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19 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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En los 80, la Rotonda de Limache se había convertido en un “miniestadio” de fútbol 

Había muy poco tránsito en la zona. Por las noches se armaban allí verdaderos campeonatos de fútbol entre equipos de los barrios cercanos.
Jueves, 01 de junio de 2023 07:44

Con sus enormes hipermercados, paseos, puentes y autopistas, la zona sur de la ciudad de Salta hoy luce muy distinta a lo que era en los años 80. Muchos recordarán que hace poco más de tres décadas, era un apacible lugar muy poco transitado. Tanto que, la ex Rotonda de Limache oficiaba de miniestadio de fútbol para los changos de las barriadas aledañas. 

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Con sus enormes hipermercados, paseos, puentes y autopistas, la zona sur de la ciudad de Salta hoy luce muy distinta a lo que era en los años 80. Muchos recordarán que hace poco más de tres décadas, era un apacible lugar muy poco transitado. Tanto que, la ex Rotonda de Limache oficiaba de miniestadio de fútbol para los changos de las barriadas aledañas. 

En el punto de intersección de las entonces estrechas avenidas Paraguay, ExCombatientes de Malvinas (ex ruta 9 y 68), Banchik (ruta 51) y Tavella, se jugaba al fútbol por las noches a la luz de los potentes reflectores que circundaban el improvisado potrero. Allí, precisamente, se solían organizar torneos relámpago

El parque automotor en aquellos tiempos era muy reducido. Muchas veces la pelota caía en la cinta asfáltica y los vehículos tenían tiempo de frenar para no aplastarla, mientras los aguerridos jugadores la recogían rápidamente para continuar con el partido.
En la memoria de muchos salteños aún perduran las imágenes de las amplias banquinas que se extendían a lo largo de la avenida Tavella, donde también se armaban “picaditos” épicos. 

 

“Los más chicos nos juntábamos de día, donde ahora está una estación de servicio frente a la Rotonda de Limache y también lo hacíamos al lado del autocine. Que linda época; se jugaba hasta las 2 de la mañana. Y cuando llovía salíamos corriendo a jugar en la cancha barrosa”, recordó el Cata Antonio, vecino de barrio San Remo. Detalló que entre los jugadores se destacaban los chinos Hesiki, el Gordo Gasaniga, Daniel Kabuchi Cuevas, Pepe y Gringo Romero, Ramiro y Mauricio Luque, ...piti Cháneton, el recordado y recientemente fallecido Diego Guevara, el concejal canillita; el Enzo Arenas y los hermanos Pardo, que eran 11 y armaban un solo equipo. El clásico -contó Antonio- era entre San Remo vs. Pablo Saravia. 

 

Hasta el equipo de los Visitadores Médicos, dirigidos por el recordado profesor Nicolás Vitale, entrenaba en la Rotonda de Limache.

 

Los espacios verdes camino al Aeropuerto Internacional Martín Miguel de Güemes, que por entonces se llamaba El Aybal, era al igual que hoy en día el sitio elegido para realizar ejercicio, y se podía ver -especialmente por las noches- gran cantidad de gente correr y caminar por sus senderos. La parada obligada para retomar fuerzas y oxigenar era la rotonda, debajo de los potentes reflectores. 

 

Los hermanos Cristobal y el Chato Flores, vecinos de San Luis, recordaron: “Nos íbamos caminando por la ruta 51 desde el barrio para jugar a la pelota en la rotonda. Tenía muy buena iluminación de noche, el resto de las rutas eran oscuras, así que se destacaba. Jugábamos contra los changos de los barrios El Tribuno, Intersindical y con otros equipos”. 

El Chato Flores resaltó: “No había peligro, improvisábamos los arcos en la circunferencia de la rotonda. Se juntaba mucha gente. El tránsito era escaso, sobre todo de noche, solo pasaban los que iban a los barrios más antiguos de zona sur y a Cerrillos. Hoy miro la rotonda con mucha nostalgia”.

Efectivamente, para los conductores que circulaban por el lugar, los “partiditos” en la rotonda rompían la monotonía de transitar a oscuras por la ruta 9 (que luego se convirtió en 68 y finalmente en Av. ExCombatientes) y 51, de solo dos carriles. Hay que tener en cuenta que en dirección sur, solo se destacaban puntos con iluminación pública en los barrios El Tribuno, Bancario e Intersindical, para retornar la penumbra hasta la entrada al Bº Santa Ana. Ese era el último oasis de claridad antes de llegar a Cerrillos, luego de tener que atravesar la frondosa alameda de la Recta de Cánepa

Qué tiempos aquellos, ¿no?

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