María Laura Sanmillán tiene 36 años, es médica especializada en inmunología y está casada con Claudio Giraudo de 40, doctor en Biología Molecular.
Justamente la actividad de Claudio les abrió las puertas de la ciencia en los Estados Unidos. "A mi marido le ofrecieron trabajo en una prestigiosa clínica para investigar el tema de inmunidad y a mí, terminar en Manhattan la residencia de psiquiatría que estaba haciendo en Córdoba. Cuando llegamos a Estados Unidos, Florencia, nuestra hija mayor, tenía dos años. Estaba empezando a hablar. Cuando la llevé al jardín le dije a la maestra que no iba a poder comunicarse con ella. Ni siquiera iba a poder pedirle ir al baño. Y las maestras me dijeron que no me preocupara, que los chicos se adaptaban rápidamente. Y así fue. No tuvo ningún problema", agregó. María Laura y Claudio tuvieron dos hijas más: Emilia, de 8 años, y la benjamina de la familia, Agustina, de 4 años.
La profesión
A pesar de haber terminado su residencia en psiquiatría, María Laura decidió posteriormente especializarse en inmunología. Actualmente trabaja en el Children Hospital of Philadelphia.
Claudio trabajó unos años en la Universidad de Columbia y después lo contrataron en la Universidad de Yale. María Laura se desempeñó en la de Nueva York. "Después él aplicó para abrir su propio laboratorio y le ofrecieron un trabajo en la Universidad de Pensilvania (UPenn). Así que nos mudamos para acá.
"Cuando llegamos pensamos que nos quedaríamos cinco años nada más. Nos parecía una buena experiencia, pero a medida que pasó el tiempo nos fue cada vez mejor. Pensamos que eran unos años más, pero está claro que ya no nos vamos a ir. Incluso, ya comenzamos a publicar nuestros trabajos. Crecimos mucho. En el momento en que pensamos en regresar, el Gobierno de Estados Unidos nos ofreció la ciudadanía porque necesitan profesionales de la especialidad y la experiencia de mi esposo. Por eso ahora somos ciudadanos estadounidenses. Nuestro futuro está aquí, aunque extrañemos", dijo María.
Sus hijas están insertas en el sistema escolar. "Mis hijas van a una escuela pública, que es una de las 10 mejores de los Estados Unidos. Aquí no podés elegir la escuela, tenés que ir a la que te toca, por eso la gente se muda mucho, porque busca que le toque la mejor escuela. El sistema educativo es sumamente exigente. Los chicos están muchas horas en la escuela. Además, el deporte es fundamental, al punto que le dedican dos horas por día. Es decir que a las horas de estudio tienen que sumarle las dos horas de práctica deportiva, y si hacen alguna otra actividad son dos horas más. Florencia practica hockey en la escuela y también forma parte del grupo olímpico de Ciencias. Ella sale hacia la escuela a las 6 y regresa a las 17, a veces más tarde. Todos estamos fuera de casa entre las 7 y las 17, que es la hora en que volvemos a vernos", contó María Laura, quien recalcó la gran diferencia cultural que hay con los hispanos. En su barrio, ellos forman parte del 1% de la población hispana de la zona.
"Yo trato de que mis hijas no pierdan nuestra cultura. Por ejemplo, Florencia escribe, lee y habla el español, Emilia lo lee y lo habla y recién ahora está empezando a escribirlo, y con Agustina estamos en la lucha", agregó. Una de las tareas más importantes que se ha impuesto es que sus hijas no pierdan el contacto con los afectos que tienen en Salta. "Ellas hablan tres veces por semana con sus abuelos por skype", agregó.
Los amigos
El concepto de amistad que tienen los norteamericanos es muy distinto al de los latinos. Todo es más formal. No se concibe la posibilidad de una juntada de amigos de manera espontánea. Tiene que ser programada con antelación. "Los domingos están dedicados a la iglesia, sea el credo que sea". Pero en general los fines de semana son para la atención de los deportes de los más chicos. "Cuando los niños entran a la escuela media la exigencia para toda la familia es enorme". A través de jornadas especiales que hay en la escuela, María se encarga de socializar la cultura argentina haciendo especial énfasis en lo salteño.
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María Laura Sanmillán tiene 36 años, es médica especializada en inmunología y está casada con Claudio Giraudo de 40, doctor en Biología Molecular.
Justamente la actividad de Claudio les abrió las puertas de la ciencia en los Estados Unidos. "A mi marido le ofrecieron trabajo en una prestigiosa clínica para investigar el tema de inmunidad y a mí, terminar en Manhattan la residencia de psiquiatría que estaba haciendo en Córdoba. Cuando llegamos a Estados Unidos, Florencia, nuestra hija mayor, tenía dos años. Estaba empezando a hablar. Cuando la llevé al jardín le dije a la maestra que no iba a poder comunicarse con ella. Ni siquiera iba a poder pedirle ir al baño. Y las maestras me dijeron que no me preocupara, que los chicos se adaptaban rápidamente. Y así fue. No tuvo ningún problema", agregó. María Laura y Claudio tuvieron dos hijas más: Emilia, de 8 años, y la benjamina de la familia, Agustina, de 4 años.
La profesión
A pesar de haber terminado su residencia en psiquiatría, María Laura decidió posteriormente especializarse en inmunología. Actualmente trabaja en el Children Hospital of Philadelphia.
Claudio trabajó unos años en la Universidad de Columbia y después lo contrataron en la Universidad de Yale. María Laura se desempeñó en la de Nueva York. "Después él aplicó para abrir su propio laboratorio y le ofrecieron un trabajo en la Universidad de Pensilvania (UPenn). Así que nos mudamos para acá.
"Cuando llegamos pensamos que nos quedaríamos cinco años nada más. Nos parecía una buena experiencia, pero a medida que pasó el tiempo nos fue cada vez mejor. Pensamos que eran unos años más, pero está claro que ya no nos vamos a ir. Incluso, ya comenzamos a publicar nuestros trabajos. Crecimos mucho. En el momento en que pensamos en regresar, el Gobierno de Estados Unidos nos ofreció la ciudadanía porque necesitan profesionales de la especialidad y la experiencia de mi esposo. Por eso ahora somos ciudadanos estadounidenses. Nuestro futuro está aquí, aunque extrañemos", dijo María.
Sus hijas están insertas en el sistema escolar. "Mis hijas van a una escuela pública, que es una de las 10 mejores de los Estados Unidos. Aquí no podés elegir la escuela, tenés que ir a la que te toca, por eso la gente se muda mucho, porque busca que le toque la mejor escuela. El sistema educativo es sumamente exigente. Los chicos están muchas horas en la escuela. Además, el deporte es fundamental, al punto que le dedican dos horas por día. Es decir que a las horas de estudio tienen que sumarle las dos horas de práctica deportiva, y si hacen alguna otra actividad son dos horas más. Florencia practica hockey en la escuela y también forma parte del grupo olímpico de Ciencias. Ella sale hacia la escuela a las 6 y regresa a las 17, a veces más tarde. Todos estamos fuera de casa entre las 7 y las 17, que es la hora en que volvemos a vernos", contó María Laura, quien recalcó la gran diferencia cultural que hay con los hispanos. En su barrio, ellos forman parte del 1% de la población hispana de la zona.
"Yo trato de que mis hijas no pierdan nuestra cultura. Por ejemplo, Florencia escribe, lee y habla el español, Emilia lo lee y lo habla y recién ahora está empezando a escribirlo, y con Agustina estamos en la lucha", agregó. Una de las tareas más importantes que se ha impuesto es que sus hijas no pierdan el contacto con los afectos que tienen en Salta. "Ellas hablan tres veces por semana con sus abuelos por skype", agregó.
Los amigos
El concepto de amistad que tienen los norteamericanos es muy distinto al de los latinos. Todo es más formal. No se concibe la posibilidad de una juntada de amigos de manera espontánea. Tiene que ser programada con antelación. "Los domingos están dedicados a la iglesia, sea el credo que sea". Pero en general los fines de semana son para la atención de los deportes de los más chicos. "Cuando los niños entran a la escuela media la exigencia para toda la familia es enorme". A través de jornadas especiales que hay en la escuela, María se encarga de socializar la cultura argentina haciendo especial énfasis en lo salteño.