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"Cuando empecemos a ver al otro como ser humano, vamos a ser sociedades más viables"

La longevidad del ser humano, el deterioro de la vejez y la lucha por una muerte digna son algunos de los temas de "Cien cuyes", del peruano Gustavo Rodríguez, ganadora del Premio Alfaguara de Novela.
Miércoles, 17 de mayo de 2023 01:17

"Novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias", dice el acta del jurado presidido por Claudia Piñeiro que le concedió el premio.

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"Novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias", dice el acta del jurado presidido por Claudia Piñeiro que le concedió el premio.

"Llega una edad en que la felicidad consiste en que nada te duela demasiado", asegura Jack Harrison, personaje de la historia, y apunta: "Morirse es tan natural como nacer pero nos hacen olvidar que es así". Sobre la reivindicación que hace desde el título mismo de la cultura andina, y sobre la vejez y la necesidad de cuidado conversó Rodríguez con Télam, de paso por Buenos Aires para participar de la Feria del Libro, en una gira que lo hizo recorrer toda Latinoamérica.

Llama la atención el título "Cien cuyes", y corre una anécdota de que no quiso cambiarlo. ¿Por qué ese nombre?

Usualmente titulo al final de mis novelas, pero en este caso ya a la mitad del manuscrito me di cuenta de que "Cien cuyes" iba a ser el título. Para entenderlo hay que entender también el argumento de Eufrasia, una cuidadora de ancianos que se va a ir convirtiendo sin proponérselo en la ejecutora de sus últimos deseos, y los" cuyes" vienen a ser la contraprestación, una metáfora, de lo que le va a dar cada anciano. Los cuyes son unos roedores que están muy presentes en la cultura andina. Es un platillo cotidiano en los hogares desde el sur de Colombia hasta Bolivia, y también al cuy se le atribuyen poderes adivinatorios y curativos.

Por eso insiste en mantenerlo...

Primero, porque quien termina de leer la novela se da cuenta de que no es posible ponerle otro título. Y en segundo lugar, me parecía que era necesaria cierta reivindicación de una cultura que no siempre tiene la oportunidad de hacer el intercambio que es usual en la literatura. Países como el nuestro recibimos muy amablemente términos de otros lugares y los entendemos por contexto y con ellos enriquecemos nuestro acervo. Me parecía natural hacer ese intercambio para que otras realidades se enriquecieran con nuestra cultura.

El hecho de que su novela haya ganado el Premio Alfaguara contribuye a la difusión de la cultura andina...

El Premio Alfaguara es un atajo con esteroides para que una historia que, de otra manera, hubiera tenido que hacer un viaje muy lento, de país en país, ahora lo haga ramificadamente. Esta distinción ha sido una pedrada en un estanque para mi obra y para mi vida, y todavía estoy evaluando las ondas.

Aborda un tema que se debate en muchos países: la muerte digna...

Efectivamente, en muchos países se habla de la muerte digna y de la longevidad de la población. Pero creo que este libro, como todos los míos, nace de una preocupación muy egoísta por temas que me preocupan y que corresponden a mi etapa vital en ese momento. Es así como ahora, pasando la cincuentena, empiezo a hacerme preguntas sobre el inevitable envejecimiento y ese proceso que se avecina. Sucede que, así como yo he usado la escritura para tratar de responderme ciertos conflictos de mi pasado, esta es la primera vez que uso mi escritura para tratar de responderme inquietudes sobre mi futuro.

Además el libro está dedicado a su suegro, Jack Harrison...

Sí. En paralelo es una manera de homenajear a toda la gente mayor, que a lo largo de mi vida ha sido generosa conmigo y de la cual he obtenido sabiduría, experiencias y conocimientos. Yo soy un autodidacta. Ninguno de mis proyectos tiene el sustento de un título universitario. Mi universidad han sido los ancianos, la gente mayor. En ese sentido, Harrison es un personaje. Hice una experimento y de los 12 o 13 personajes de la novela, el único que yo puedo decir que existió en su descripción y en su manera de ver el mundo es Jack Harrison. Todos los demás son combinaciones, entidades en mi cabeza, pero él fue mi suegro y tuvo una muerte muy digna, que se condice con lo digna y elegante que fue su vida. Y no pude dejar de homenajearla también claro a través de esta novela.

¿Cómo pensó a Eufrasia, la cuidadora?

Creo que Eufrasia nace, hasta donde yo he podido analizar, de la combinación de hasta tres mujeres bondadosas, empáticas y también empoderadas que toman las riendas. Son casos de mujeres que he podido conocer pero que condensan las características de millones de Eufrasias que viven en América Latina o que emigran a otros países en busca de una mejor vida y son migrantes, luchadoras, mestizas.

En otros textos también le preocupa el tema de mujeres que luchan solas...

Sí. También está el tema de que, si bien a nivel mundial, el cuidado tiene rostro femenino; en América Latina y en España, tiene un rostro incluso más identificable con migrantes latinoamericanos.

Se da una dicotomía en la novela entre la gente que vive en la sierra, como la cuidadora, y la de los barrios acomodados de Miraflores: recuerda la oposición que hay entre "El zorro de arriba y el zorro de abajo", el texto de Arguedas...

Claro, en el texto no necesariamente hay oposición porque, de hecho, terminan aliándose. Pero entre el barrio de Miraflores con su gente de cierto pasar y Eufrasia y su hermana que vienen de otra realidad está presente la dicotomía. Es algo que trato de manera más frontal en otras novelas, pero es imposible que no aparezca si quiero ubicar una historia en la Lima contemporánea, en un país tan confrontado como el Perú. Es imposible que no se intuya esa lucha de clases, que viene del siglo XVI. El Perú nació para generar riquezas para una potencia en otro continente que, para lograr que esa empresa funcionara, dividió racialmente al país, y desde entonces venimos sufriendo ese racismo que ,creo yo, es la gran tara de mi sociedad.

La cuidadora se muestra solidaria, y los de la clase acomodada necesitan de ella...

Está eso. Quizás es una especie de ilusión mía, que se puede dar lamentablemente, solo en casos de vulnerabilidad. Los ancianos llegan a un nivel de intimidad y de confraternidad con Eufrasia porque están vulnerables. Entonces el color de la piel y la extracción social pasan a segundo plano y lo que emerge es el ser humano. Quizás, en la medida en que empecemos a ver menos con los filtros culturales de la confrontación y más a ver al otro como ser humano, vamos a ser sociedades más viables. Eso no pasa solo con la extracción social, o el color de piel sino también con la orientación sexual. En la medida en que veamos a la otra persona como un ser humano que está amando a otro ser humano y quiere pasar su vida con ella o con él, menos espacio va a haber para la crítica y la confrontación.

El cine juega un papel en la novela, como generador de imágenes.

Yo creo que uno es el relato que se cuenta a sí mismo, mediado por lo que creemos que el resto cree de nosotros. Y las historias que vemos ayudan a cimentar el relato que tenemos de nosotros mismos. En ese sentido, el cine ha sido poderosísimo para crear identidad. Por eso muchos adolescentes generan cultos alrededor de ciertas películas. En mi historia son los siete ancianos que ven cine con Eufrasia y se inventan su identidad "Los siete magníficos". Creo que eso me sirve para el argumento de la novela, pero como autor, también hago una especie de homenaje. Los artistas están llamados a encontrar belleza y significado en cualquier manifestación humana así sea una canción de Sandro de América.

¿Cómo ve la literatura peruana en la actualidad?

La veo muy vital, como la de toda América Latina. Estamos escribiendo generaciones de escritores que no tienen que responder a lo que se espera que debe escribir un escritor latinoamericano. Están los que escriben sobre el conflicto político, los que escriben de ciencia ficción o desde una visión femenina combativa. Tiene una vitalidad que comparte toda la región.

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