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Dos caminos que llevan al pantano

Martes, 20 de febrero de 2024 21:49

El descontrol en la administración de los fondos destinados a cubrir urgencias sociales alimenta mitologías políticas que colocan a la justicia social como un cáncer que carcome a la libertad y a la nación. Un disparate que desconoce la historia.

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El descontrol en la administración de los fondos destinados a cubrir urgencias sociales alimenta mitologías políticas que colocan a la justicia social como un cáncer que carcome a la libertad y a la nación. Un disparate que desconoce la historia.

Las "cajas negras" que se sostienen con el drenaje de recursos condenan, en primer lugar, a los sectores de menores ingresos. Eso ocurre en un Estado elefantiásico e ineficiente, sin justicia social. Es el Estado de los "Chocolate". Pero el concepto de "justicia social" no puede confundirse con el igualitarismo, la idea distorsiva de que todos tienen que ganar lo mismo, trabajen o no. La sociedad que reniega de la "meritocracia" termina destruyendo, como pasa en la Argentina, la educación, el empleo genuino y la calidad de vida. Pero la justicia social es otra cosa.

En primer lugar, el Estado es una institución concebida para garantizar el Derecho y la paz. Por eso debe construir una Justicia eficiente, un sistema de salud de calidad accesible a todos por igual y una escuela pública a cargo de docentes formados y remunerados conforme a lo que exige la educación, entendida como servicio esencial.

Renegar del Estado es un deporte anarquista, absolutamente irresponsable. Sin Estado, nadie es libre; con un estado absolutista y totalitario, tampoco.

Entre esos extremos se juega hoy el presente y el futuro del país. Y ambos extremos sólo pueden llevarnos al desastre. Con una pobreza del 60%, cualquier gobierno y, sobre todo, la élite de la política, deberían deponer la estudiantina política.

Renegar de la democracia (aboliendo el Estado o sobredimensionándolo) es tomar un camino violento que va a la ciénaga, sea siguiendo los pasos de Donald Trump, Giorgia Meloni o Bukele, o, por izquierda, el de Nicolás Maduro o Daniel Ortega.

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