Las recientes declaraciones del cantante Gustavo Cordera, que han suscitado la justificada reacción inmediata, tanto pública como de organismos estatales, ameritan empero un particular análisis pues a nuestro entender la cuestión es aún muchísimo más grave de lo que parece.
Lo que sencillamente el artista ha propuesto es un regreso a las leyes que imperan en la selva; o lo que es lo mismo, en la Naturaleza. Su posición bien manifiesta si nos atenemos a sus dichos es dar por tierra la normativa que permite una convivencia civilizada para atender sólo a los impulsos animales que por supuesto aún habitan en cada uno de nosotros, los humanos.
Ante todo cabe recordar que se refirió a dos asuntos en especial.
Uno, su consideración de que es "una aberración" que la legislación actual no permita tener relaciones sexuales con aquellos menores que "quieran" mantener relaciones con un adulto. Y agregó: "Si yo tengo algo bueno para darte puedo desvirgarte como nadie en el mundo. A mí lo discursivo no me dice nada de los derechos de la mujer. A mí hablame de cómo te sentís y te entiendo, pero si me hablás de los derechos no te escucho porque no creo en las leyes de los hombres, sí en las de la naturaleza". Sus palabras exactas fueron: "Es una aberración de la ley que si una pendeja de 16 años con la concha caliente quiera coger con vos, vos no te las puedas coger". El otro tema que abordó, lo expresó así: "Hay mujeres que necesitan, porque son histéricas, ser violadas, porque psicológicamente lo necesitan y porque tienen culpa y no quieren tener sexo libremente. Quieren jugar a eso. A mí no me gusta jugar a eso, pero hay gente a los que sí. Somos muy complejos los seres humanos".
Lo que entendemos más grave de estos dichos, es que lo propuesto es destruir lisa y llanamente el contrato social para pasar a vivir en instancias netamente animales; regirse por los instintos.
Cuando Cordera afirma "si me hablás de los derechos no te escucho porque no creo en las leyes de los hombres, sí en las de la naturaleza" pone la condición animal por encima de lo que es privativo de lo que caracteriza a lo humano que es la toma de consciencia antes de decidir.
Obviamente que todo animal al estar regido por los instintos asegurando la procreación para evitar la extinción de su especie llevará a que la hembra sea preñada ni bien su organismo se encuentre en condiciones para ello. Pero la persona humana no vive de esa manera. Hace mucho que hemos acordado superar lo instintivo para situarnos en el imperio de las normas. Ésas, que implican derechos y obligaciones de las que Cordera afirma descreer.
Siguiendo el criterio de Cordera de no creer "en las leyes de los hombres, sí en las de la naturaleza" cada uno de nosotros queda habilitado para quitarle el abrigo en la calle al prójimo si se está sintiendo mucho frío e ingresar a robar el alimento a los comensales de un restaurante porque en ese momento se siente uno hambriento.
Esto es lo que torna excesivamente grave a los dichos expresados! Porque lo que está proponiendo es una forma de vida ajena a la que los humanos hemos estado pergeñando por milenios. Su propuesta es que hay que acabar con lo que entendemos como "proceso civilizatorio" para dar pleno imperio a las conductas animales. Disolver la consciencia y entregarse a los llamados del instinto.
Algo que, desde hace algún tiempo, también se está proponiendo con el uso de agentes químicos se ha llegado al despropósito de hablar de "drogas recreativas" como si pudiera haber tales y resultaran inofensivas que al provocar la alteración de la consciencia favorecen la producción de conductas en las que las normas pasan a diluirse.

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