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Voluntariado solidario, el que emplea sus manos para mejorar el mundo

Lunes, 30 de septiembre de 2013 02:10

“Cada una de nuestras acciones tiene un momento divino, una duración divina, una intensidad divina (...). Dios comienza. Dios acompaña. Dios termina” (San Alberto Hurtado 1901-1952, sacerdote jesuita chileno). No resulta extraño escuchar a quienes trajeron sus manos para transformar el mundo hablar constantemente de Dios.

Tampoco es descabellado que la idea de transformar el mundo sea pequeña, aunque única en su tipo, y haya surgido de quienes conocen eso de abrirse paso entre lo imposible. Una férrea voluntad anima a quien está dispuesto a cambiar su aquí y ahora por el del otro. He aquí dos experiencias de la huella del hombre en el mundo. He aquí sus motivaciones, no exentas de milagro y de misterio.





El poder de las endorfinas

En el primer piso del Hospital Público Materno Infantil se ubica la sala de recreación y lectura Arcoíris. Allí los lunes, de 16 a 18, y los miércoles, de 11 a 1, funciona el taller Contando cantando, iniciativa de Agustín Quevedo y Ezequiel Frías, dos jóvenes ciegos que trabajan en la Dirección General de la Discapacidad, dependiente de la Secretaría de Acción Social municipal. El trabajo voluntario de estos muchachos integra en una dinámica canciones infantiles, a dos voces y acompañadas por guitarra, con la lectura de cuentos y, al término de esta, la posibilidad de dibujar el contenido de la historia. Esta última actividad es supervisada por la profesora en Artes Plásticas Josefa Martínez.

Los materiales empleados para plasmar en el papel personajes y locaciones no son convencionales. Brillantina, algodón, fideos y plastilina pueden ser decodificados por las manos de Agustín y Ezequiel. Ellos no recuerdan en sus infancias una escena de lectura en que no hubiera una voz esforzándose en lograr la polifonía requerida por varios intervinientes. “El hecho de ser ciego complica la lectura porque no hay muchos cuentos infantiles transcriptos al sistema Braille. Me podían leer mis hermanas y mi mamá, y yo escuchaba”, rememora Agustín.

Los concurrentes al taller son niños a quienes acompañan sus mamás. Todos tienen señales de tratamientos dolorosos en el cuerpo. Los acompañan sus familiares. Mamás con el ceño fruncido y los dientes apretados por la preocupación. Con los primeros acordes las facciones se relajan y la soledad, por un rato, queda suspendida. La licenciada Mabel Plaza, del programa de Apoyo Comunitario del Materno Infantil, culpa a las endorfinas por este artilugio. Dice que al disfrutar de actividades placenteras el cerebro segrega estas sustancias analgésicas que mejoran las defensas orgánicas ante las enfermedades y que disparan salud y vitalidad. A pesar de que los estudios científicos se muestran cautelosos para brindar una explicación, ella aclara que “se producen endorfinas con la risa y con la estimulación de los sentidos: vista, olfato, tacto, oído y gusto. Asimismo, las produce el estar atento. Para disfrutar algo plenamente, tu atención no debe estar dispersa, sino concentrada en el aquí y el ahora”.

“Josefa a veces les organiza a los niños un desfile con los disfraces que nos donan y eso les ayuda un montón porque se sienten parte de y hacen otra actividad”, explica Mabel. La aludida, Josefa Martínez, lo sintetiza con un ejemplo: “Un nene entró con un ataque de asma y tenía teóricamente para 20 días, pero en cuatro le dieron el alta. El médico se sorprendió de la respuesta tan rápida a los medicamentos. Cuando le preguntamos, el nene nos dijo: "A mí me gusta cantar'. No tengo más para decirte”. 



ANA MARIA PONCE DE LEON, EN LA HOSPEDERIA SEÑOR
Y VIRGEN DEL MILAGRO.

La Casa de la Bondad, una gran obra

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“Cada una de nuestras acciones tiene un momento divino, una duración divina, una intensidad divina (...). Dios comienza. Dios acompaña. Dios termina” (San Alberto Hurtado 1901-1952, sacerdote jesuita chileno). No resulta extraño escuchar a quienes trajeron sus manos para transformar el mundo hablar constantemente de Dios.

Tampoco es descabellado que la idea de transformar el mundo sea pequeña, aunque única en su tipo, y haya surgido de quienes conocen eso de abrirse paso entre lo imposible. Una férrea voluntad anima a quien está dispuesto a cambiar su aquí y ahora por el del otro. He aquí dos experiencias de la huella del hombre en el mundo. He aquí sus motivaciones, no exentas de milagro y de misterio.





El poder de las endorfinas

En el primer piso del Hospital Público Materno Infantil se ubica la sala de recreación y lectura Arcoíris. Allí los lunes, de 16 a 18, y los miércoles, de 11 a 1, funciona el taller Contando cantando, iniciativa de Agustín Quevedo y Ezequiel Frías, dos jóvenes ciegos que trabajan en la Dirección General de la Discapacidad, dependiente de la Secretaría de Acción Social municipal. El trabajo voluntario de estos muchachos integra en una dinámica canciones infantiles, a dos voces y acompañadas por guitarra, con la lectura de cuentos y, al término de esta, la posibilidad de dibujar el contenido de la historia. Esta última actividad es supervisada por la profesora en Artes Plásticas Josefa Martínez.

Los materiales empleados para plasmar en el papel personajes y locaciones no son convencionales. Brillantina, algodón, fideos y plastilina pueden ser decodificados por las manos de Agustín y Ezequiel. Ellos no recuerdan en sus infancias una escena de lectura en que no hubiera una voz esforzándose en lograr la polifonía requerida por varios intervinientes. “El hecho de ser ciego complica la lectura porque no hay muchos cuentos infantiles transcriptos al sistema Braille. Me podían leer mis hermanas y mi mamá, y yo escuchaba”, rememora Agustín.

Los concurrentes al taller son niños a quienes acompañan sus mamás. Todos tienen señales de tratamientos dolorosos en el cuerpo. Los acompañan sus familiares. Mamás con el ceño fruncido y los dientes apretados por la preocupación. Con los primeros acordes las facciones se relajan y la soledad, por un rato, queda suspendida. La licenciada Mabel Plaza, del programa de Apoyo Comunitario del Materno Infantil, culpa a las endorfinas por este artilugio. Dice que al disfrutar de actividades placenteras el cerebro segrega estas sustancias analgésicas que mejoran las defensas orgánicas ante las enfermedades y que disparan salud y vitalidad. A pesar de que los estudios científicos se muestran cautelosos para brindar una explicación, ella aclara que “se producen endorfinas con la risa y con la estimulación de los sentidos: vista, olfato, tacto, oído y gusto. Asimismo, las produce el estar atento. Para disfrutar algo plenamente, tu atención no debe estar dispersa, sino concentrada en el aquí y el ahora”.

“Josefa a veces les organiza a los niños un desfile con los disfraces que nos donan y eso les ayuda un montón porque se sienten parte de y hacen otra actividad”, explica Mabel. La aludida, Josefa Martínez, lo sintetiza con un ejemplo: “Un nene entró con un ataque de asma y tenía teóricamente para 20 días, pero en cuatro le dieron el alta. El médico se sorprendió de la respuesta tan rápida a los medicamentos. Cuando le preguntamos, el nene nos dijo: "A mí me gusta cantar'. No tengo más para decirte”. 



ANA MARIA PONCE DE LEON, EN LA HOSPEDERIA SEÑOR
Y VIRGEN DEL MILAGRO.

La Casa de la Bondad, una gran obra

La Fundación Manos Abiertas se propuso erigir el primer hogar de cuidados paliativos para personas solas y sin recursos en la ciudad de Salta: la Casa de la Bondad. Es regla que detrás de una gran obra hay una gran mujer. Ana María Ponce de León es la presidenta de la Casa de la Bondad y cuenta que la vocación solidaria la acompañó desde su infancia. “Tuve la dicha de tener un hermano muy especial en mis afectos (con parálisis cerebral), y eso me motivó a acompañar a los niños especiales. Nacía de mí el querer estar con la gente más necesitada, y en muchos casos sola, y es lo que hago hasta hoy”, explica.

Por el momento, asiste a hombres en situación de calle en la hospedería Señor y Virgen del Milagro, también dependiente de Manos Abiertas. En el segundo y tercer piso de Córdoba 190, alojan a veinte personas entre las 18 de un día y hasta las 8 de la jornada siguiente. “Es allí donde uno aprende a estar presente en la necesidad concreta de estas personas, y hacer realidad el sueño de acompañar al que está solo”, define. También forma parte de Hirpace, institución donde concurren niños con parálisis cerebral. “Dándoles catequesis a ellos es como aprendí que Dios nos necesita para hacerlo presente en estos ‘ángeles’ y en sus familias”, dice convencida.

Sin desatender estas actividades, está abocada a su preparación para dirigir a los treinta voluntarios que trabajarán en la Casa de la Bondad. “Acompañaremos a las personas con una enfermedad terminal y que carecen de familia. Es a ellos a quienes va dirigido nuestro esfuerzo en este crecimiento espiritual para ser instrumentos idóneos en ayudarlos a morir bien. Como parte de esta preparación, voy a acompañar a los enfermos con VIH, del hospital y en la hospedería, haciendo las tareas propias de un hogar”, relata.

Esta voluntaria está lejos de ser una activista, pero interrumpe convenciones, por eso su mensaje final suena entregado y humilde: “Acompañar a los ‘patroncitos’ en su última hora, ayudándolos a reconciliarse con ellos mismos, haciendo de nexo para que se encuentren con sus seres queridos alejados, y con Dios, me hace pensar en mi propia muerte, en estar preparada y desear que cuando llegue, tenga a alguien de mi mano como yo lo hago con ellos. Y que no se repita más el hecho de tantas personas que mueren solas y abandonadas en un hospital”.

“Hay que cuidar a los que cuidan”

Muchos voluntarios que trabajan con personas que están transitando por un momento de gran dolor llevan la experiencia de la solidaridad al extremo de sus obras, a ese lugar donde se abre el silencio, y al extremo de sus vidas, incluso adonde se percibe y palpa la presencia de la muerte. La licenciada en Psicología Carina Salas advirtió a El Tribuno que esta labor tan loable puede traumar a quien la efectúa.

“El voluntario que está en contacto con el dolor emocional de otros se espera que se caracterice por el desarrollo de los conocimientos, habilidades personales y capacidad de trabajo en equipo, junto con aptitudes personales que le permitan dedicar sus mejores esfuerzos a su servicio; con actitudes de amor, respeto y disposición hacia las personas destinatarias del servicio.

Los voluntarios desempeñan un papel fundamental en la provisión de servicios de salud mental y apoyo psicosocial en contextos de crisis. Por ello, es preciso que estén dotados de conocimientos teóricos y prácticos adecuados para detectar y hacer frente a los problemas emocionales o de desgaste relacionados con el trabajo, códigos de conducta y otras consideraciones éticas, conocimientos básicos sobre los efectos de las emergencias en la salud mental y el bienestar psicosocial de las poblaciones, técnicas de primeros auxilios psicológicos.

Ahora bien: ¿quién cuida de los que cuidan? Las personas que trabajan en situaciones de estrés emocional suelen estar muchas horas bajo presión y en ocasiones con amenazas a su seguridad. Además, el contacto con el dolor, el horror y los peligros a que están sometidos otros seres humanos es emocionalmente desgastante y puede acabar afectando la salud mental y el equilibrio de los trabajadores en tareas de asistencia, remuneradas o no.

La provisión de apoyo para mitigar las posibles consecuencias psicosociales de la labor en crisis es una necesidad; por lo que para proteger y promover el bienestar y ser más eficaces es necesario asegurar una respuesta sistémica e integrada antes, durante y después de las acciones en que colaboran. Darse cuenta de la potente habilidad para reducir el dolor en los pacientes también es un antídoto contra la traumatización secundaria”.

Entrevista a Oscar García, profesor de la Cátedra Abierta de la Solidaridad

“El voluntario agrega la riqueza
del ser solidario a la sociedad”


El profesor Oscar García es titular de la Cátedra Abierta de la Solidaridad de la Universidad Nacional de San
Martín (Unsam), un espacio académico para el estudio crítico de la solidaridad y conceptos asociados a ella como voluntariado, sociedad civil, acción comunitaria y organizaciones solidarias. El análisis de la cultura solidaria desde un enfoque popular es reciente en Latinoamérica, y el profesor García, referente sobre la
materia en nuestro país, es invitado constantemente a dictar seminarios y conferencias en instituciones públicas y privadas. En diálogo con El Tribuno, se refirió a la noción de voluntariado y la diferenció del voluntarismo.

Además habló sobre la figura del voluntario y los problemas que enfrentan estas organizaciones.

¿Qué es el voluntariado?

El voluntariado es una de las formas de poner en práctica la solidaridad, no es la única forma; pero sí es una forma organizada de solidaridad. Supera las formas más espontáneas o inconstantes de solidaridad y las transforma en un fenómeno que tiene la posibilidad de seguir en el tiempo. El voluntariado lo que busca es ejercer una acción solidaria en forma organizada.

¿Cómo se diferencia del voluntarismo?

El voluntarismo es tener ganas de arreglar todo y estar desorganizado y no saber cómo hacerlo, no organizar
los tiempos. El voluntariado lo que hace es llevar a cabo acciones solidarias en el marco de organizaciones solidarias o del Estado mismo, también de empresas, porque también existe el voluntariado corporativo. Y la idea es que la gente que tiene una vocación solidaria y ganas de ayudar a los demás pueda encontrar en el voluntariado una forma de concretarlo.

Según su experiencia, ¿hay un perfil de voluntario? ¿Hay algunas personas que puedan ser más atraídas que otras a ejercer este tipo de tarea?

No. Hoy en día se habla del voluntariado para todos y todas. El voluntario puede ser cualquier persona. Tiene que
tener dos cosas accesibles: tiempo y ganas. Cualquier persona, de cualquier edad, de cualquier condición social, con cualquier conocimiento -alfabeta o analfabeta- si tiene ganas de ayudar a otro, ganas de poner a disposición su conocimiento, sus habilidades, o a veces su fuerza, en el marco de que sea una ayuda a otros y que no sea solo para sí mismo.

¿Cuáles son los problemas que enfrenta el dirigente de una organización con voluntarios?

Ser dirigente de una organización social es una tarea muy ardua porque son espacios muy dinámicos que están insertos dentro de una sociedad mayor que a veces los comprende y a veces no, a veces los trata mejor y a veces peor. Tienen que cumplir como personas jurídicas con obligaciones, aunque tienen sus derechos también. Están sometidas a una necesidad económica permanente. Son organizaciones que muchas veces no tienen una fuente propia de ingresos y dependen de que alguien las ayude. Es una tarea ardua, pero que también tiene enormes satisfacciones y canaliza muchas veces vocaciones de liderazgo y de servicio.

¿Qué le agrega el voluntario a una organización que lo incorpora?

Una organización con voluntarios está más fortalecida que una organización sin voluntarios. El voluntario lo que
le agrega a la organización es la riqueza del ser humano solidario. Hay una regla de oro que es darle siempre una tarea concreta, no es puede incorporar a alguien y decir: “Después vemos qué hacemos con vos”. Hay que incorporarlos con incentivos, con objetivos, con una razón de ser; pero cuando estás incorporando a un voluntario estás incorporando a una persona con ganas de hacer cosas y eso te fortalece la organización.

¿Cuáles son los modelos viciados de voluntariado?

El voluntariado como tal, la palabra, no garantiza que se haga de una forma o de otra, esto es muy diverso. Entonces, lamentablemente, hay voluntariados y organizaciones con voluntarios que utilizan el voluntariado para hacer un modelo asistencialista o paternalista. O un modelo en el que el beneficiario está cosificado y lo que se busca es que se quede tranquilo y no reclame, no moleste. Son modelos que están agotados hoy en día, pero deben ser respetados también. Nosotros proponemos un voluntariado transformador.

¿Qué es el voluntariado transformador?

Es un voluntariado que busca primero ayudar, pero luego no irse, sino quedarse a buscar cuáles son las causas estructurales que provocaron esa necesidad. Un voluntariado que si tiene que servir un plato de comida a la mañana lo sirve; pero si a la tarde debe salir a protestar para que se cambie una ley o se respete un derecho de la organización lo hace también. Un voluntariado más proactivo, que no se queda en silencio.

¿El voluntario tiene una llegada a terreno que los agentes estatales a veces no logran?

El mundo del voluntariado es amplísimo, se puede ser voluntario prácticamente en cualquier cosa. El voluntariado tiene una capilaridad con la sociedad porque el voluntario es parte de la sociedad en la que vive y en la cual hace su tarea. Entonces, hay un conocimiento directo de la sociedad. Lo que decimos siempre es que quien se hace voluntario tiene la enorme oportunidad de tener noticias de primera mano de la sociedad donde vive, porque lo ve, nadie se lo cuenta. Ojo, en las políticas públicas el voluntario no es un actor central, sino un actor de reparto importante y puede aportar esto: conocimiento importante del terreno.

Antes de comprometernos como voluntarios ¿qué debemos pensar y sopesar?

Es una pregunta muy interesante porque muchas veces, así como se dice que es difícil encontrar voluntarios porque la gente no se ofrece -lo cual es una realidad-, también es verdad que mucha gente se entusiasma y sin pensarlo demasiado se ofrece. Lo que les decimos a los voluntarios es que debe hacerse siempre de menor a mayor y no al revés. Si tengo ganas de empezar a hacer seis horas por semana, que empiece con cuatro y después veo si me da el cuerpo, si estoy contento, si no estoy descuidando mi trabajo, los estudios, la familia o los amigos.

El voluntariado hay que degustarlo de a poco...

Exactamente. Si tenés una comida muy rica tenés que tratar de saborear cada bocado, aprovecharla, no comer
de manera glotona, porque tenés toda la vida para ser voluntario y vale la pena ir siempre de menor a mayor.

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