¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

20°
29 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

¿Cómo le digo a mi hijo 'que no tengo para comer'? Testimonios de una realidad que duele y lastima

A veces los chicos se dan cuenta con facilidad de lo que ocurre. De todo lo que pasa en casa, con mamá o con papá, pero lo que cuesta es que procesen las formas y las emociones que expresan los adultos. Es entonces donde el equilibrio emocional es fundamental, para lograr que los chicos procesen momentos difíciles que pueden dejar marcas de por vida.  
Sabado, 28 de octubre de 2023 16:52

"Si escuchás que la voz se me quiebra, es porque justamente tuve que decirle a uno de los niños, un nene de 4 años, que ya no tenía más comida". Con estas duras palabras, Jimena Calafiore, dueña de un merendero en Salta, nos presenta e introduce en una cruda y difícil realidad: cómo afrontar ese momento, cuando tenés que decirle a tu hijo o hija que no tenés para darle de comer; un momento desgarrador y angustiante.

Jimena lleva adelante un comedor en La Silleta. El trabajo comenzó hace más de una década, primero con una merienda y luego, las necesidades de los niños la llevaron a pensar en una comida más sustentable, algo que les permitiera tener energías durante el día o que los dejara dormir sin ese dolor en la panza producto del hambre. En este último tiempo, las necesidades comenzaron a multiplicarse.

Este comedor de La Silleta ofrece la cena los miércoles y el almuerzo los domingos. En las últimas semanas, los presentes en la cena pasaron de 50 a 70, y los almuerzos son para 200 personas.

"La situación está muy difícil. Si escuchás que la voz se me quiebra, es porque justamente ayer tuve que decirle a uno de los niñitos, un nene de 4 años, que ya no tenía más comida. Había hecho fideos con pollo y se fue todo. Casi se me parte el corazón, porque sé que esa era la única comida del día de ese nene", relató Jimena.

Hace 14 años que el comedor entrega el almuerzo los domingos. Los niños y sus familias llevan un recipiente, y se les entregan porciones para todos los miembros del grupo familiar. La idea es que los niños compartan el almuerzo con su familia, una práctica cada vez más difícil de lograr por trabajo o por la escuela. Ahora, una vez a la semana, también pueden llevar frutas, gracias a una verdulera de la zona que dona lo que puede.

En el caso de este comedor, recibe el aporte del Estado para 120 niños, pero ahora los números son distintos.

La cena surgió como una consecuencia de la hora extendida en la escuela. Previo a esto, el comedor llevaba la merienda a la hora en que los niños llegaban de la escuela, pero un día, una pregunta inocente lo cambió todo.

"Entregaba la merienda en distintos puntos de la zona, hasta que un día un nene me preguntó si lo que llevaba era sopa. Y no era sopa, era mazamorra. Entonces, cambié la merienda por cena, porque ellos salen de la escuela a las 19.15 y salen con hambre", recordó Jimena, que se levanta pidiendo al cielo que todos los días le alcance.

"La verdad es que no sé cómo, pero vamos remándola. Amo a los niños y trato de ponerles colores, aunque sea un día a la semana, para que su vida no sea tan gris. Tiene el lado hermoso, de que el niño siempre te abraza con un amor inmenso pese a todo. La situación no pasa por el hambre, pasa por la falta de unión en la familia", detalló.

Jimena confesó que en más de una ocasión, las mamás confesaron que no tenían para darles de comer a sus hijos, y "a los chicos no se les puede mentir", pero ¿cómo le explicás a un niño que no le podés dar de comer? "Ellos no dicen nada, los chicos lo entienden, pero a vos, como mamá, se te rompe el alma", confesó una mujer que asiste al comedor entre lágrimas.

Desdramatizar la situación

Ignacio Crespo, médico psiquiatra, explica que los chicos entienden más de lo que los padres creen. "Esto no te lo digo desde el rol de psiquiatra, pero con los chicos hay que hablar de una manera sencilla, que sea fácil de entender. Me parece que hay que tratar de no dramatizar la comunicación, ya que es lo que puede afectar a los menores de la familia", analizó Crespo.

El profesional agregó que más que la mala noticia, lo que afecta a los chicos es el estado de ánimo de los padres. Que la comunicación sea tranquila, que es una situación temporal, que se puede solucionar y que los padres (los adultos) están viendo cómo salir de la situación, es la forma de desdramatizar la comunicación.

"Los niños absorben mucho más de la conducta de los padres que de la comunicación misma, de lo que escuchan. Los chicos entienden las situaciones y las pueden procesar si los padres los acompañan", agregó Crespo.

En los casos que se presentan en La Silleta, son las mamás las que buscan en seguida la salida. ¿Cómo hacer para que alcance? Entonces, Jimena comenzó a buscar gente que necesitara una empleada de limpieza por horas y juntó un grupo de madres que se animó y ahora salen a trabajar. "Yo las llevo y las traigo, y las veo que cuando vuelven, lo primero que hacen es pasar a la panadería a comprar tiras de pan para llevar a la casa", detalló.

Una situación que se puede vivir como un "duelo"

Anabel Frías, psiquiatra, afirma que la situación de carencia se puede vivir como un duelo. "La pérdida de un estatus social, de una condición como la de antes de poder comer en casa y ahora tener una situación no deseada y pasar a este otro espacio", analizó la profesional.

Frías advierte que los padres presentan un estado de angustia ante la situación de duelo. Hay tristeza. Son cuestiones que viven los padres y van a tener diferentes respuestas. Algunos huyen, otros se paralizan ante una situación que viven como un estrés agudo.

“Si logran entender esto, los padres van a poder resolver con más tranquilidad y transmitir a los hijos que es una situación temporal hasta que todo mejore. Si los papás tienen tranquilidad van a poder transmitir la situación de un mejor modo. Igualmente los chicos van a sentir angustia; mientras que los más pequeños podrían vivirlo con cambios de comportamiento por la situación y que escapa a las posibilidades de los padres”,analizó. 

La profesional advierte que para sobrellevar esta situación, de pérdida de status social, es necesario entender que es temporal, mantener la tranquilidad, tomar las mejores decisiones en ese nuevo contexto socio económico y buscar las herramientas para poder recuperar lo que se va perdiendo.

“Es importante que estos papás y mamás tengan un lugar dónde tomar impulso, tomar aliento y evitar las decisiones apresuradas.  En tranquilidad se pueden tomar mejores decisiones, ante tanta angustia”, agregó. 

Ofreciendo ayuda para recibirla

Deo Váquez dirige la Fundación Runrun, trabaja en distintos puntos de la ciudad de Salta y del Valle de Lerma, colaborando con comedores y merenderos. “Hoy tanto en la zona sudeste, como en Cerrillos o Campo Quijano, la situación está muy mal. La cantidad de gente que iba a los merenderos aumentó y hay muchas mamás que se juntaron para poder armar comedores y resolver la situación de los chicos que no tienen para comer”, expresó Deo. 

La falta de empleo o despido, enfermedades, el incremento de los alquileres, la falta de una vivienda y volver a la casa de los padres por la crisis, son algunas de las situaciones que desde la Fundación se están detectando. “Hay muchos casos de madres jóvenes, con parejas detenidas o víctimas de alguna adicción, que se están multiplicando. Eso hace que se repliquen multiplique la cantidad de gente, porque llega la madre con su pequeño y a veces con un nuevo embarazo”, detalló la presidente de Runrun. 

Deo asegura que la situación es realmente triste, pero muchas mujeres buscan la forma. “A través de la fundación logramos que accedan a microcréditos con los que comenzaron sus microemprendimiento. Algunas comenzaron a vender zapatos, y van las ferias a vender, otras hacen tratamientos de estética, y esto hace que busquen la manera de salir o al menos resolver algo de la situación”, agregó. 

En barrio La Paz, Los Pinares, Villa Lavalle, son algunos de los puntos donde funcionan los comedores apadrinados por la Fundación y en muchos de estos casos, las madres que llegaron por primera vez a los merenderos piden hacer una intercambio. “Te dicen: ‘vengo a limpiar y me llevo la comida para mi casa’. Y buscamos ayudarlos para que encuentren un trabajo, que los ayude a salir de esta situación”, agregó.   

 

PUBLICIDAD