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"No lo quiero, no lo recuerdo, pero le voy a temer hasta el final de mi vida"

Sabado, 11 de febrero de 2017 00:30
<div>Ayer, Susana Belén y su adolescencia. Hoy, en plena convalecencia domiciliaria. / J. Barthe</div><div><div>
"Un mes y 27 días estuve internada. 40 días estuve intentando recordar a mis seres queridos, a mis afectos para aferrarme de nuevo a la vida, que un día como hoy volvió a mi cuerpo. Al llegar a mi casa tuve ese deseo de volver a ser Susana Belén, y de ser feliz como cualquier chica de 18 años", así interpretó este cronista las palabras entrecruzadas, las ideas dispersas y los gestos de felicidad en los ojos más tristes que una persona pueda contemplar.
Rodeada de sus hermanos, sobrinos, tíos y de su padre recibió a El Tribuno, solo horas después de abandonar el hospital San Bernardo, donde estuvo internada recuperándose de las mortales heridas que le provocó Luis Gonzalo Reyes cuando ella le dijo que ya no quería seguir el noviazgo.
Susana Belén sonrió ayer a nuestra llegada y expresó su inmenso agradecimiento a todos aquellos que permitieron que su vida no se apagara.
Dijo que no deseaba contar una historia más de violencia inaceptable, que no podía recordar el último y casi terminal episodio. Solo desea enviar un interminable y doloroso mensaje a la sociedad, a los jueces y todas las personas que juzgarán a quien casi le tronchó la vida para siempre.
Al volver en sí, después de un coma de casi tres semanas, aseguró que la primera persona que logró reconocer fue a su hermana mayor Claudia.
"Estuve confundida muchos días, veía a las personas pero no sabía quiénes eran, aún estoy así. Aunque estoy feliz de estar en casa; me veo impedida de hacer hasta lo más elemental, ni siquiera puedo comer, recibo alimentos a través de un botón gástrico", se sinceró.
Los golpes recibidos aquel 14 de diciembre le destrozaron la mandíbula. El corte en el cuello le seccionó la tráquea. En este momento su rostro está sostenido por una placa de platino. Su padre, Walter López, dijo que quizás, más adelante, "deba aprender a comer de nuevo. Por ahora depende de medicamentos y la alimentación directa a su estómago".
Aun así, pesando hoy solo 35 kilos, Susana Belén aseguró que va a superar todos los obstáculos. Pero no puede hacer el trabajo de la Justicia.
"Ya fallaron hace 1 mes y 28 días, hoy les pido por mi vida y la de mi familia. Les pido que no vuelvan a fallar, que no me abandonen y que me devuelvan la posibilidad de hacer realidad alguno de los pocos sueños que tuve, porque aquí en Floresta Alta no se puede soñar demasiado".
Con su mirada enclavada en el fondo de sus orbitales, junta las manos y prácticamente suplica cuando habla. Tarda cada respuesta, está lenta en su increíble lucidez, debe volver a formar la palabra en su boca, sostenida por las cirugías y la ciencia médica.
Aún así, la claridad de sus palabras y la valentía de sus respuestas sorprenden. No está quebrada, está más entera que nunca y por eso teme. Es un temor más que fundado.
Su tío explicó claramente un proceso anterior viciado de fallas del sistema.
Hubo interminables denuncias sobre el frustrado femicida, también una orden de prohibición de acercamiento que no se cumplió. La consigna policial fijada por la Justicia solo fue un día y una mañana; cuando ella estuvo sola, ocurrió lo que tanto temía.
"Un mes y 27 días estuve muerta, pero regresé y aquí estoy", dijo segura de sí misma.
"No tengo nada, ni un peso para darme un gustito adolescente. De mí solo se acordaron los médicos. Las deudas son de mi padre. Tengo un futuro incierto mientras penda sobre mí las amenazas ya cumplidas en parte. Por eso los convoqué para que entiendan dónde termina la violencia contra las mujeres. Cómo exterminan tu vida y la de tu familia y cómo el abandono te llena la casa de nadie", explicó en parte con palabras otras con el llanto silente de su alma.

Justicia

No hubo lugar a las preguntas del pasado, porque Susana Belén pidió no recordarlo. "Me golpeó y me violó cuántas veces quiso. Me mandó al hospital por haberme puesto una remera que a él no le gustaba pero ya fue. Lo digo sin que lo pregunten. No lo quiero, no lo extraño ni lo recuerdo. Pero que les quede claro a todos que no lo he perdonado, no lo voy a perdonar y por eso penden sobre mí sus amenazas. Pido que el peso de la ley le haga conocer la palabra Justicia", finalizó.
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"Un mes y 27 días estuve internada. 40 días estuve intentando recordar a mis seres queridos, a mis afectos para aferrarme de nuevo a la vida, que un día como hoy volvió a mi cuerpo. Al llegar a mi casa tuve ese deseo de volver a ser Susana Belén, y de ser feliz como cualquier chica de 18 años", así interpretó este cronista las palabras entrecruzadas, las ideas dispersas y los gestos de felicidad en los ojos más tristes que una persona pueda contemplar.
Rodeada de sus hermanos, sobrinos, tíos y de su padre recibió a El Tribuno, solo horas después de abandonar el hospital San Bernardo, donde estuvo internada recuperándose de las mortales heridas que le provocó Luis Gonzalo Reyes cuando ella le dijo que ya no quería seguir el noviazgo.
Susana Belén sonrió ayer a nuestra llegada y expresó su inmenso agradecimiento a todos aquellos que permitieron que su vida no se apagara.
Dijo que no deseaba contar una historia más de violencia inaceptable, que no podía recordar el último y casi terminal episodio. Solo desea enviar un interminable y doloroso mensaje a la sociedad, a los jueces y todas las personas que juzgarán a quien casi le tronchó la vida para siempre.
Al volver en sí, después de un coma de casi tres semanas, aseguró que la primera persona que logró reconocer fue a su hermana mayor Claudia.
"Estuve confundida muchos días, veía a las personas pero no sabía quiénes eran, aún estoy así. Aunque estoy feliz de estar en casa; me veo impedida de hacer hasta lo más elemental, ni siquiera puedo comer, recibo alimentos a través de un botón gástrico", se sinceró.
Los golpes recibidos aquel 14 de diciembre le destrozaron la mandíbula. El corte en el cuello le seccionó la tráquea. En este momento su rostro está sostenido por una placa de platino. Su padre, Walter López, dijo que quizás, más adelante, "deba aprender a comer de nuevo. Por ahora depende de medicamentos y la alimentación directa a su estómago".
Aun así, pesando hoy solo 35 kilos, Susana Belén aseguró que va a superar todos los obstáculos. Pero no puede hacer el trabajo de la Justicia.
"Ya fallaron hace 1 mes y 28 días, hoy les pido por mi vida y la de mi familia. Les pido que no vuelvan a fallar, que no me abandonen y que me devuelvan la posibilidad de hacer realidad alguno de los pocos sueños que tuve, porque aquí en Floresta Alta no se puede soñar demasiado".
Con su mirada enclavada en el fondo de sus orbitales, junta las manos y prácticamente suplica cuando habla. Tarda cada respuesta, está lenta en su increíble lucidez, debe volver a formar la palabra en su boca, sostenida por las cirugías y la ciencia médica.
Aún así, la claridad de sus palabras y la valentía de sus respuestas sorprenden. No está quebrada, está más entera que nunca y por eso teme. Es un temor más que fundado.
Su tío explicó claramente un proceso anterior viciado de fallas del sistema.
Hubo interminables denuncias sobre el frustrado femicida, también una orden de prohibición de acercamiento que no se cumplió. La consigna policial fijada por la Justicia solo fue un día y una mañana; cuando ella estuvo sola, ocurrió lo que tanto temía.
"Un mes y 27 días estuve muerta, pero regresé y aquí estoy", dijo segura de sí misma.
"No tengo nada, ni un peso para darme un gustito adolescente. De mí solo se acordaron los médicos. Las deudas son de mi padre. Tengo un futuro incierto mientras penda sobre mí las amenazas ya cumplidas en parte. Por eso los convoqué para que entiendan dónde termina la violencia contra las mujeres. Cómo exterminan tu vida y la de tu familia y cómo el abandono te llena la casa de nadie", explicó en parte con palabras otras con el llanto silente de su alma.

Justicia

No hubo lugar a las preguntas del pasado, porque Susana Belén pidió no recordarlo. "Me golpeó y me violó cuántas veces quiso. Me mandó al hospital por haberme puesto una remera que a él no le gustaba pero ya fue. Lo digo sin que lo pregunten. No lo quiero, no lo extraño ni lo recuerdo. Pero que les quede claro a todos que no lo he perdonado, no lo voy a perdonar y por eso penden sobre mí sus amenazas. Pido que el peso de la ley le haga conocer la palabra Justicia", finalizó.

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