El SUM -Salón de Usos Múltiples- de barrio San Benito está de fiesta los viernes. Guirnaldas y globos le dan color a las jornadas en las que se celebran los cumpleaños de los chicos del barrio, como se hizo con Carla Riso, que cumplió 3 y Pablo Aleman, que sopló 9 velitas. Brindaron, jugaron y compartieron una rica torta, todo casero que preparan los propios padres.
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El SUM -Salón de Usos Múltiples- de barrio San Benito está de fiesta los viernes. Guirnaldas y globos le dan color a las jornadas en las que se celebran los cumpleaños de los chicos del barrio, como se hizo con Carla Riso, que cumplió 3 y Pablo Aleman, que sopló 9 velitas. Brindaron, jugaron y compartieron una rica torta, todo casero que preparan los propios padres.
Muchos de los chicos que festejaron junto a Carla y Pablo viven situaciones muy difíciles en sus casas. Atravesados injustamente por problemas económicos, marginalidad y, en algunos casos, hasta de violencia familiar, son contenidos por las personas que, de manera voluntaria, colaboran en el SUM barrial. Cerca de 150 chicos, de ese y otros barrios aledaños, como Convivencia y Fraternidad, asisten a diario a comer y probablemente a encontrar un abrazo y sonrisa reparadora.
Carlos Alvarez, más conocido como “Paolo”, es un poco el responsable de muchas de las actividades que se hacen allí. Para empezar, todos los viernes, a la mañana, hay festejo. Cuando durante alguna semana no hay cumpleaños, se piensa en homenajear a alguna mamá o en celebrar el desempeño de los chicos en la escuela. Nunca faltan los motivos para juntarse y pasar un buen momento juntos.
“Lo que buscamos es que los chicos se sientan contenidos y que sepan que todas las semanas acá hay un lugar en el que se pueden reunir con otros chicos”, dijo Paolo.
Y festejar un cumpleaños es algo que va mucho más allá de la celebración en sí misma. Para un niño que vive en un hogar carenciado, tener una torta, un regalo y compartir con otros chicos es muy importante. Es algo que se graba de manera indeleble en la memoria y en la personalidad.
Quizás las vidas de Pablo y Carla, que jugaban con la pistolita de plástico y la silla rosa que recibieron durante el agasajo, no sean en un futuro siquiera similares a las de otros chicos que, como a ellos, les tocó una infancia difícil porque hoy tienen un espacio de contención. Seguirán disfrutando de ese espacio porque, como dice Paolo, “la necesidad no se toma receso”. El fue un chico de la calle y, a eso, lo conoce mejor que nadie. Hoy tiene una familia e hijos; además trabaja en el sector de Acción Social de la Municipalidad y organizando eventos. “Soy polifuncional”, se describe. Es, también, ejemplo de que el entorno no determina.
A un lado el prejuicio
San Benito, para muchos, es sólo un barrio peligroso. El terrible caso de violencia familiar que ocurrió allí hace varias semanas, con un padre que asesinó a su beba y se suicidó, volvió a poner a este barrio de la zona sudeste en boca de la gente. Pero otras historias, felices, también tienen lugar allí. Paolo dice que la certeza de que existen grupos antagónicos, que muchas veces se trenzan en peleas o delinquen, tiene que ver con situaciones que merecen un análisis mucho más profundo. “Hay que caminar este barrio para saber cómo vive su gente. Pero acá también pasan y se hacen cosas buenas”, dice para referirse a toda la gente que lo ayuda en la noble tarea de brindar contención a otros.
Pero se necesita más. Paolo sostiene que una ayuda del Gobierno sería fundamental. También subraya que cualquier aporte de la gente será bienvenido. Quienes estén dispuestos a colaborar, pueden dirigirse al SUM de San Benito, los viernes a la mañana, o llamarlo al 156-836364. y coordinar. “Toda contribución será extraordinaria y agradecida”, remarcó.
Los datos
El contacto. Para colaborar los interesados pueden acercarse al SUM de barrio San Benito, por la mañana, o llamar al 156836364.
Se puede aportar alimentos no perecederos, juguetes y juegos didácticos para diferentes edades, ropa y calzado en buen estado.