, al madrejón o los contornos inmediatos del solitario poblado". En este libro las figuras de Marcela, el gaucho Juan de la Cruz Vega, Ña Justina y Altamira, son inolvidables.

"Los dos nidos" publicado en la revista "El suplemento" de Buenos Aires no llegó a editarse.

"Cuando uno lee estos libros –dice Figueroa Aráoz-, se pregunta dolido, la razón por la cual yacen cubiertos por el olvido, al margen del interés de la gente. Confrontadas con novelas que han logrado un gran éxito, las obras de Gauffín son superiores en todo sentido a varias de ellas, constituyendo pilares de la novelística argentina, como será reconocido paladinamente el día que nos preocupemos seriamente de los valores nuestros y no de los escritores vanguardistas del último grito literario europeo y su respectiva moda".

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