La presencia del Espíritu Santo para impulsar el envío misionero y la llegada a las periferias donde están los más heridos ocupó anoche el centro de la reflexión y la celebración de la Misa Crismal de la Diócesis de Jujuy, que el 20 de abril cumplirá 90 años.
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La presencia del Espíritu Santo para impulsar el envío misionero y la llegada a las periferias donde están los más heridos ocupó anoche el centro de la reflexión y la celebración de la Misa Crismal de la Diócesis de Jujuy, que el 20 de abril cumplirá 90 años.
La ceremonia fue presidida por el obispo Daniel Fernández en el Colegio Del Salvador con la presencia de todos los sacerdotes y religiosas que se desempeñan en la jurisdicción, como signo de unidad con su pastoreo. En la introducción se destacó que festejan sus Bodas de Plata sacerdotales los padres Daniel Baca (parroquia San Pedro de Río Negro) y Abraham Pereyra (parroquia Nuestra Señora de los Dolores, Tumbaya).
Los santos patronos San Salvador y la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya recibieron el incienso apenas realizado el ingreso y al finalizar se invocó su protección.
Luego de la liturgia de la Palabra, monseñor Fernández destacó en su homilía la importancia de la Misa Crismal, a las puertas del Triduo Pascual. Y destacó que el "Espíritu Santo es el animador de la misión salvadora del Mesías y anima la misión de la Iglesia".
En un tramo emotivo, expresó "cuánto dolor experimentamos a diario, alrededor, con quienes sufren la exclusión social, las injusticias; las víctimas del sistema son los más pobres de los pobres, los descartados". Y con la voz acongojada se lamentó por "nuestro mundo herido, nuestros changos heridos, nuestra familia herida, la Patria herida".
Exhortó entonces a que en la misión diocesana de julio, "sintiendo el impulso del Espíritu Santo lleguemos a las periferias, donde el hombre está más herido". Y dentro del proceso sinodal que transita dijo que la "Iglesia necesita misioneros apasionados".
Para el Proyecto de la Misión Diocesana por el 90º aniversario, pidió la gracia de "no vacilar y tener valor para anunciar el Evangelio", lo que hará que la fe no se vuelva un museo de recuerdos sino que siga adelante, y que la Virgen de Río Blanco "siga estando junto a nosotros".
Luego los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales y la comunidad acompañó con la oración; siendo luego el turno de los religiosos que renovaron también sus votos. Por último, los fieles se pusieron de pie para expresar su compromiso.
En el momento cúlmine, los sacerdotes y laicos acercaron los óleos sagrados y el santo crisma que fueron bendecidos por el obispo para ser distribuidos en las distintas parroquias. El primero fue el óleo para confortar en la Unción de los Enfermos, luego el óleo para el Bautismo y finalmente el aceite perfumado para ungir a los bautizados, confirmados, sacerdotes, obispos y templos.
La ceremonia contó con la animación del Ministerio de Música Berajhá.