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Micaela López Bianchi ?En este momento, me siento feliz ciudadana del mundo?

Sabado, 06 de julio de 2013 23:05

Después de un baile grupal en el que todas buscaron lucirse, vino el momento del haz de luz individual. El instante iba a durar muy poco: lo que uno demora en bajar una escalera. Entre las 60 participantes, de diferentes países del mundo, estaba Micaela. La banda que le atravesaba el pecho decía “Argentina” (muchas veces tuvo el honor de lucirla). Los organizadores de Miss Awamax, en Malasia, habían decidido que el descenso por las escalinatas se hiciera por orden alfabético: “Argentina”, primero. Cuando el haz de luz la bañó, Micaela sonrió. Y bajó. Al cuarto paso sintió el pie ajeno que la trababa. Y rodó espectacularmente. “El vestido me quedó de bufanda. No me alcanzaban las manos para intentar bajármelo. En ese momento, delante de cientos de personas, mi reacción fue reír y reír... ­De los nervios, obvio! La gente también se rió. Y aplaudió. A la chica que me puso la zancadilla la sancionaron. La mandaron a su casa. Esa fue la experiencia fea más fuerte que tuve, pero no la única. Después lo clásico: que te roben los zapatos o el maquillaje; que te digan mal un horario para que llegues tarde...”, le contó Micaela López Bianchi a El Tribuno, desde una habitación de hotel en Beirut (Líbano). La modelo salteña de 23 años se encuentra en ese país de Medio Oriente porque acaba de ganar allí el certamen Miss World Next Top Model 2013, que elige a la mejor modelo del mundo.

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Después de un baile grupal en el que todas buscaron lucirse, vino el momento del haz de luz individual. El instante iba a durar muy poco: lo que uno demora en bajar una escalera. Entre las 60 participantes, de diferentes países del mundo, estaba Micaela. La banda que le atravesaba el pecho decía “Argentina” (muchas veces tuvo el honor de lucirla). Los organizadores de Miss Awamax, en Malasia, habían decidido que el descenso por las escalinatas se hiciera por orden alfabético: “Argentina”, primero. Cuando el haz de luz la bañó, Micaela sonrió. Y bajó. Al cuarto paso sintió el pie ajeno que la trababa. Y rodó espectacularmente. “El vestido me quedó de bufanda. No me alcanzaban las manos para intentar bajármelo. En ese momento, delante de cientos de personas, mi reacción fue reír y reír... ­De los nervios, obvio! La gente también se rió. Y aplaudió. A la chica que me puso la zancadilla la sancionaron. La mandaron a su casa. Esa fue la experiencia fea más fuerte que tuve, pero no la única. Después lo clásico: que te roben los zapatos o el maquillaje; que te digan mal un horario para que llegues tarde...”, le contó Micaela López Bianchi a El Tribuno, desde una habitación de hotel en Beirut (Líbano). La modelo salteña de 23 años se encuentra en ese país de Medio Oriente porque acaba de ganar allí el certamen Miss World Next Top Model 2013, que elige a la mejor modelo del mundo.

Aquel año (2009), en Malasia, el tropezón fue caída. Pero como en los cuentos de princesas, el final tuvo perdices: Micaela se llevó la corona y ese nuevo triunfo le siguió abriendo puertas. “Hay modelos que tienen sus representantes; yo no, me manejo sola, enviando fotos a través de internet. Desde que empecé con los concursos una cosa fue llevando a la otra. Un productor me veía y me ofrecía participar en otro concurso, y así... Por ejemplo, cuando participé en el certamen Miss Primavera en el programa de Susana Giménez, un productor me vio y me propuso inscribirme en Miss Italia en el Mundo. A partir de la participación en este concurso fue que me quedé a vivir en Roma”, contó Micaela.

Su proceder no es antojadizo. Ella dice que tiene sustento en filosofías ancestrales, como el hinduismo. “Yo dejo que fluya la energía. Soy una persona agradecida. A la India he viajado muchas veces porque cuando estuve en Miss Intercontinental, uno de los sponsors era el organizador de Indian Princess y me invitó a sumarme como entrenadora. Desde 2010 soy la coach oficial de las participantes. Las entreno para desenvolverse en la pasarela”.

Como Miss World Next Top Model 2013, Micaela tendrá ahora una agenda bastante apretadita: “Tengo que hacer un tour por Suiza, Londres e Italia porque los sponsors del concurso en Beirut (diseñadores de ropa, de joyas y de relojes) me quieren para sus campañas publicitarias. Después tengo que volver al Líbano y quedarme aquí tres meses, cumpliendo con los sponsors locales”.

Y después, cada enero y febrero, Micaela vuelve a la India a desempeñar su rol de entrenadora. “Me interesa mucho la cultura de ese lugar. He practicado la meditación y el yoga. Tengo plena conciencia del alma y de la energía. Aprendí a manejar mi vida con optimismo y a ocuparme tanto del cuerpo como del espíritu”, siguió contando.

En eso que ella llama espíritu, Micaela incluye esa “materia” que tantas veces desaprobamos por estrechez mental. “Al conocer tantas culturas diferentes, aprendí a ser más tolerante con las cosas que no entiendo. Trabajar en el Medio Oriente, por ejemplo, me permitió comprender esta cultura que a veces tiene tanta mala prensa. La gente de aquí es pacífica, amable y muy apegada a la familia”, manifestó.

Micaela empezó con el modelaje a los 15 años. “Para mi mamá fue más difícil que para mi papá. Obviamente me apoyaron, pero creo que porque no les quedó otra opción. No les pregunté, simplemente me fui por mi camino (risas)”, comentó.

Ya en carrera, fue avanzando sin prisa, pero sin pausa. Uno de sus primeros peldaños fue el título de Sirenísima, el concurso que organiza El Tribuno cada verano. Hoy, cuatro años después, varias coronas han reposado sobre su cabeza. La ecuación suele ser: concurso + nueva corona = a más distancia. “Lo más difícil de estar lejos es estar sola. Por suerte a mí la soledad no me pesa. Disfruto conmigo misma, pero el hecho de estar viajando todo el tiempo no me deja elaborar un sentido de pertenencia. Me pasa muchas veces que apenas empiezo a hacer amigos en un lugar, ya me tengo que ir. Pero lo bueno es que me adapto fácilmente”, dijo.

Ese ritmo, claramente, tampoco le facilita la tarea de moldear una relación: “Hoy por hoy, cero novio. Es muy difícil por el estilo de vida que llevo. Ya comprobé que no importa si estoy en EEUU, Medio Oriente o Italia, cuesta encontrar a un hombre que no sea posesivo y que entienda mi independencia y mi carrera. Diría que es casi imposible. Aparte, para intentar una relación hace falta tiempo y yo casi nunca estoy más de tres meses en un solo lugar”, contó Micaela, algo resignada.

Micaela se mueve sola por el mundo. Con 23 años, ha edificado una carrera y una personalidad firme, basada fundamentalmente en ese optimismo tenaz que ella asocia a la “buena energía”. Por supuesto que, aunque todo parezca relucir a su alrededor, hay cosas que están lejos de ser color de rosa: “Nos controlan mucho, sobre todo en Europa. Tristemente he visto casos de trastornos alimentarios y algo peor: mucha droga. Algunas chicas consumen para mantener el ritmo de los castings y de las jornadas laborales”.

En Salta, claro, siempre encuentra sosiego: “Extraño a mis amigas, las empanadas, los asados de los domingos en familia... Pero bueno, esas ausencias son parte de las elecciones que uno hace. En este momento, me siento feliz habitante del mundo”, resumió, precisamente, desde el otro lado del mundo.

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