Si la verdadera belleza brota del corazón y habita en los ojos, como asegura la pionera estadounidense Judith McNaught Smith, diremos que los de Celeste Esquivel Guaraz (17) son de un verde indefinible, cálidos y sedosos. Aunque a veces se humedecen por la emoción y ella, para contenerla, parpadea. Su fuerza tiembla solo un instante, siempre y justo cuando recuerda a su madre, Viviana Elizabeth Guaraz. Justamente es este dolor insondable el que trae al presente porque exorcizó su orfandad adquirida hace dos años en una escuela de modelos, donde su cuerpo real no extrañó, sino que impactó. Y cuando al modelaje y la publicidad los habitan cuerpos que no existen en la naturaleza, o que si existen no son saludables de tan adelgazados y photoshopeados, decir Lo mío es ser modelo talla grande resulta de una valentía encomiable. "Una sufre", admite Celeste y empieza a desgranar su historia como los buenos narradores: por el principio.
"Cuando comencé me sentía insegura de mi cuerpo. Siempre quise estudiar modelaje, pero veía a tantas modelos flacas, flacas, flacas -enfatiza- que miraba mi cuerpo y pensaba que la que estaba mal, contra la corriente, era yo. Ni a entrar a preguntar me animaba. Un día mi papá me dijo: "¿Por qué no probás?'' y vine a la academia de Alejandro Leal", inicia.
Su papá, Gustavo Aníbal Esquivel (51), y sus hermanos Iván (29) y Matías (27) Albera la alentaban a salir, a buscar una vocación que le devolviera la sonrisa extraviada en uno de los peores acontecimientos que le pueden tocar a una adolescente. "Fue una pérdida muy dura para mí porque yo era muy apegada a mi mamá. Desde que nací nunca me había separado de ella hasta que falleció y estoy muy agradecida a mi familia y a mi academia. Me ayudaron mucho en aquel momento", relata.
El sentirse excluida del mundo fashion no era producto de una timidez adolescente. El del modelaje puede resultar un ámbito cruel y salvaje. "Por estatura, peso o color de piel en otras academias te discriminan. El no ser altísima, no tener un buen cuerpo o no llenar las expectativas de los desfiles de moda grandes como el de Victoria''s Secret u otros... No siempre el ser gordita, morocha o tener capacidades diferentes significa que no podamos hacer algo. ¿Dónde está escrito que no?", comenta. Luego, como si respondiera su pregunta retórica, añade: "Hace poco los de Victoria''s Secret despidieron a una modelo hermosísima porque pesaba 50 kilos y estaba gordísima para ellos".
Entonces, está escrito por marcas como Victoria''s Secret y trasciende cuando a bellezas como Erin Heatherton (27) las excluyen. De hecho, la propia modelo confesó en abril pasado que "por su gordura de 50 kilos" ya no trabajaba para la compañía de lencería femenina y que había entrado en una depresión profunda. Victoria''s Secret dice crear ángeles, pero les pide a los espíritus celestes que pueblan su firmamento algo más que gracia y encanto. Como lo dejó entrever la brasileña Adriana Lima (35), cuando relató la rigurosa rutina de ejercicios que debe cumplir un ángel y cómo dos semanas antes de cada desfile siguen una dieta líquida y cómo doce horas antes de cada evento incluso dejan de beber agua.
En las antípodas, Celeste va a la nutricionista y sigue los consejos de la profesional. "Mi peso está en parámetros normales. Soy piernuda y por más que me esfuerce en hacer ejercicio mis medidas no ceden. Si bajo más, entro en anemia", aclara, convencida de lo vano de luchar contra su contextura.

La familia

La entrevista transcurre con un ensayo de la academia de Alejandro Leal de fondo. El profesor hace parar la música y cede el turno de habla a un modelo masculino. El muchacho cuenta cómo se siente. Todos escuchan en respetuoso silencio. Brotan aplausos. Vuelve la música.
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Celeste, con sus compañeros de la academia de modelos de Alejandro Leal, de fondo. Andrés Mansilla
"Esta es una gran familia. Aquí se dan cuenta enseguida de cómo está cada uno de ánimo, si estás mal o si estás triste. Además de ser una academia es una casa donde te escuchan, te apoyan y te aconsejan", señala Celeste. Sus ojos brillan de cariño y admiración al mirar a su profesor. "Alejandro nos da seguridad", comenta.
La crítica puede ser una ponzoña venenosa difícil de sorber. Más cuando "no te tocó el cuerpo". "Recibí muchos buenos comentarios y críticas constructivas, mayormente de hombres y mujeres. A veces, las chicas de mi edad me hacen comentarios malos a lo que siempre respondo que mientras ellas se están ocupando de mí, yo estoy cumpliendo mi sueño y por eso no me importa lo que me digan", dice, resuelta, Celeste. Pero, conciliadora como las almas grandes, añade: "Soy la primera que las entiende, porque a nuestra edad somos inseguros y criticamos mucho al diferente. Yo tengo mis altos y mis bajos. Muchas veces siento miedo de salir a la pasarela y de llevarme una mala crítica, porque así uno sea muy seguro de sí mismo una crítica mala te puede colocar en un punto de inicio, más cuando no tenés el cuerpo perfecto. "¿Cómo puede estar en una pasarela?'', te dicen".

La pasarela

A pesar de todo, cada vez que Celeste transita por ese pasillo estrecho y elevado, con la conciencia de ser contemplada por el público, es feliz.
"Cada desfile es algo espectacular, me siento bien, me siento cómoda porque vos salís y es algo fascinante, un sueño que vos sentís que estás logrando, El hecho de que no tengas el cuerpo que debería tener una modelo ya no importa. De pronto estás cumpliendo ese sueño y rompiéndola, y a pesar de todas las críticas eso te motiva a seguir", define.
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Celeste brilla sobre la pasarela. Andrés Mansilla
Una vez más se cuela la presencia benéfica y angelada de su madre. "Mi mamá siempre quiso que hiciera esto (por el modelaje). Yo a ella le dedico mis logros, tanto de los estudios como de la carrera", comenta. Celeste comparte con El Tribuno una hilera de planes inagotable. Dice que le encanta leer, que quiere seguir el Profesorado de Lengua y Literatura, luego de haber ingresado en la Gendarmería. Por ahora, cursa el cuarto año en el colegio secundario Dr. Ernesto Miguel Aráoz. Su corto plazo está fijado en el 6 de noviembre. Esa jornada participará del Fashion Day Moda Show, que se realizará en el Hotel Salta.
Celeste dice que el mundo del modelaje también se está abriendo a la integración.
"Hasta Disney está haciendo una princesa que lucha contra el cáncer y la moda también está cambiando porque el mundo es diverso y difícil. Un cuerpo real para un mundo real. Acá muy pocas son el estereotipo de una modelo (por sus compañeras) y me parece excelente porque vamos mejorando", se ilusiona. Luego trae a colación un tema tabú: la discriminación hacia los modelos masculinos. "A ellos les dicen que son maricones, p... y ellos son chicos a los que les gusta esta carrera y también los discriminan por peso, estatura y colores de pelo, ojos y piel", asegura. Las meteóricas carreras de bellezas de talla grande como Denise Bidot, Iskra Lawrence y Barbie Ferreira nos hacen avizorarle un gran futuro a nuestra Celeste.
"Si yo llegara mucho más lejos de lo que estoy ahora... No soy de esas personas que se olvidan de dónde salieron. Leonor Pedroza, mi profesor Alejandro Leal y mis compañeros son lo más importante. No me olvido de quién soy. Vengo acá aprendo, me divierto. Cuando ingresé no sabía ni pararme sobre zapatos de taco alto y ahora uso de 17 cm y ando con ellos como si fueran zapatillas", ríe. Le preguntamos si alguna vez tropezó en esos tacos tan altos.
"Sí tengo una que otra caída, pero, como dice Alejandro, las caídas son parte de la vida, y uno se levanta y sigue...", dice, y al parpadear unas espesas pestañas dejan ver unos ojos intensamente cálidos y verdes.

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