El barrio El Carmen, justo arriba del templete San Cayetano en la zona oeste de la ciudad, tiene casi 25 años. Cientos de familias viven desde finales de los ochenta en las casas que construyeron allí, luego de adquirir sus terrenos al lotearse esas tierras. Pidieron que se coloquen los servicios y, cansados de esperar, decidieron organizarse para instalar las cloacas y el agua, por sus propios medios.
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El barrio El Carmen, justo arriba del templete San Cayetano en la zona oeste de la ciudad, tiene casi 25 años. Cientos de familias viven desde finales de los ochenta en las casas que construyeron allí, luego de adquirir sus terrenos al lotearse esas tierras. Pidieron que se coloquen los servicios y, cansados de esperar, decidieron organizarse para instalar las cloacas y el agua, por sus propios medios.
La semana pasada algunos de los vecinos vieron colmada su paciencia. Dicen los habitantes del barrio que el agua estuvo cortada días enteros y que, atendiendo a los reiterados reclamos de los vecinos, desde Aguas del Norte respondían que no podían dar solución al problema, en tanto que la mayoría de las viviendas no están escrituradas y el barrio es considerado un asentamiento.
Doris Villanueva, una vecina, contó a El Tribuno que hace años que tratan de regularizar su situación, tanto a nivel legal, en el Instituto Provincial de la Vivienda, como a nivel de obras, para contar con mejores servicios y vivir en un lugar mejor.
Particularmente con el tema del agua, la situación es bastante complicada. Los vecinos realizaron una precaria instalación de una red con mangueras, mediante la cual se proveen de este recurso. Están “enganchados” a la red de los vecinos del Grand Bourg.
La vecina dijo que en Aguas del Norte tienen conocimiento de esta situación, pero no toman ninguna determinación.
“Muchísimas veces enviamos notas a las autoridades, con nuestros reclamos, pero jamás hubo respuesta”, dijo la vecina. “No pedimos lujos, queremos contar con los servicios más esenciales para vivir”, remató.
Nélida Vargas, quien vive en el lugar, dijo que el problema del agua se intensificó tras el temporal del 18 de septiembre. “Cada vez es más largo el período de tiempo que el agua está cortada. Es muy incómodo por los chicos, sobre todo. No tenemos cómo bañarnos, cómo bañarlos a ellos para que vayan a la escuela. Ni para cocinar”, dijo. “Es triste vivir así”, dijo Miriam Pascuala, otra vecina.
El Tribuno intentó comunicarse con Aguas del Norte, el Instituto Provincial de la Vivienda y la Secretaría de Obras Públicas de la Municipalidad, pero no obtuvo respuesta.