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Una opción de riesgo para España y el socialismo

Martes, 06 de junio de 2023 02:27

En apenas 45 días España dirimirá una opción de hierro: la continuidad de la actual alianza gobernante, liderada por Pedro Sánchez y configurada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y otras formaciones situadas más a la izquierda, o girará a la derecha con una coalición hegemonizada por el Partido Popular (PP), con una presencia minoritaria pero significativa de la ultraderecha expresada por el partido Vox, encabezado por Santiago Abascal, que duplicó su caudal en los recientes elecciones locales en las que el oficialismo sufrió una estrepitosa derrota.

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En apenas 45 días España dirimirá una opción de hierro: la continuidad de la actual alianza gobernante, liderada por Pedro Sánchez y configurada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y otras formaciones situadas más a la izquierda, o girará a la derecha con una coalición hegemonizada por el Partido Popular (PP), con una presencia minoritaria pero significativa de la ultraderecha expresada por el partido Vox, encabezado por Santiago Abascal, que duplicó su caudal en los recientes elecciones locales en las que el oficialismo sufrió una estrepitosa derrota.

La convocatoria a elecciones nacionales adelantadas para el 23 de julio fue la inmediata y sorpresiva respuesta del gobierno de Sánchez a esa aplastante derrota en la competencia para la renovación de autoridades regionales y municipales, cuyo resultado arrinconó políticamente a la administración socialista y preanunciaba un contraste de igual dimensión en la contienda prevista originariamente para diciembre próximo. A la mañana siguiente de esa elección perdida, y cuando sus correligionarios todavía dormían, Sánchez comunicó la medida y señaló: "He tomado esa decisión a la vista de los resultados de ayer".

Colocado entre la espada y la pared, el debilitado jefe de Gobierno redobló la apuesta. Su objetivo es generar un escenario de extrema polarización para garantizar la unidad de las fuerzas de izquierda frente a la amenaza del retorno de una derecha tonificada por su reciente victoria y más radicalizada por la creciente influencia ideológica de Vox en las posturas del PP. Para fundamentar su iniciativa Sánchez afirmó que "solo hay un método para solventar la dudas, que es la democracia". Y agregó: "Lo mejor es que los españoles tomen la palabra y se pronuncien sin demora para definir el rumbo del país".

Una maniobra semejante ensayó exitosamente Sánchez en 2019, ocho meses después de llegar al Palacio de la Moncloa tras una moción de censura que desalojó al entonces líder del PP, Mariano Rajoy. Tras una gigantesca movilización convocada por los partidos de derecha en Madrid para solicitar su renuncia, mientras los legisladores de la oposición obstruían la aprobación parlamentaria del presupuesto, convocó a elecciones anticipadas para las que logró movilizar a su adormecida militancia partidaria y obtener así un triunfo arrollador.

El balance de las compulsas regionales y municipales fue devastador para la izquierda. El PP le arrebató al PSOE la administración de seis de las diez comunidades autónomas que gobernaba. Los socialistas solo retuvieron mayoría absoluta en Castilla-La Mancha. Andalucía, la comunidad regional más poblada de España y tradicional baluarte socialista, quedó en manos del PP, que ganó también la alcaldía de su capital, la emblemática Sevilla, y de sus ciudades más importantes, entre ellas Cádiz. A modo ilustrativo, en el plano municipal el PP obtuvo en todo el país 23.354 concejalías contra 20.255 del PSOE.

La victoria del PP instaló a su líder, Alberto Núñez Feijóo, expresidente y actual senador por la comunidad de Galicia, en las puertas de la jefatura del próximo gobierno. Esto postergó las ambiciones de la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien por primera vez en la historia ganó con mayoría absoluta en su jurisdicción y se proyectaba como una posible alternativa para la derecha.

En términos políticos, Núñez Feijóo es un pragmático inclinado hacia el centro, mientras que Díaz Ayuso, cuya gestión desde la vidriera nacional de Madrid le otorgó una elevada popularidad nacional, tiene un discurso más confrontativo y próximo a la derecha radicalizada representada por Vox, que en estas elecciones locales se convirtió en un factor decisivo para un eventual gobierno de PP. El apoyo de Vox será también indispensable para el funcionamiento de los gobiernos regionales y municipales ganados por el PP.

Sánchez, en cambio, pertenece al ala izquierda del PSOE, heredera de la línea impuesta por José Rodríguez Zapatero, quien ejerció la jefatura de gobierno entre 2004 y 2011 y revirtió el giro socialdemócrata impulsado en su momento por Felipe González, que gobernó durante catorce años entre 1982 y 1996. Bajo la conducción de Sánchez el PSOE estableció acuerdos con otras formaciones de izquierda y estructuró la coalición que lo llevó al poder hace cuatro años.

Esa política de alianzas fue precisamente uno de los detonantes de la reciente derrota de los socialistas. En el País Vasco su acuerdo con Bildu, una formación independentista vinculada en el pasado a la ETA, que llevó en su lista de candidatos a varios exconvictos por su pertenencia a aquella organización terrorista, fue utilizado exitosamente por la oposición de derecha como uno de sus ejes de campaña.

Unidos Podemos, un partido de la izquierda fundado en 2003 por Pablo Iglesias, financiado originariamente por el "chavismo" venezolano y actualmente liderado por Ione Belarra, que era hasta ahora el principal aliado de Sánchez en la coalición gobernante, quedó al borde del colapso, hasta el punto de quedar sin representación parlamentaria. Para recuperarse del golpe intenta un acuerdo con Sumar, un movimiento de izquierda independiente liderado por Yolanda Díaz, una exdirigente comunista y actual ministra de Sánchez que promueve la creación de un "frente amplio".

En la franja de la derecha, el PP tuvo mejor suerte. A diferencia del PSOE, que no se benefició electoralmente con la debacle de Podemos, capitalizó la casi totalidad de los votos que en 2019 habían sido cosechados por Ciudadanos, una agrupación de centroderecha liberal creada en 2006 por Alberto Ribera y encabezada hoy por Adrián Vázquez, que quedó virtualmente disuelta en las urnas. Encima, el fuerte crecimiento de Vox le proporcionó a Núñez Feijóo un socio incómodo pero indispensable para acceder al poder.

El impacto de lo que sucede en España trasciende sus fronteras. El 1° de julio Sánchez asumirá por un semestre la presidencia "pro-tempore" del Consejo Europeo. Habrá que ver si termina su mandato o si tiene que ceder su lugar a Núñez Feijóo. Pero la victoria de la derecha española se suma al triunfo de la primera ministra Giorgia Meloni, jefa de Hermanos de Italia, en las elecciones municipales y del líder conservador Kyriakos Mitsotakis, del Partido Nueva Democracia, en Grecia. Los tres forman parte de la Internacional de Centro, nueva denominación de la antigua central demócrata cristiana.

En América Latina, la Internacional de Centro incluye entre sus miembros el Partido Acción Nacional de México, el conservadurismo de Sebastián Piñera en Chile, el Partido Demócratas, que apoyó a Jair Bolsonaro, en Brasil, y el PRO en la Argentina. El PP desempeña un rol central en esa configuración. En marzo de este año sus dos ex jefes de gobierno, José María Aznar y Mariano Rajoy, lanzaron el Grupo Libertad y Democracia, que integran, entre otros, los expresidentes de México Vicente Fox y Felipe Calderón; de Colombia, Andrés Pastrana e Iván Duque; de Ecuador, Guillermo Lasso; de Bolivia, Jorge Quiroga, y de la Argentina, Mauricio Macri.

Si algo faltaba para subrayar esa interrelación entre la política hispana y el escenario latinoamericano, Pablo Iglesias, el fundador e ideólogo de Podemos, se encargó de ejemplificarla cuando manifestó que "en las elecciones españolas perdimos los aliados de Cristina Kirchner". Como contrapartida, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, los dos precandidatos presidenciales de PRO, expresaron su alegría por el triunfo del PP. A su manera, el presidente Alberto Fernández aportó también su granito de arena a ese esclarecimiento cuando, guardando silencio sobre lo sucedido en España, ese mismo día felicitó al presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien había ganado la segunda vuelta en la elección presidencial en su país.

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico

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