Siguiendo el ejemplo del Padre Chifri y de su obra de amor entre los cerros de la Quebrada del Toro, amigos de la Fundación Alfarcito, creada por el santo sacerdote fallecido en 2011, realizaron trabajos de reparación en la Escuela 4.526 situada en el paraje El Rosal, a unos 3.500 metros sobre el nivel del mar. El invernadero sufrió daños en las chapas del techo por los fuertes vientos, perjudicando la enseñanza y el trabajo que realizan los alumnos, donde aprenden desde muy chicos a preparar la tierra y a cultivar las verduras.
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Siguiendo el ejemplo del Padre Chifri y de su obra de amor entre los cerros de la Quebrada del Toro, amigos de la Fundación Alfarcito, creada por el santo sacerdote fallecido en 2011, realizaron trabajos de reparación en la Escuela 4.526 situada en el paraje El Rosal, a unos 3.500 metros sobre el nivel del mar. El invernadero sufrió daños en las chapas del techo por los fuertes vientos, perjudicando la enseñanza y el trabajo que realizan los alumnos, donde aprenden desde muy chicos a preparar la tierra y a cultivar las verduras.
En una visita reciente a la escuela, el director Aldo Palacios les comentó a los miembros de la Fundación el estado del invernadero, y no dudaron en armar un nuevo viaje al corazón del Toro para realizar los arreglos necesarios. "Inició entonces la búsqueda de soluciones, herramientas, materiales y vehículos, también la conformación de un equipo de trabajo. Finalmente, durante los fines de semana del 22 al 23 y de 29 al 30 de abril se efectuó la reparación del techo, también se realizaron algunos arreglos menores en las instalaciones de la escuela", comentó Carlos Figueroa, vocero de la Fundación Alfarcito.
Agregó: "Pese a los efectos de la altura y el frío de la quebrada, trabajaron con mucho cariño y entusiasmo, retirando las chapas viejas y colocando las nuevas, asegurándolas para evitar que el viento las dañe. Fueron días de intenso trabajo, sabiendo que era para el mejor aprendizaje de los niños del lugar. Participaron Claudio Ríos, Ignacio Galland, Enzo Crivelli junto con Candelaria Carminatti, Agustina Rosado Montalbetti y los infaltables Marcela y Fernando Zanniello".
"Agradecemos a estos jóvenes que dedicaron su tiempo para realizar las reparaciones que necesitaba el establecimiento escolar. Ellos nos recuerdan los tiempos del Padre Chifri, cuando convocaba a muchas personas para llevar a cabo algún voluntariado, así logró construir la capilla de El Rosal, el colegio secundario, las instalaciones deportivas, la toma de agua para Alfarcito y el criadero de truchas, por nombrar solo algunas de tantas obras que concretó y que aún perduran para bien de las comunidades de la Quebrada del Toro, donde su aspiración era crear prosperidad y evitar el desarraigo", finalizó Figueroa.