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Crece el número de ambulantes por la noche en las peatonales

La Municipalidad ya registró a 300 comerciantes que trabajan en la calle en esa zona.La mayoría son mujeres que perdieron un empleo registrado y no pudieron reinsertarse en el mercado.
Martes, 11 de julio de 2017 02:08

Pasadas las 20.30, cuando los locales están por bajar sus persianas, las peatonales Alberdi y La Florida comienzan a cambiar. Desde la avenida San Martín, los carros con bolsones de más de un metro de altura comienzan a invadir el espacio. En menos de 30 minutos la parte central de las peatonales se puebla de vendedores ambulantes. Ropa, juguetes, cosméticos, electrónica, plantas y elementos de cocina, son algunos de los productos que se pueden encontrar a precios rebajados pero que se pagan de contado. En un escenario económico complejo, la cantidad de comerciantes callejeros crece y ya llegan a 300 los registrados por la Municipalidad.

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Pasadas las 20.30, cuando los locales están por bajar sus persianas, las peatonales Alberdi y La Florida comienzan a cambiar. Desde la avenida San Martín, los carros con bolsones de más de un metro de altura comienzan a invadir el espacio. En menos de 30 minutos la parte central de las peatonales se puebla de vendedores ambulantes. Ropa, juguetes, cosméticos, electrónica, plantas y elementos de cocina, son algunos de los productos que se pueden encontrar a precios rebajados pero que se pagan de contado. En un escenario económico complejo, la cantidad de comerciantes callejeros crece y ya llegan a 300 los registrados por la Municipalidad.

En La Florida entre San Martín y Urquiza, 28 ambulantes -registrados por la Subsecretaría de Control e Inspección municipal- ofrecen sus artículos y esperan terminar la jornada con alguna ganancia. "La venta está floja, como todo", le confesó Adriana a El Tribuno. La mujer tiene 37 años y hace seis que se quedó sin trabajo en un comercio de indumentaria. Era una empleada registrada, con los beneficios y obligaciones que eso representa. "Ahora hago lo que puedo para vivir", afirmó.

En la actualidad, Adriana vende ropa, junto a una vecina que la animó a buscar en el comercio ambulante una forma de subsistencia. "Cuando quedé sin trabajo tuve depresión. Estaba encerrada, no quería salir. Un día ella me invitó a que la acompañe, y ahora no me para nadie", cuenta Adriana, mientras espera clientes para las calzas, buzos y camperas que vende.

La vendedora tiene tres hijos, de los cuales dos están estudiando en el terciario y además trabajan. Está separada y afirma que su exesposo no se olvidó de ellos, pero que igual "la plata no alcanza".

Adriana reconoce que al principio le daba vergenza esta nueva forma de vida. "Hay gente que se queja de nuestra presencia. Lo único que puedo decirles es que ojalá que no les pase lo que me pasó a mí", resumió Adriana.

A su lado, trabaja su "madrina comercial". Claudia tiene 46 y desde hace 15 años que es ambulante. "Éramos 4 y ahora somos 28 registradas". Claudia cuestiona que muchos vendedores tengan locales en los barrios pero igual les permitan estar en la peatonal.

Claudia junto a otras vendedoras ya tenían formada una cooperativa, cuando se hizo un registro de ambulantes en la Municipalidad de la Ciudad de Salta, el año pasado. Las mujeres aseguran que la medida de registrar sin ningún límite a los vendedores tiene un doble propósito.
“Ellos buscan que esto genere caos, que haya alguna pelea entre nosotros para entrar y sacarnos a todos de una vez. Eso es lo que están buscando con este registro indiscriminado. ¿Podés creer que no controlan a los que tienen negocios en los barrios y los dejan estar acá?”, se quejó Claudia, enojada y resignada a una situación que ella no puede cambiar. 
Elvira tiene 52 años y es vendedora ambulante desde hace dos décadas. Como muchas mujeres con hijos, esta fue la única salida digna que encontró para trabajar y sostener a su familia. Con años de experiencias y de idas y vueltas con las distintas autoridades municipales, Elvira afirma que en algún momento se les ofreció trabajar en los predios de las ferias americanas. “Eso a nosotros no nos conviene, porque tenemos poca mercadería y además nuestros productos son nuevos. En las ferias todo es usado y si es en Solidaridad o Palermo, la ropa se ensucia, se llena de tierra y perdemos nuestros productos”, afirmó. 
En La Florida la feria se extiende hasta las 22, mientras que sobre Alberdi entre Alvarado y San Martín, los vendedores se quedan hasta las 23. Allí, además de ropa se pueden elegir películas, juguetes, artículos para el hogar y algunas artesanías en madera y otras en lana de llama. En este espacio también necesitan un repunte.
“Esperamos que vengan los turistas para ver si mejoramos la venta”, dijo Susana, otra mujer que vive de la venta ambulante. A su lado está Juan, su tío, que no la deja sola porque teme que la asalten. 
La mayoría de los vendedores sabe que esta forma de vida no será para siempre. Advierten que en cualquier momento puede llegar una orden de desalojo por la que pierdan todo. “No sería la primera vez. Cuántas veces nos cerraban las calles y entraban los policías a sacar todo. Después cuentan la historia de que tenemos que ir a pedir la devolución de la mercadería. Mentira! Se quedan con la mayoría y te devuelven lo que quieren”, recuerda Elvira, una de las vendedoras ambulantes más antiguas de la peatonal. 
Las quejas de los propietarios de locales habilitados, de los vecinos, de los turistas y la falta de higiene hablan de un panorama poco alentador para estos vendedores. 

 

 

 

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