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Daniel Rafecas, un juez imprudente

Domingo, 15 de abril de 2012 03:34

Existen personas bien intencionadas, de probada capacidad intelectual y de conducta sin tachas que, sin embargo, por falta de precaución caen en situaciones que pueden afectar su integridad. Es necesario en esta vida, exactamente en este país actual, tener cautela, especialmente al hablar. Ya se sabe, como lo dijo no recordamos quién, que “el hombre es amo de lo que calla y esclavo de lo que dice”. O cosa parecida.

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Existen personas bien intencionadas, de probada capacidad intelectual y de conducta sin tachas que, sin embargo, por falta de precaución caen en situaciones que pueden afectar su integridad. Es necesario en esta vida, exactamente en este país actual, tener cautela, especialmente al hablar. Ya se sabe, como lo dijo no recordamos quién, que “el hombre es amo de lo que calla y esclavo de lo que dice”. O cosa parecida.

Veamos, como ejemplo que tenemos a la vista, lo que le sucede al juez federal Daniel Rafecas, a cargo del caso que compromete al vicepresidente de la Nación, Amado “Aimé” Boudou.

Resulta que cuando el asunto estaba en pañales, Rafecas creyó que se trataba solamente de algo que no rebasaba lo mediático. Y, sin mirar más allá, imprudentemente, en charlas telefónicas informales con su amigo Ignacio Danuzzo Iturraspe, abogado que formó parte del equipo que armó la estrategia defensiva de Boudou, “se fue de lengua”, como dicen las comadres.

Y fue así que Danuzzo Iturraspe, abogado él, acaba de dar a conocer una serie de esas charlas “entre amigos” que expresan que el juez Rafecas dio consejos para ayudar al vicepresidente y a sus socios, o cómplices, según se mire, en los comienzos de la causa.

Pero esas conversaciones informales no solamente muestran la falta de cautela de Daniel Rafecas, sino que también evidencian que existió una coordinación entre los defensores de Boudou, su amigo y socio José María Núñez Carmona y Alejandro Vandenbroele, cabeza de la ex Ciccone, con el que “Aimé” negó la más mínima relación. “No lo conozco”, habría asegurado.

Estas charlas telefónicas privadas e informales, que se realizaron a través del sistema WhatsApp, fueron entregadas por Ignacio Danuzzo Iturraspe, abogado de Núñez Carmona, al Consejo de la Magistratura con el inocultable propósito de perjudicar al juez federal.

Rafecas y Danuzzo Iturraspe tenían una amistad de años. ­Vaya un amigo!

Las “pruebas” que el desleal amigo, Ignacio Danuzzo Iturraspe, llevó al Consejo de la Magistratura, muestran sólo charlas privadas sobre un caso que estaba, como dijimos, en pañales, sin imputados. Todo se reducía, entonces, a una simple investigación preliminar. Y, para más, era un caso radicado en una fiscalía, circunstancia que pudo impulsar al juez a pisar el palito de la imprevisión.

El juez Daniel Rafecas careció de cautela al hablar. Fue imprudente. Y la prudencia es la madre de la seguridad. Rafecas ignoró u olvidó que la prudencia es la cualidad de quien, atento al alcance de sus palabras y actos, evita todo lo que pueda tener consecuencias lamentables.

Y, por esa imprudente actitud, se hizo merecedor a este orsai.

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