La administración y fiscalización son dos actividades centrales que fueron derivadas a la órbita del Obispado de Orán desde el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, de quien depende este albergue que, a su vez, es un recurso del programa de asistencia integral a la víctima de violencia. Con la habilitación de la Defensoría de Violencia Intrafamiliar y de Género el pasado lunes en la ciudad norteña, que quedó a cargo de Liliana del Valle Ramos, se pretende complementar una tarea que requiere especial atención, teniendo en cuenta las alarmantes cifras de violencia contra mujeres.
Contención y amparo
En casi un año, son 15 las mujeres que hasta ahora albergó el refugio para víctimas de violencia de género y trata del departamento Orán.
Liliana Siles es la directora de la institución y el dato que sorprende es que, de esa cantidad de jóvenes que hasta ahora atendieron, la mayoría eran víctimas de trata de personas.
Siles explicó que "las personas que recibimos en el refugio fueron derivadas desde instituciones especializadas que específicamente brindan servicios de asistencia a quienes están en situación de violencia o por oficio judicial. En ambos casos con notas de referencia".
El criterio para el ingreso es que las mujeres se encuentren en situación de vulnerabilidad física, emocional, social y en ausencia de un soporte familiar o un alto riesgo de femicidio, ya que el hogar debe ser la última alternativa. La directora argumentó que la función es contener y garantizar un espacio de protección y un soporte emocional
Este albergue fue el primero en inaugurarse en la provincia y su objetivo es facilitar un lugar para las mujeres que conviven con su agresor. "Tiene capacidad para más de veinte personas, donde las mujeres que estén en riesgo por violencia de género pueden permanecer, junto a sus hijos durante 15 días", aunque en varios casos debieron permanecer más tiempo porque carecen de todo tipo de protección o contención de algún familiar.
Un año de trabajo
"El refugio se anunció tras declararse la emergencia provincial en 2015 y forma parte de las acciones que se pusieron en marcha en el marco del plan "Unidos por una Salta libre de violencia".
El Gobierno y la Diócesis de Orán firmaron un convenio de mutua colaboración en el que el obispado se comprometió a administrar, dirigir y sostener el refugio con un grupo de profesionales y colaboradores, con quienes se conformó un equipo de voluntariado.
Por su parte, la Provincia debe financiar, asesorar y capacitar, así como también acompañar el equipo.
El hogar cuenta con 9 operarias, 5 profesionales (psicólogas, psicopedagoga, asistente social y abogada), una coordinadora y la directora. Además, trabaja conjuntamente a la Pastoral Social, que ayuda a la difusión del trabajo.
El sacerdote recordó que cuando fue convocado para colaborar con esta iniciativa, "no dudé ni un instante de que esto era lo que Dios me pedía que hiciera como obispo de un territorio tan castigado por situaciones de pobreza, marginalidad y distintas expresiones de violencia, motivadas en gran parte por la proliferación desmedida del narcotráfico". Finalmente agradeció "a todas las personas de buena voluntad que se han sumado a este proyecto colaborando de distintos modos, pero todos con la misma conciencia de ser fieles al mandato de Jesús".
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La administración y fiscalización son dos actividades centrales que fueron derivadas a la órbita del Obispado de Orán desde el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, de quien depende este albergue que, a su vez, es un recurso del programa de asistencia integral a la víctima de violencia. Con la habilitación de la Defensoría de Violencia Intrafamiliar y de Género el pasado lunes en la ciudad norteña, que quedó a cargo de Liliana del Valle Ramos, se pretende complementar una tarea que requiere especial atención, teniendo en cuenta las alarmantes cifras de violencia contra mujeres.
Contención y amparo
En casi un año, son 15 las mujeres que hasta ahora albergó el refugio para víctimas de violencia de género y trata del departamento Orán.
Liliana Siles es la directora de la institución y el dato que sorprende es que, de esa cantidad de jóvenes que hasta ahora atendieron, la mayoría eran víctimas de trata de personas.
Siles explicó que "las personas que recibimos en el refugio fueron derivadas desde instituciones especializadas que específicamente brindan servicios de asistencia a quienes están en situación de violencia o por oficio judicial. En ambos casos con notas de referencia".
El criterio para el ingreso es que las mujeres se encuentren en situación de vulnerabilidad física, emocional, social y en ausencia de un soporte familiar o un alto riesgo de femicidio, ya que el hogar debe ser la última alternativa. La directora argumentó que la función es contener y garantizar un espacio de protección y un soporte emocional
Este albergue fue el primero en inaugurarse en la provincia y su objetivo es facilitar un lugar para las mujeres que conviven con su agresor. "Tiene capacidad para más de veinte personas, donde las mujeres que estén en riesgo por violencia de género pueden permanecer, junto a sus hijos durante 15 días", aunque en varios casos debieron permanecer más tiempo porque carecen de todo tipo de protección o contención de algún familiar.
Un año de trabajo
"El refugio se anunció tras declararse la emergencia provincial en 2015 y forma parte de las acciones que se pusieron en marcha en el marco del plan "Unidos por una Salta libre de violencia".
El Gobierno y la Diócesis de Orán firmaron un convenio de mutua colaboración en el que el obispado se comprometió a administrar, dirigir y sostener el refugio con un grupo de profesionales y colaboradores, con quienes se conformó un equipo de voluntariado.
Por su parte, la Provincia debe financiar, asesorar y capacitar, así como también acompañar el equipo.
El hogar cuenta con 9 operarias, 5 profesionales (psicólogas, psicopedagoga, asistente social y abogada), una coordinadora y la directora. Además, trabaja conjuntamente a la Pastoral Social, que ayuda a la difusión del trabajo.
El sacerdote recordó que cuando fue convocado para colaborar con esta iniciativa, "no dudé ni un instante de que esto era lo que Dios me pedía que hiciera como obispo de un territorio tan castigado por situaciones de pobreza, marginalidad y distintas expresiones de violencia, motivadas en gran parte por la proliferación desmedida del narcotráfico". Finalmente agradeció "a todas las personas de buena voluntad que se han sumado a este proyecto colaborando de distintos modos, pero todos con la misma conciencia de ser fieles al mandato de Jesús".