Ayer, en Villa Soledad, tres perros tuvieron contacto con un cebo que alguien envenenó con algún órgano fosforado para luego arrojarlo a la vía publica, sobre la vereda de la escuela primaria 25 de Mayo de 1810. Dos de los perros murieron, también dos palomas y un ave doméstica. En can que sobrevivió al evento de ayer es un bull terrier que quedó bajo la vigilancia de un veterinario.
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Ayer, en Villa Soledad, tres perros tuvieron contacto con un cebo que alguien envenenó con algún órgano fosforado para luego arrojarlo a la vía publica, sobre la vereda de la escuela primaria 25 de Mayo de 1810. Dos de los perros murieron, también dos palomas y un ave doméstica. En can que sobrevivió al evento de ayer es un bull terrier que quedó bajo la vigilancia de un veterinario.
Según los vecinos, días atrás sucedió lo mismo, dejando otro número indeterminado de perros envenenados.
Alertada sobre el hecho, la Dirección de Saneamiento Urbano de la comuna capitalina envió a sus inspectores para que revisaran la zona en búsqueda de los cebos o elementos similares, ya que por encontrarse en la vía pública los efectos nocivos del veneno podrían llegar a afectar no solo a los animales, sino también a cualquier persona que tenga contacto con ellos.
“En el caso de afectar a una persona los síntomas son similares a los de un animal envenenado: convulsiones, vómitos y finalmente contracciones musculares que llevan al individuo a morir por asfixia.
Los órganos fosforados intervienen en neurotransmisores y en la unión neuromuscular.
Un niño puede apenas tener contacto con la saliva o con las heces de un animal envenenado y quedar también prendado del tóxico. En cuestión de segundos el individuo muestra una sintomatología de envenenamiento. La muerte por un fosforado es similar a la muerte por ahogamiento, como si pusieran la cabeza de la víctima dentro de una bolsa de plástico”, describió el veterinario David Ferri. Este profesional no trabaja directamente con ninguna asociación protectora, sino que ayuda a varias en forma desinteresada. En el caso de ayer, prestó asesoramiento por pedido de la Asociación Protectora de Animales, APAN.
Aun así, APAN convocó a un “escrache” frente a la Dirección de Zoonosis municipal.
No eran perros de la calle
Al encontrarse fuera del país la titular de Zoonosis, Viviana Audicio, fue el director de Saneamiento Urbano, Carlos Macchi Solá, quien salió a dar respuestas acerca de los dolorosos eventos. “No se trataba de perros de la calle, sino que estaban paseando con sus dueños cuando tuvieron contacto con el sebo. Este hecho puede albergar peligro ambiental y a la salud pública, por lo que quien lo hizo no puede ignorar estos hechos. Seguramente se trata de alguien que vive en la zona porque ahí hubo hechos similares. No puede ser una casualidad. Nosotros hemos ofrecido asistencia a cualquier animal que aparezca con una sintomatología similar para que sean atendidos, tanto callejeros como caseros. Aunque todavía no hay una precisión exacta sobre el veneno utilizado, calculamos que se trata de un fosforado. En estos momentos a los perros que murieron se les está haciendo una necropsia para determinar exactamente el agente que los mató. El órgano fosforado no es algo que se venda al público en general sino a un productor agrícola, por lo que se desprende que se trata de algo pensado e intencionado”, señaló Macchi Solá.
Con respecto a las acusaciones de APAN acerca de que Zoonosis había retirado dos decenas de animales atrapados para ser ejecutados, el funcionario descartó cualquiera de estas posibilidades. “No sé por qué se dicen esas cosas desde APAN, ya que en realidad ellos nos pidieron, a través de Estela Morales, que retiremos a algunos perros del centro y los alberguemos nosotros. No entiendo por qué ahora no les gusta esa idea”.
Macchi Falú dijo que se retiraron del centro seis animales “que fueron individualizados como los más peligrosos”.