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Un pacto olvidado, que salvó a la Patria

Miércoles, 22 de marzo de 2023 00:00

Cuando se estudia Historia Constitucional Argentina, irremisiblemente, se observa que el Pacto de San José de los Cerrillos no figura entre los denominados "preexistentes" a la formación de la Nación. Es decir, al "cumplimiento de pactos preexistentes" como se conocen en la letra del Preámbulo al Tratado del Pilar, al del Cuadrilátero, al de San Nicolás, entre otros. Sin embargo, la firma de San José de los Cerrillos, celebrado el 22 de marzo de 1816, permitió la celebración del Congreso de Tucumán, que no solamente declaró la Independencia Argentina, sino que estaba previsto que se dictara una Constitución para nuestra nobel organización institucional, lo cual no fue posible.

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Cuando se estudia Historia Constitucional Argentina, irremisiblemente, se observa que el Pacto de San José de los Cerrillos no figura entre los denominados "preexistentes" a la formación de la Nación. Es decir, al "cumplimiento de pactos preexistentes" como se conocen en la letra del Preámbulo al Tratado del Pilar, al del Cuadrilátero, al de San Nicolás, entre otros. Sin embargo, la firma de San José de los Cerrillos, celebrado el 22 de marzo de 1816, permitió la celebración del Congreso de Tucumán, que no solamente declaró la Independencia Argentina, sino que estaba previsto que se dictara una Constitución para nuestra nobel organización institucional, lo cual no fue posible.

La dimensión del Pacto de los Cerrillos cobra volumen año tras año, no solo por ser una expresión genuinamente federal del sentir de los pueblos del interior, pues recordemos que, por ejemplo, las provincias mesopotámicas ni la entonces Banda Oriental del Uruguay, por influencia de José Gervasio de Artigas, asistieron a Tucumán; como sí lo hicieron las representaciones de Moxos y Chiquitos. Porque el antes llamado Alto Perú, actual Estado Plurinacional de Bolivia, formaba parte inescindible tanto de los propósitos independentistas, como de la visión geopolítica de muchos de los protagonistas de aquel momento histórico.

El Pacto de San José de los Cerrillos marcó un hito esencial en nuestra historia patria porque, de no haberse celebrado, el enfrentamiento entre el general José Casimiro Rondeau y Martín Miguel de Güemes hubiera sido inevitable y junto a ello se hubiera desatado la primera guerra civil argentina.

¿Por qué se había llegado a ese extremo?

Rondeau, había sido designado Director Supremo de las Provincias Unidas, cargo que había delegado en Ignacio Álvarez Thomas y era además el jefe del Ejército Auxiliar del Perú. Venía de sufrir una aplastante derrota en Sipe Sipe (llamada Viluma por los españoles). Su vencedor había sido el mariscal Joaquín de la Pezuela, el mismo al que Güemes había vencido en la segunda invasión realista a Salta, llamada "De los cuicos". Rondeau conducía un ejército insurrecto, donde su autoridad no era respetada; además, una cáfila que lo entornaba lo había predispuesto en contra de Güemes, que había vencido en Puesto del Marqués, había tomado la Plaza de Armas de Jujuy y el pueblo de Salta lo había ungido el primer gobernador electo por su propio pueblo a través del Cabildo del 6 de mayo de 1815. Rondeau desde la hacienda de Mondragón lo había declarado reo de lesa patria. Tal era el cuadro de situación.

Magdalena Güemes de Tejada, popularmente conocida como Macacha, no solo era la confidente de su hermano, sino también su principal operadora política, como se diría en términos actuales. Bartolomé Mitre en la Historia de Belgrano y el general José María Paz en sus Memorias Póstumas, ambos críticos de la figura de Güemes, ponderan la inteligencia y la ductilidad política de Macacha. Tanto ella como su hermano Martín Miguel eran conscientes de que una guerra civil con Rondeau no solo afectaría al resto de la Nación en ciernes, sino también el proyecto sanmartiniano y a la propia pervivencia política y militar del caudillo salteño. Güemes, por otra parte, debía escuchar la demanda interna del coronel José de Moldes, quien aspiraba con bastantes fundamentos a reemplazar a Rondeau como Director Supremo y había sido electo como diputado al Congreso de Tucumán, cargo que nunca lo dejaron asumir. Moldes le recriminaba a Güemes que él apoyaba a Juan Martín de Pueyrredón y efectivamente fue así.

Una vieja amistad unió a don Gabriel de Güemes Montero, padre de Martín Miguel, con Diego de Pueyrredón, hermano de Juan Martín. Diego había sido teniente de gobernador de Jujuy. A su vez, Martín Miguel había combatido a las órdenes de Juan Martín de Pueyrredón en las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, revistando en el Regimiento de Húsares, cuyo uniforme el héroe gaucho continuó utilizando cuando ya era el líder político y militar de Salta y fuera inmortalizado en la pintura de Antonio Alice.

Güemes, para resentimiento de Moldes hasta su muerte, optó por Juan Martín de Pueyrredón quien resultó electo Director Supremo y a su vez obtuvo el apoyo para que Rondeau y su Ejército Auxiliar, abandonasen Salta hacia el sur, con lo cual la conducción y liderazgo del héroe gaucho quedaban a su merced, sin tener que reportarse ante nadie. No pocos habían sido los inconvenientes de Güemes con Buenos Aires y los seguiría teniendo. Luego del pacto, Güemes y Rondeau forjaron una gran amistad y gracias a Macacha se firmó la paz, sin que se hubiesen derramado una gota de sangre entre tropas hermanas. Se magnifica la actuación de Macacha, cuando consta que los aprestos militares para el combate eran inminentes y por su intercesión casi providencial, evitó el enfrentamiento, pero además acercó a ambos contendientes, quienes a partir de entonces mantuvieron una correspondencia amable y amistosa.

 

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