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15 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Plaza 9 de Julio ¿sos el alma de mi Salta?

Domingo, 09 de junio de 2013 14:07

Duele ver. El orgullo salteño, el ícono que justificaba que se le diga “la linda” a Salta, se ha convertido en un páramo. La tierra apisonada de tan seca en los canteros no deja crecer ni un yuyo. Menos brotarían en esos espacios las flores y el césped verde de otro tiempo no tan lejano cuando estaba tercerizado el servicio de mantenimiento de la genial plaza central que supo tener esta capital y que, por esos movimientos legislativos, volvió a manos del gobierno de la ciudad. Proyectos de cambiarle la cara, seguramente hay decenas. Ejecutados, según se ve a paso de transeúnte desilusionado, ninguno. Los perros de nadie siguen olfateando a los peregrinos y dejando sus excrementos por ahí. Las palomas también dejan sus heces aquí y allá, arriba de la cabeza de los héroes, de los ángeles y las vírgenes. Hacen caca en la glorieta, en la pirámide y en los asientos. Vuelan bajo y sacuden sus itas a la altura de las caras de niños y adultos. Ni un cuidador. Ni un responsable de tanto abandono. Nadie que saque del oscuro purgatorio al “alma de mi Salta”, como reza la zamba que Los Chalchaleros llevaron por el mundo en una verdadera oda promocional sobre la mítica plaza 9 de Julio.

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Duele ver. El orgullo salteño, el ícono que justificaba que se le diga “la linda” a Salta, se ha convertido en un páramo. La tierra apisonada de tan seca en los canteros no deja crecer ni un yuyo. Menos brotarían en esos espacios las flores y el césped verde de otro tiempo no tan lejano cuando estaba tercerizado el servicio de mantenimiento de la genial plaza central que supo tener esta capital y que, por esos movimientos legislativos, volvió a manos del gobierno de la ciudad. Proyectos de cambiarle la cara, seguramente hay decenas. Ejecutados, según se ve a paso de transeúnte desilusionado, ninguno. Los perros de nadie siguen olfateando a los peregrinos y dejando sus excrementos por ahí. Las palomas también dejan sus heces aquí y allá, arriba de la cabeza de los héroes, de los ángeles y las vírgenes. Hacen caca en la glorieta, en la pirámide y en los asientos. Vuelan bajo y sacuden sus itas a la altura de las caras de niños y adultos. Ni un cuidador. Ni un responsable de tanto abandono. Nadie que saque del oscuro purgatorio al “alma de mi Salta”, como reza la zamba que Los Chalchaleros llevaron por el mundo en una verdadera oda promocional sobre la mítica plaza 9 de Julio.

Por el mundo también estuvieron esta semana el intendente Miguel Isa y el gobernador Juan Manuel Urtubey con una abultada delegación de funcionarios. Fotos nuevas de la plaza, seguro que no llevaron. Pero como la vida (y sobre todo la política) está llena de incongruencias, se dieron el gustazo de ir a visitar al gran arquitecto tucumano César Pelli en su estudio de New Haven, en Connecticut, Estados Unidos. Los gobernantes locales le plantearon la realización de dos proyectos arquitectónicos en la ciudad de Salta: un mirador en la cima del cerro San Bernardo y un museo cultural en la esquina de Juramento y España.

Entonces uno se acuerda del estado deplorable de la plaza 9 de Julio; de la basílica menor de San Francisco (a una cuadra de la plaza)

que se desmorona de a poco; de lo feo, feo que está hace mucho el parque San Martín con tanta reja, alambre y obra que no acaba nunca para que vuelva el verde; de la obra congelada del Parque Bicentenario en la zona Norte; uno se acuerda y se pregunta: ¿Para qué quieren más museos? ¿Miradores de qué espacios abandonados proyectan? ¿Y si primero se da una muestra de que se puede sostener lo que hay?

Que nadie se equivoque: César Pelli queda fuera de esta discusión tan doméstica. Es un grande y sería un honor para Salta ungirse con su talento creativo. Sin embargo, se impone abrir el debate sobre el mal estado de los espacios verdes, recreativos y culturales de Salta. Y el mismo Pelli debería plantearse cómo se verían sus obras, libradas a la indiferencia. Seguro que nunca como sus Torres Gemelas Petronas, en Kuala Lumpur.

Fueron muchas las quejas por el estado de la plaza que llegaron a este diario a través de la línea directa, del correo, y al espacio “Soy Tribuno” de la página web. Imposible no hacerse eco de tamaño abandono. Las fotografías enviadas por lectores indignados son muy elocuentes y algunas se presentan en este informe.

El secretario de Ambiente y Servicios Públicos de la Municipalidad, Darío Madile, fue consultado por el mal estado de la plaza y entre otras declaraciones, dijo que “a través de un programa de padrinazgo de las plazas, más de 20 empresas del medio colaboran en mantener estos espacios limpios y lindos”. (Y de los padrinos de la plaza 9 de Julio, mejor ni hablar). También señaló el funcionario que existe un alto índice de vandalismo en todos los espacios verdes, e instó a los vecinos a sumarse y ser cuidadores de sus plazas. ¿Con esto habría que interpretar que tendremos que ir al vivero, comprar plantines, agarrar la pala, el pico y poner manos a la obra en la plaza principal de Salta?

Si la plaza volverá a ser un vergel, nadie lo sabe. Ni siquiera el funcionario municipal encargado de los espacios verdes de la ciudad que, entre todos, suman unas 650 hectáreas. Igual, la esperanza es lo último que se pierde.

Aseguran que es normal que se vea así la plaza por ser otoño

Consultado sobre el grave problema que a simple vista se ve que padece la plaza 9 de Julio, el secretario de Ambiente y Servicios Públicos de la Municipalidad, Darío Madile, dijo que se están ultimando detalles de un proyecto de reestructuración para esta época del año.

Madile, entre otras áreas, tiene a su cargo el servicio de mantenimiento integral de los espacios verdes de la ciudad, que en total ocupan 650 hectáreas de la capital. Incluyen plazas, platabandas y remantes de cualquier espacio verde público.

“En la 9 de Julio hicimos una plantación floral muy importante, pero es natural que por la estación otoñal se vean pastos amarillos y secos”, dijo el funcionario municipal que aparentemente hace mucho no se da “una vuelta del perro”, una forma lunfarda que los más viejos conocen y que en el glosario criollo se define como la costumbre de la gente joven de los pueblos de pasear en las plazas públicas.

Madile señaló que “los operarios de Ambiente y Servicios Públicos recientemente terminaron la etapa de desmalezado tras la época estival” y recordó que todas las plazas del micro y macro centro tienen sus respectivos placeros, quienes se encargan del cuidado general de las mismas, cosa que, con el perdón de Madile, no se nota.

En cuanto a quienes ejecutan el servicio de mantenimiento, el funcionario explicó que está tercerizado. “De las 650 hectáreas de espacios verdes, 150 están a cargo de Agrotécnica Fueguina, 59 se hacen por administración y 400 hectáreas con cooperativas”. Y salvo en el paseo Güemes que luce una parquización exquisita, en ninguna otra plaza se ve mantenimiento.

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