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14 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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¿De qué manera es mejor guardar y servir un vino?

Viernes, 25 de octubre de 2013 02:14

 Aunque se piense que servir un vino es lo más simple del mundo, en esta ocasión el sommelier Raúl Maza nos revela los detalles que nos permite disfrutar de una botella mucho antes de descorcharla. “Primero”, dice el sommelier, “debemos saber cómo está elaborado el vino, para que lo guardemos según queramos. Por ejemplo, si se guarda un vino para descorcharlo cuando su hijo se reciba -cerca de cinco años- mínimamente debe tener 12 meses de barrica. Esto aumenta su vida útil, moldea su estructura prolongándolo en el tiempo. Porque los vinos, como todos los seres vivos, tienen una vida útiles. A una mayor cantidad de tiempo estacionado en barrica, la vida útil del vino se va prolongando. El ideal de los vinos argentinos de marca, es de 10 años. Puede haber caso excepcionales, pero el promedio de las grandes bodegas es ése”, señala Maza.
“Esto es teniendo al vino bajo condiciones normales. Eso es guardarlos en un lugar que no supere 18 grados y un 70 % humedad, sin interferencias de cambios bruscos. Si el vino no está acostado, en realidad no le va a hacer nada si mantenés el corcho mojado. Si le sacás fotos tampoco le va a pasar nada. No lo pasa bien si lo exponés al vino todo el tiempo a la luz de las dicroicas. Eso pasa en general en los supermercados, donde los vinos se deterioran. Por eso lo ideal sería que uno sepa cómo es el vino, cómo fue elaborado, porque te da un primer indicio de cómo tenés que seguir cuidándolo para disfrutarlo. Luego, si es un vino añejo lo que deberíamos hacer es bajarlo a un decantador, para oxigenarlo. Con 18 meses en barrica y otros tantos en botella, más 3 ó 4 semanas hasta que llegó hasta nosotros, debemos oxigenarlo para que dé sus mayores características. Porque eso debe ser la función del oxígeno en el vino: otorgarle virtudes”, señala Maza.
Pero una vez pasado este proceso, ¿cuál es la medida de vino que debería servirse? “Una copa se sirve hasta el cuarto inferior. No se la pone hasta la mitad, ni se la llena, sino que el vino debe llegar al cuarto inferior. Con el suficiente espacio para permitirle oxigenarse. Cuando se le da vuelta para gire dentro de la copa también tiene la misma intención. Se deben recurrir a todas estas oportunidades para dejar que el vino continúe su proceso y así entregue las mejores características que tenga”, dice Maza.
Para el sommelier, “el maridaje perfecto en estos días es un buen torrontés, pepa insignia de Salta, con un plato de quesos semiduros como el queso gouda. Son quesos semiduros que no tienen mucho estacionamiento ni son picantes y se maridan muy bien con torrontés”, explica Maza. “Si la picada aumenta con cualquier tipo de fiambre, debemos pasar a los tintos, porque el vino tinto hace sorber la grasa de la boca. Después están los espumantes. Las bodegas salteñas, las más grandes sobre todo como Esteco, Vasija Secreta o una mediana como la Mounier, han alcanzado un nivel interesante respecto a los vinos espumantes”, asegura Maza. “Primero hay que visualizar el color del vino. Después pasarlo a la parte olfativa. Y al último la parte gustativa, cuando habla el vino. Si es blanco tiene una acidez de mayor intensidad en el costado de la lengua. Si es tinto, sensaciones tánicas, que dejan en la boca una sensación de sequedad”, nos explica Maza.

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 Aunque se piense que servir un vino es lo más simple del mundo, en esta ocasión el sommelier Raúl Maza nos revela los detalles que nos permite disfrutar de una botella mucho antes de descorcharla. “Primero”, dice el sommelier, “debemos saber cómo está elaborado el vino, para que lo guardemos según queramos. Por ejemplo, si se guarda un vino para descorcharlo cuando su hijo se reciba -cerca de cinco años- mínimamente debe tener 12 meses de barrica. Esto aumenta su vida útil, moldea su estructura prolongándolo en el tiempo. Porque los vinos, como todos los seres vivos, tienen una vida útiles. A una mayor cantidad de tiempo estacionado en barrica, la vida útil del vino se va prolongando. El ideal de los vinos argentinos de marca, es de 10 años. Puede haber caso excepcionales, pero el promedio de las grandes bodegas es ése”, señala Maza.
“Esto es teniendo al vino bajo condiciones normales. Eso es guardarlos en un lugar que no supere 18 grados y un 70 % humedad, sin interferencias de cambios bruscos. Si el vino no está acostado, en realidad no le va a hacer nada si mantenés el corcho mojado. Si le sacás fotos tampoco le va a pasar nada. No lo pasa bien si lo exponés al vino todo el tiempo a la luz de las dicroicas. Eso pasa en general en los supermercados, donde los vinos se deterioran. Por eso lo ideal sería que uno sepa cómo es el vino, cómo fue elaborado, porque te da un primer indicio de cómo tenés que seguir cuidándolo para disfrutarlo. Luego, si es un vino añejo lo que deberíamos hacer es bajarlo a un decantador, para oxigenarlo. Con 18 meses en barrica y otros tantos en botella, más 3 ó 4 semanas hasta que llegó hasta nosotros, debemos oxigenarlo para que dé sus mayores características. Porque eso debe ser la función del oxígeno en el vino: otorgarle virtudes”, señala Maza.
Pero una vez pasado este proceso, ¿cuál es la medida de vino que debería servirse? “Una copa se sirve hasta el cuarto inferior. No se la pone hasta la mitad, ni se la llena, sino que el vino debe llegar al cuarto inferior. Con el suficiente espacio para permitirle oxigenarse. Cuando se le da vuelta para gire dentro de la copa también tiene la misma intención. Se deben recurrir a todas estas oportunidades para dejar que el vino continúe su proceso y así entregue las mejores características que tenga”, dice Maza.
Para el sommelier, “el maridaje perfecto en estos días es un buen torrontés, pepa insignia de Salta, con un plato de quesos semiduros como el queso gouda. Son quesos semiduros que no tienen mucho estacionamiento ni son picantes y se maridan muy bien con torrontés”, explica Maza. “Si la picada aumenta con cualquier tipo de fiambre, debemos pasar a los tintos, porque el vino tinto hace sorber la grasa de la boca. Después están los espumantes. Las bodegas salteñas, las más grandes sobre todo como Esteco, Vasija Secreta o una mediana como la Mounier, han alcanzado un nivel interesante respecto a los vinos espumantes”, asegura Maza. “Primero hay que visualizar el color del vino. Después pasarlo a la parte olfativa. Y al último la parte gustativa, cuando habla el vino. Si es blanco tiene una acidez de mayor intensidad en el costado de la lengua. Si es tinto, sensaciones tánicas, que dejan en la boca una sensación de sequedad”, nos explica Maza.

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