Una guardavida argentina salvó a un niño de morir ahogado al arrojarse al mar en la playa de Can Pere Antoni, en Palma de Mallorca, en medio de una fuerte correntada que le ocasionó numerosos inconvenientes y puso en riesgo la vida de ambos.
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Una guardavida argentina salvó a un niño de morir ahogado al arrojarse al mar en la playa de Can Pere Antoni, en Palma de Mallorca, en medio de una fuerte correntada que le ocasionó numerosos inconvenientes y puso en riesgo la vida de ambos.
El hecho se produjo la tarde del pasado sábado. Macarena Cabruja había terminado su jornada laboral y se encontraba jugando al vóley junto a un amigo.
Cuando la noche comenzaba a abrirse, observó que un grupo de bañistas miraba mar adentro y señalaba a una persona que era arrastrada por la fuerte correntada.
"Me metí en el agua y pedí si alguien me podía acompañar para ayudarme a sacarla. Como no había tiempo, les dije que llamaran al (servicio de emergencias) 112", contó a la prensa local Macarena.
"Pensaba que no me ibas a sacar porque soy negro", le dijo el niño a Macarena.
"El mar tiraba con mucha fuerza. Aunque puedo aguantar horas en el mar, sabía el riesgo al que me enfrentaba", indicó.
A medida que fue nadando hacia el lugar, la socorrista se percató de quien estaba a punto de ser arrastrado por las potentes olas era un niño, que luego se supo tenía de 10 años. "Fui allí que me dije o salimos los dos o nos ahogamos los dos", destacó la joven.
"Cuando llegué a su altura, no podía más y se hundió. Lo agarré y le saqué la cabeza fuera del agua", indicó. Lo primero que hizo fue tratar de tranquilizar al niño. "Le dije que estuviera tranquilo, que íbamos a salir. Pero yo sabía que nos la estábamos jugando. La corriente tiraba mucho", relató.
Pese a tener al chico entre sus brazos, los obstáculos comenzaron a aparecer. Uno de ellos fue tratar de pasar de una boya a otra. La chica comentó que pese a la situación, el niño hizo un comentario que la conmovió: "Pensaba que no me ibas a sacar porque soy negro", le dijo con sus pocas fuerzas.
Fuente: La Capital