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Barack Obama se enfrenta a nuevos y a viejos desafíos

Sabado, 04 de mayo de 2013 21:45

Barack Obama frente un complicado panorama interno y externo. Los vientos agitados que soplan desde el sector Republicano hacen tambalear el plan de gobierno del hombre más poderoso del planeta. El presidente de los Estados Unidos se enfrenta a una economía interna delicada, que a nivel social aún no superó los embates de la explosión de la burbuja hipotecaria de 2007, y a una ola de atentados cuyas motivaciones aún no están claras, pero que encendieron nuevamente un alerta en materia de seguridad. Esta coyuntura exacerba el discurso de quienes quieren profundizar el modelo de militarización del país más militarizado del mundo. Es también otro duro golpe a las intensiones de Obama de cumplir, entre otras cosas, con una de las promesas de su primera campaña presidencial: el cierre de la prisión de Guantánamo. La base militar estadounidense enclavada en territorio Cubano alberga desde el 11S a centenares de extranjeros, principalmente de confesión musulmana, acusados de terrorismo o de estar supuestamente vinculados a los atentados contra las Torres Gemelas. Permanecen allí sin ningún tipo de derechos ni garantías, puesto que la ley patriótica les impide acceder a un abogado y admite detenciones por tiempo indefinido. Por estos días, la vida de un centenar de detenidos corre peligro a causa de la huelga de hambre extrema que llevan adelante desde hace más de un mes, en reclamo por las durísimas condiciones disciplinarias a las que son sometidos en la base militar.
“Sigo creyendo que debemos cerrar Guantánamo. Es importante que comprendamos que Guantánamo no es necesario para la seguridad de Estados Unidos. Cuesta caro, es ineficaz... Deberíamos reflexionar acerca de por qué estamos haciendo esto. Es contrario a nuestros intereses”, dijo recientemente el presidente. Sin embargo, la iniciativa tiene gran resistencia en el Congreso.
Guantánamo fue clave en la desfiguración de la imagen del país del norte, a nivel internacional.

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Barack Obama frente un complicado panorama interno y externo. Los vientos agitados que soplan desde el sector Republicano hacen tambalear el plan de gobierno del hombre más poderoso del planeta. El presidente de los Estados Unidos se enfrenta a una economía interna delicada, que a nivel social aún no superó los embates de la explosión de la burbuja hipotecaria de 2007, y a una ola de atentados cuyas motivaciones aún no están claras, pero que encendieron nuevamente un alerta en materia de seguridad. Esta coyuntura exacerba el discurso de quienes quieren profundizar el modelo de militarización del país más militarizado del mundo. Es también otro duro golpe a las intensiones de Obama de cumplir, entre otras cosas, con una de las promesas de su primera campaña presidencial: el cierre de la prisión de Guantánamo. La base militar estadounidense enclavada en territorio Cubano alberga desde el 11S a centenares de extranjeros, principalmente de confesión musulmana, acusados de terrorismo o de estar supuestamente vinculados a los atentados contra las Torres Gemelas. Permanecen allí sin ningún tipo de derechos ni garantías, puesto que la ley patriótica les impide acceder a un abogado y admite detenciones por tiempo indefinido. Por estos días, la vida de un centenar de detenidos corre peligro a causa de la huelga de hambre extrema que llevan adelante desde hace más de un mes, en reclamo por las durísimas condiciones disciplinarias a las que son sometidos en la base militar.
“Sigo creyendo que debemos cerrar Guantánamo. Es importante que comprendamos que Guantánamo no es necesario para la seguridad de Estados Unidos. Cuesta caro, es ineficaz... Deberíamos reflexionar acerca de por qué estamos haciendo esto. Es contrario a nuestros intereses”, dijo recientemente el presidente. Sin embargo, la iniciativa tiene gran resistencia en el Congreso.
Guantánamo fue clave en la desfiguración de la imagen del país del norte, a nivel internacional.

Los frentes

Existe a nivel global una movilización militar de tropas norteamericanas de grandes proporciones. Los frentes son variados y se ubican en distintos puntos del planeta. Quizás el más candente es el que se configura en la península Coreana, donde las maniobras conjuntas con los aliados del sur incentivan la verborragia bélica del norte, devastado por la hambruna y asfixiado por las sucesivas sanciones aplicadas por la ONU, a pedido de EE.UU.
El verdadero peligro aquí reside en la existencia de armas nucleares, aunque se duda de que Pyongyang cuente con capacidad tecnológica para montarlas en ojivas. Y sobre todo, en que detrás de Corea del Norte se juega la posición de China en la región. En este sentido, del criterio con que estas dos potencias manejen la situación dependerá no sólo el futuro de los coreanos, sino de gran parte del planeta.

El cerco a Irán

A medida que se profundiza al guerra civil en Siria, se cierra el cerco a Irán. Las principales potencias manifestaron su posición en la disputa interna árabe. Gran Bretaña y Estados Unidos ya no ocultan su apoyo a los rebeldes para posibilitar el derrocamiento de Bashar Al Assad, mientras que China y Rusia mantienen su apoyo al régimen. En este tablero están en juego los recursos naturales de uno de los puntos más estratégicos de Medio Oriente, gas y petróleo, y el trampolín que posibilitaría un ataque certero a Irán. 

Si se recorre el mapa regional se podrá observar el despliegue de tropas americanas en Irak, Afganistán y Pakistán, y el posicionamiento de aliados en Turquía, Arabia Saudita, Israel y Qatar.
La mecha que faltaba la prendió hoy un ataque aéreo israelí sobre suelo sirio. El objetivo, según informaron, fueron bases de Hezbolá.

México, un polvorín

Desde que Felipe Calderón asumió la presidencia en 2006 hasta la actual administración de Enrique Peña Nieto, decenas de miles de personas murieron víctimas de la violencia vinculada al narcotráfico. A esto se suman marcadas sospechas sobre la implicancia en el tráfico, de grupos responsables de la lucha antidroga.

Pese a que Barack Obama visitó México hace algunos días y habló sobre aunar esfuerzos para combatir el flagelo, hace muchos años que Estados Unidos invierte millones de dólares con ese fin. Hasta la propia CIA participó del entrenamiento de fuerzas de seguridad especiales como “Los Zetas”. Pese al apoyo, la situación no solo no cambió, sino que se profundizó. El tema es complejo por varias razones. Primero, porque se trata de una situación insostenible para la sociedad mexicana, que vive sumida en el miedo, y segundo, porque el país Azteca es la puerta de acceso de la droga hacia Estados Unidos, que encabeza los niveles más altos de consumo de cocaína en el mundo. Otro punto está relacionado a las armas, puesto que aquí el tráfico se da a la inversa, ya que éstas son de fabricación estadounidense y constituyen el látigo con el que los carteles de la droga castigan al pueblo mexicano.
Estos son solo algunos de los puntos sobre los que la administración Obama deberá dedicar tiempo y esfuerzo, si quiere revertir una histórica relación bilateral no muy agraciada.

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