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La historia de un joven que superó una enfermedad que lo fortaleció

Pablo Chapana es un joven de 20 años que vive en el barrio Santa Bárbara de la ciudad de Palpalá. Años atrás le detectaron leucemia, estuvo grave, pero supo salir adelante. Brinda un mensaje esperanzador.
Viernes, 17 de noviembre de 2017 00:00

La historia de Pablo Chapana es una historia de superación, valor y fe. Durante su corta vida atravesó situaciones muy delicadas que aprendió a superar aferrándose a Dios y a las ganas de vivir.

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La historia de Pablo Chapana es una historia de superación, valor y fe. Durante su corta vida atravesó situaciones muy delicadas que aprendió a superar aferrándose a Dios y a las ganas de vivir.

Al margen de una terrible enfermedad que empezó a manifestarse en su adolescencia, el joven estaba descarrilado y sumergido en los malos hábitos pero supo cambiar a tiempo.

Sus años de infancia transcurrieron como la de cualquier niño, aunque las dificultades económicas que poseían sus padres eran abundantes e impactaron en su crecimiento.

Cuando llegó a la adolescencia, los problemas que tenía en su hogar causaron que saliera a la calle a buscar un refugió y lo encontró en las malas amistades que lo desviaron. Pero lo peor llegó cuando tenía 14.

Su vida dio un giro rotundo al contraer una enfermedad que lo llevó a estar en estado crítico en el Hospital de Niños durante varios meses.

Sus defensas estaban muy bajas. Entraba e ingresaba una y otra vez de terapia intensiva.

Él no se daba cuenta de la gravedad de su estado, los médicos y sus padres tampoco prefirieron decirle para no alarmarlo y para que no pierda las esperanzas de salir adelante. Tenía un coágulo en la cabeza y todo parecía empeorar con el correr de los días.

Un día quedó dormido, previo a eso recibió un mensaje que le dio esperanzas. Su tía ingresó a hablarlo y le dijo que confíe en Dios, juntos hicieron una oración, "en ese momento me sentía muy mal, rezamos junto a mi tía, me dolía mucho la cabeza por ese coagulo que tenía.

Estaba grave y no me daba cuenta, afuera de la habitación en la que estaba todos sabían lo que realmente me sucedía".

Los médicos habían preparado a sus padres para lo que podía llegar a pasar con Pablo, no podían operarlo por ese coágulo por temor de tocar otras zonas y perjudicarlo aún más. Por ello le dijeron que era muy probable que perdiera la vida o quedase en estado vegetativo.

Su vida pendía de un hilo, pero sus ganas de mejorar fueron más fuertes y lo esperado no resultó ser lo que pasó con el joven. Sintió algo especial con la visita de su tía, "desde ese día, después de rezar con mi tía, empecé a sentir mejoras, me dejó de doler la cabeza y se encendió una luz de esperanza en mi vida", dijo.

Pasó ese momento tan duro y al día siguiente despertó y se sintió diferente. Los estudios continuaron y las mejoras empezaron a aparecer. Volvió a recuperar las fuerzas y logró salir de ese estado crítico.

Al salir del nosocomio, continuó llevando una vida que no era la correcta, "salí del hospital, pero seguía cometiendo errores, tuve problemas con la Policía porque llevaba una vida muy fea".

Al mencionar esas etapas de su vida, Pablo recordó momentos de su infancia, "mis padres me tuvieron de joven a los 20 años; se separaron. Tuve una infancia dura, muy golpeada por los serios problemas económicos que ellos tenían".

Continuó diciendo: "Mis padres estuvieron y no estuvieron a la vez porque no me pudieron preparar para los golpes de la vida, por eso me desvié del camino. Aprendí muchos valores cuando ingresé a la Iglesia, era una persona que no quería estudiar, pero empecé a sentir esas ganas de superarme y ser mejor".

Pasaron un par de años y su salud había mejorado, pero no su vida. Un día empezó a visitar una iglesia del barrio Antártida Argentina de la ciudad de Palpalá y desde allí no dejó de acudir a ese lugar. Esa vez, Pablo pudo encontrar un refugio que lo encaminó y lo ayudó a ser mejor persona. Muy diferente al que había encontrado años atrás en la calle.

"Sentí que todo cambió desde ese día, empecé a tener más fe y a creer en Dios. A los 17 años veía la vida de otra manera", recuerda.

"Saqué provecho de lo malo"

La enfermedad que tuvo a los 14 años no había desaparecido del todo. Cinco años después la vida le presentó a Pablo un nuevo obstáculo. La patología reapareció y los médicos pudieron detectar con exactitud de qué se trataba: leucemia.

Se sentía cansado y con muchos dolores, empezaron a brotar los síntomas.

Estuvo 5 meses postrado en una cama y llegó al punto de no poder caminar. Pero de a poco, aferrándose a Dios, logró entender lo que le pasaba y lo asumió. No dejó que la bronca lo invadiera, tampoco el rencor. Vio a su situación como obstáculo que la vida le puso enfrente y que debía superarlo, y lo hizo.

"Hay una fuerza que a veces no se dé dónde la saco, no es solo físico sino también espiritual, yo siento que Dios entró a mi vida y me ayudó a salir adelante. Obvio que yo también puse mi parte", contó.

En la actualidad Pablo se encuentra finalizando su recuperación.

Sigue con el tratamiento y día a día su salud mejora, y brinda consejos para aquellos que atraviesan una situación similar, "mi consejo para todos los que están mal es que se aferren a Dios, no es solo quedarse con la cabeza agacha. La enfermedad no la mandó Dios, no hay que pensar así".

"Yo tengo una mentalidad positiva hoy en día, no me siento mal, estoy feliz, alegre y con respecto a lo que me pasó siento que es una experiencia que llegó a mi vida para que yo me fortalezca y pueda aconsejar al otro a superar obstáculos. Le saco provecho a lo malo. En vez de decir que es un castigo o algo malo lo veo como algo que me fortaleció y me motivó a ayudar a los demás".

Además, es alumno en la Modalidad Hospitalaria y allí conoció a muchos otros alumnos y docentes. Participa activamente en los eventos que se realizan en la institución y su deseo es aconsejar a todo aquel joven que se encuentre perdido o sin esperanzas.

La tarea de la fundación Fermín Morales

La fundación “Fermín Morales” es una institución que se dedica a contener y colaborar con los niños que sufren de cáncer y sus familias. Muchos de los pequeños que sufren de esta enfermedad en nuestra provincia provienen de familias de escasos recursos, es por ello que una de las principales actividades que realizan es, mediante donaciones de la gente, colaborarles con alimentos, vestimenta, mejoras para la vivienda y el hábitat, traslados a centros hospitalarios, alojamiento a padres del interior que traen a sus hijos a hacerse el tratamiento a capital, servicios de sepelios y trámites en general. 

Además, “Fermín Morales” trabaja en conjunto con profesionales de la Sala Fucsia del Hospital de Niños y en muchas ocasiones son ellos los que llevan los casos a la fundación. Aproximadamente por año reciben a unos 40 niños y sus familias con algún tipo de necesidad que ellos intentan solucionar. 

Llamado a la solidaridad

AYUDA/ UNOS DE LOS TANTOS BENEFICIADOS POR LA FUNDACIÓN.

La fundación es una institución sin fines de lucro y sostenida a pulmón por voluntarios, por eso para llevar a cabo cada actividad realizan campañas solidarias. Las mismas en muchas ocasiones se realizan desde las redes sociales y en los medios de comunicación, donde se realizan pedidos formales de lo que se requiere y la gente colabora. Instituciones públicas, escuelas, instituciones privadas, políticos desde el anonimato o cualquier persona en general, muestran su cara solidaria y los acompañan en esta causa.

Lo que necesitan es mercadería: alimentos no perecederos y agua saborizadas principalmente; ropa en buen estado: para todas las edades y calzados; y artículos para el hogar en general: desde muebles hasta utensilios de cocina. Artículos de limpieza como ser: Alcohol en gel, barbijos, etc.

Para colaborar con la fundación se pueden dirigir en horario matutino a José de la Iglesia 1700 barrio Cuyaya, la sede se encuentra dentro del Colegio de Técnicos. Vía Facebook: Fundación Fermín Morales.

Tienen armado un proyecto que apunta a que en las escuelas puedan explicar sobre esta enfermedad. “Queremos hablar sobre el cáncer, enseñarles a los niños de que se trata esta patología. El cáncer es una batalla como muchas que tenemos que enfrentar en la vida, no es un sinónimo de muerte, hay que ponerle voluntad y fortaleza. Además tenemos pensado hablar sobre nutrición, síntomas y la parte médica que conlleva el tratamiento”.

Ayuda para Axel

Axel es un pequeño que asiste a la fundación junto a su madre. Semanas atrás se le rompió la cama y pide colaboración a la sociedad jujeña. Para colaborar están disponibles el número 3884717299 o acercarse a la fundación, Santibáñez 1280.
 

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