Ministerio de Cultura francés entendió que Quino, padre de la ingeniosa Mafalda, contribuyó al “resplandor” de las artes y de las letras en Francia y en el mundo, y por ese motivo decidió distinguirlo con la medalla oficial de la Orden de las Artes y las Letras.
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Ministerio de Cultura francés entendió que Quino, padre de la ingeniosa Mafalda, contribuyó al “resplandor” de las artes y de las letras en Francia y en el mundo, y por ese motivo decidió distinguirlo con la medalla oficial de la Orden de las Artes y las Letras.
La ceremonia será el 1 de diciembre en París, en el marco de la 28 edición del Salón del Libro y de la Prensa Juvenil, que se inaugurará mañana y se extenderá hasta el 3 de diciembre, de acuerdo con lo informado por Karmafilms, el distribuidor de la obra y de los derechos de Quino en Francia.
Por su parte, la ministra de Cultura francesa, Aurélie Filipetti, será la encargada de entregarle la medalla y de pronunciar el discurso que habitualmente acompaña la condecoración, agregaron desde esa compañía.
Quino, que en julio pasado cumplió 80 años, dijo en una entrevista reciente a la agencia española EFE que en 1973 dejó de dibujar a Mafalda y en 2009 anunció una “ausencia temporal” para encontrar nuevos temas que le inspiraran, y la manera de hacer “más actual” sus creaciones.
“Creía que la humanidad iba a encontrar otras vías para canalizar su manera de vivir, pero seguimos cometiendo los mismos errores”, remató el dibujante, quien dijo sentirse abrumado por el hecho de que casi 50 años después de haber creado a Mafalda su mensaje siga presente en un mundo que, cree, “atraviesa un oscurantismo muy peligroso”.
Aunque el autor dejó de dibujar en 1973 a esa niña de abundante pelo oscuro, inteligente e irónica, le sigue sorprendiendo que las críticas que lanzaba puedan aplicarse a la situación actual. En París, el Forum des Images se ha servido de uno de sus dibujos para que estudiantes de animación creen un corto que fue proyectado el domingo.
Quino admitió que el reconocimiento es “muy gratificante”, pero dejó claro que jamás pretendió llegar a miles de personas, y que aunque la gente le agradece cómo les abrió “la cabeza y el pensamiento”, él nunca fue muy consciente del alcance de su labor. “Yo hacía mi trabajo y nada más”, señala el dibujante, que se leía cada mañana “tres o cuatro periódicos” para inspirarse y que reconoce como único mérito el tener “una especie de antenita” para saber captar el ambiente. Y no sin cierto pesar, indica que el mundo que reflejó a través de los pensamientos de Mafalda, Manolito, Felipe, Libertad y sus otros personajes y viñetas está igual o peor que en sus comienzos.
“Mi período de mayor optimismo fue en los años sesenta, con los Beatles, el Che Guevara, cuando parecía que el mundo iba a cambiar para bien, o, al menos, para mejor”, señaló y, si no sigue publicando no es tanto por la edad sino por no haber encontrado nuevas fuentes que le inspiren lo suficiente.
Quino pasa la mitad del año en Europa y la otra mitad en Argentina, y asegura que sigue buscando la motivación en la música, en “el buen cine, no el de autos que explotan”, y en la lectura.
Aseguró que disfruta igualmente con actos como el que se le ha organizado en París, porque lo saca del aislamiento de un trabajo (el de los humoristas), que a su juicio siempre ha sido y es “muy solitario”.