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Los sospechosos de siempre

Jueves, 16 de marzo de 2023 02:30

En términos políticos, se dice "pato rengo" a un presidente sin poder y sin capacidad de negociación. El término viene de la imagen de un pato incapaz de seguir el ritmo de la bandada y que se convierte en blanco de los depredadores. Lo paradójico es que, en este caso, estos depredadores no son la oposición -perdida en meandros inexplicables- sino el propio oficialismo.

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En términos políticos, se dice "pato rengo" a un presidente sin poder y sin capacidad de negociación. El término viene de la imagen de un pato incapaz de seguir el ritmo de la bandada y que se convierte en blanco de los depredadores. Lo paradójico es que, en este caso, estos depredadores no son la oposición -perdida en meandros inexplicables- sino el propio oficialismo.

El Partido Justicialista siempre ha ejercido el canibalismo político. Una prueba reciente de este comportamiento fue la cumbre del Frente de Todos; mesa convocada por el propio presidente Alberto Fernández tras la incontenible presión ejercida desde el kirchnerismo. Bajo el pretexto de definir los pasos a seguir en este año de elecciones, la verdadera intención es bajar al presidente de su esotérica candidatura a la reelección. La ministra Victoria Tolosa Paz dijo al terminar la cumbre: "No tenemos diferencias en el proyecto de país, sino en cómo y de qué manera construirlo". No miente; tienen una visión de país, solo que no implica una construcción. Por el contrario, es un proyecto de destrucción y de nivelación hacia el mínimo; un país con un 70% de pobreza y con una dependencia extrema al asistencialismo discrecional. La consigna "cuanto peor, mejor" hecha realidad. El canibalismo también es social.

Siempre jugando con las palabras y usando el relato como medio de construcción de una realidad paralela a la cual asirse cuando la realidad real les resulta esquiva, se insiste sobre la proscripción. La señora vicepresidenta fue condenada por cohecho, por hechos probados en un tribunal de justicia. Aun así, puede ser candidata a lo que desee. No está proscrita, tanto como no existen la "proscripción social" ni la "proscripción mediática" como se insiste en instalar.

Mientras tanto, la oposición no existe. Desatinada, infantilizada y perdida en la más absoluta confusión, pelean como nenes caprichosos. Por ejemplo, a cuatro meses del cierre de listas hay ocho competidores de distintas vertientes del PRO y de la UCR para las PASO en la Provincia de Buenos Aires. Se suman, además, el disruptivo y peligroso Milei; el advenedizo Burlando y el improbable Espert; todos limando votos a unos y otros, aumentando la indecisión y elevando las apuestas en una pelea que se decide por un voto. La provincia de Buenos Aires -donde vota el 40% del padrón electoral- tiene el peso suficiente como para poner en jaque a cualquier eventual sucesor a la Presidencia a nivel nacional. Al no haber segunda vuelta, el que gana se lleva todo. En cierta forma, el que gana Buenos Aires se puede llevar puesto al país.

Todo esto no hace más que aumentar la cojera de pato rengo del Presidente de la Nación. Es tan fuerte el síndrome que su soledad impresiona. Las imágenes de Alberto Fernández semanas atrás desde la Base Marambio o en cada acto que insiste en seguir haciendo lo muestran siempre en medio de una soledad punzante. Es un gobierno que ha quedado reducido a no más que un puñado de leales que, si se les sacara una foto, no sería muy distinta a la del afiche promocional de "Los sospechosos de siempre", esa película icónica de Kevin Spacey que muestra a unos criminales en una rueda de reconocimiento. No muy distinto a la imagen que da el gobierno hoy.

El antes jefe de los espías asumió como jefe de Gabinete -ante la huida de quien volvió raudo y veloz a proteger su patrimonio feudal-, y lo primero que dice es que es "raro" que el presidente compita en las PASO. Lo que me parece "raro" es que a nadie le parezca "raro" que Alberto Fernández siquiera considere su reelección; no habla nada bien de su adherencia a la realidad. El "empresario" devenido en secretario de la Producción echa la culpa de la inflación a la ciudadanía: "La gente compra igual a pesar de los precios, y eso no ayuda". La culpa de todos los errores, imprevisiones, disparates y carencias del gobierno es nuestra. El canciller dice: "La Argentina hoy, por el liderazgo de Alberto, tiene un rol relevante en el mundo". "Liderazgo" que queda evidenciado de manera inapelable cuando el presidente firma una carta -del Grupo de Puebla- que critica a la Justicia chilena y que pretende defender al fundador de ese bizarro grupo, Enríquez-Ominami, acusado de delitos tributarios. La ministra de Trabajo dice: "La inflación no es descontrolada". Gabriela Cerruti aporta lo suyo diciendo: "Por lo que vemos, los números que recibimos, la gente percibe que ellos en su vida individual están mejor, pero que todo el mundo está mal o que toda la situación está mal. Esto es una construcción, no es algo que tiene que ver con la vida cotidiana".

Todas declaraciones sin empatía ni piedad y que la realidad refuta sin pestañear. La inflación mensual llegó al 6,6 %. Unicef denuncia que 8,8 millones de menores -dos de cada tres chicos del país- pertenecen a hogares que viven por debajo de la línea de pobreza. La cantidad de trabajadores pobres llegó a fines de 2022 al 30%. Una familia necesitaba hasta enero 72.043 pesos para alimentarse y 163.539 pesos para no ser pobre. Pero, solo el 10% más "rico" de la población cobra por encima de 170.000 pesos. Pero todo es una construcción. En lo individual estamos todos bien.

Veo el afiche de "Los sospechosos de siempre", y veo la foto de estos personajes y me pregunto quién será Keyser Söze, el culpable sin rostro en la película. Difícil de decidir. Todos lo son.

 

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