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Natalicio del General Martín Miguel de Güemes

Martes, 07 de febrero de 2023 02:31

El 9 de febrero de 1785 fue bautizado un niño en la ciudad de Salta, cuya partida de bautismo decía: "En esta Santa Iglesia Matriz de Salta en 9 de febrero de 1785, yo el cura rector más antiguo exorcisé, bauticé y puse óleo y crisma a Martín Miguel Juan de la Mata, criatura nacida de dos días e hijo legítimo de Don Gabriel de Güemes Montero y doña María Magdalena de Goyechea y la Corte, y fueron sus padrinos de agua y óleo Josef González de Prado, Contador Ministro Principal de Real Hacienda y doña María Ignacia Cornejo; para que conste y lo firme Dr. Gabriel Gómez Recio" (Tomado del Libro de Bautismo N° 8 de la Iglesia Matriz de Salta. Archivo de la Parroquia San Juan Bautista de la Merced).

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El 9 de febrero de 1785 fue bautizado un niño en la ciudad de Salta, cuya partida de bautismo decía: "En esta Santa Iglesia Matriz de Salta en 9 de febrero de 1785, yo el cura rector más antiguo exorcisé, bauticé y puse óleo y crisma a Martín Miguel Juan de la Mata, criatura nacida de dos días e hijo legítimo de Don Gabriel de Güemes Montero y doña María Magdalena de Goyechea y la Corte, y fueron sus padrinos de agua y óleo Josef González de Prado, Contador Ministro Principal de Real Hacienda y doña María Ignacia Cornejo; para que conste y lo firme Dr. Gabriel Gómez Recio" (Tomado del Libro de Bautismo N° 8 de la Iglesia Matriz de Salta. Archivo de la Parroquia San Juan Bautista de la Merced).

Como no se precisó en esta acta el día en que nació Güemes, hubo quienes sostuvieron que fue el 7 y otros que fue el 8; finalmente, además de los análisis realizados por los historiadores, los descendientes del prócer coinciden en que fue el 8 de febrero. Existen pocos datos sobre la niñez de Güemes. Solo se sabe que alternó sus días entre la ciudad de Salta, donde su padre desempeñaba las funciones de Tesorero Ministro Principal de Real Hacienda, y las Estancias "El Bordo" y "El Paraíso", de propiedad de su madre, situadas a 50 kilómetros de la capital de la Intendencia de Salta.

Martín Miguel de Güemes vivió 36 años, de los cuales los últimos 22 estuvo al servicio exclusivo de América Hispana. Actuó siempre en el territorio que se denominó hasta 1810 Virreinato del Río de La Plata y que desde ese año cambió por el de Provincias Unidas. Sus servicios fueron relevantes desde que comenzó a prestarlos, es decir, desde 1799. Estos crecieron año tras año en importancia, hasta constituirse en labores de la más alta responsabilidad.

"No se tiene idea de que Güemes con sus aguerridos gauchos salto-jujeños resistió más de 13 invasiones realistas".

El aporte saltojujeño a partir de 1810 fue trascendental, pero mucho mayor fue el realizado durante el período 1816-1821, ya que consistió en sostener todo el peso de la lucha por la libertad y la independencia de las actuales provincias argentinas. El sacrificio que requirió Güemes a jujeños y salteños fue intenso y extenso. Toda la Intendencia de Salta, con sus habitantes y sus bienes, fue puesta al servicio de la causa. Este aporte tuvo una doble vertiente durante los últimos cinco años: una fue la de los campesinos, que formaron las milicias combatientes, y, otra, la de los pudientes, con cuyos bienes se sufragaron los gastos de la guerra.

La gloriosa Guerra Gaucha para los salteños es todo un símbolo, pero no se tiene idea de que Güemes con sus aguerridos gauchos salto-jujeños resistió más de 13 invasiones realistas. La más importante fue la comandada por el general José de la Serna, quien llegó de España a fines de 1816 con oficiales y tropas que habían vencido a fuerzas de Napoleón Bonaparte. El invasor creyó que en menos de un año llegaría triunfante a Buenos Aires. Lo que realmente ocurrió fue que en mayo de 1817 José de la Serna y su ejército emprendían la retirada desde el Valle de Lerma (Salta) ante la imposibilidad de superar la acción defensiva de las milicias gauchas de Güemes y dadas las constantes bajas que sufrían.

Esta gesta en defensa de la independencia de la Patria debe ser considerada primordial para los argentinos en las reflexiones de esta conmemoración del natalicio de Güemes. Es un desafío que debemos asumir como comunidad, por tratarse no solo de un reconocimiento material y moral por defender durante tantos años la seguridad y la independencia del resto de las provincias hermanas, sino porque es el único camino hacia una auténtica reflexión acerca de quiénes y cómo somos para generar con ello nuestra identidad con respecto al país que habitamos y nuestro compromiso con su destino.

Hacer memoria es más que un recordatorio del nacimiento del prócer: es una oportunidad para pensar cómo nos queremos cambiar para mejor, cómo podemos resurgir y animarnos a planificar nuestro futuro.

En 1821 las milicias gauchas seguían prestando su incondicional apoyo al caudillo-prócer, pero la mayoría de los terratenientes se habían rebelado contra las medidas que afectaban sus patrimonios. Esta rebelión fue de tal índole que utilizaron cualquier medio para evitar que Güemes siguiese gobernando. La sociedad saltojujeña se dividió en dos bandos: los partidarios de Güemes, que constituyeron la llamada Patria Vieja, y sus opositores, la denominada Patria Nueva. Se ha dicho que los primeros querían que Güemes siguiera actuando con ilimitada autoridad, mientras que los segundos requerían la inmediata sanción de una Constitución Liberal, que permitiera el funcionamiento de los tres poderes. Lo real fue que los partidarios del prócer pretendían que el gobernante siguiera poniendo la Intendencia al servicio exclusivo de la emancipación, con todos sus habitantes y sus bienes; en tanto, sus opositores anhelaban que dejara de gobernar, para que cesara la lucha por la independencia, ya que consideraban que Güemes los había empobrecido, favoreciendo a los gauchos, en desmedro y a costa de la otra clase.

Constitución

Güemes no solo requirió la sanción de una constitución para las Provincias Unidas desde el mismo momento en que se declaró la independencia, sino que fue el único caudillo que juró la Constitución Unitaria de 1819, que dispuso su aplicación y que convocó a los saltojujeños para que formaran las ternas y eligieran los representantes que ella disponía. Dentro de la Intendencia de Salta recurrió al Cabildo de la ciudad Capital e incluso a la Asamblea Electoral.

A lo que siempre se opuso fue a la adopción de medidas que impidieran una adecuada defensa de las provincias frente a las invasiones del virrey del Perú, sosteniendo que proposiciones como la de la autonomía de Jujuy debían estudiarse una vez finalizada la lucha por la emancipación. Expresaba que era indispensable la existencia de una autoridad ejecutiva con gran libertad de acción, dado que la Independencia era el escenario de la guerra y donde debían obtenerse la mayoría de los recursos para sostenerla, tanto en combatientes como en pertrechos, alimentos y vestuarios.

Durante los últimos cuatro años de su gobierno, Güemes tuvo la oposición constante y creciente de los pudientes de Salta, de los cabildantes de Jujuy y de Don Bernabé Aráoz. Pese a ello, dirigió exitosamente la defensa de las provincias, rechazando una y otra vez las invasiones hispanas. Solo la acción combinada de sus opositores saltojujeños con el gobernante tucumano impidió que pasara a la ofensiva y marchara hacia Lima al mando del Ejército de Observación sobre el Perú. Durante los seis años consecutivos que gobernó la intendencia de Salta no quitó la vida a ningún opositor, pese a que más de uno intentó eliminarlo. Se limitó a aplicar penas pecuniarias, de prisión, de confinamiento y de expulsión de la provincia. Las multas predominaron porque ellas contribuían al sostenimiento de la guerra por la emancipación.

Finalmente, sus adversarios pudieron más que él. Impidieron que auxiliara a San Martín para eliminar el centro del poderío hispano en América del Sur y permitieron el desmembramiento de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Sin embargo, nada ni nadie pudo evitar que Güemes se constituyera -desde 1816- en el supremo defensor de la libertad y la Independencia de las provincias que hoy forman la República Argentina. Al perder la vida en combate, siendo General en Jefe del Ejército de Observación sobre el Perú, este Paladín de la Libertad y la Independencia se convirtió en el Gran Mártir de la Emancipación de América Hispana.

Nuestro Héroe Gaucho hizo un esfuerzo personal muy grande, con gran generosidad y amor a la Patria. Con mucho trabajo, junto a San Martín y Belgrano, abrió el camino a la Patria Libre, a una Nación sólidamente consolidada. Vencieron no solo a los adversarios que tuvieron, sino también todas las contrariedades. La responsabilidad de los argentinos en la actualidad es crear entre todos una convivencia armónica, como misión propia en esta hora de la historia. Recordemos a los próceres siguiendo su ejemplo.

La personalidad ética de Martín Miguel de Güemes hacía que su coraje extraordinario estuviera al servicio de una convicción, fe y consecuencia a su valentía, una forma de heroísmo al servicio de la Nación. Fue un hombre de honor y es el honor el que nos enseña a tomar actitudes y a definir pensamientos sobre la base de superar cualquier comodidad e ir más allá de cualquier conveniencia. Es también el honor el que nos dice de la absoluta necesidad de ser eficaces en la lucha que emprendemos.

Don Martín Güemes nos dice, desde su propia vida, el nuevo mandato de esta hora para que todos, sin ninguna distinción ni división, nos demos a la tarea de luchar juntos para afianzar y concretar ese sueño de una Patria Grande por la que él ofrendó su vida. Murió heroicamente, porque vivió heroicamente.

 

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