"Departamento Municipal de Cultura", dice una placa que parece de bronce ennegrecido y aún sobrevive al abandono en la fachada de lo que se conoce como "la casita" del parque San Martín. Tapada de pintadas, invadida por la vegetación y colapsada de basura, hoy se convirtió en una curiosidad para chicos y turistas, un techo mejor que la intemperie para los que se animan a entrar y un motivo de preocupación para los vecinos.
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"Departamento Municipal de Cultura", dice una placa que parece de bronce ennegrecido y aún sobrevive al abandono en la fachada de lo que se conoce como "la casita" del parque San Martín. Tapada de pintadas, invadida por la vegetación y colapsada de basura, hoy se convirtió en una curiosidad para chicos y turistas, un techo mejor que la intemperie para los que se animan a entrar y un motivo de preocupación para los vecinos.
"Ahí se mete toda la vagancia. De noche venden drogas, arman peleas, asustan a la gente, toman y consumen cualquier cosa. Eso es un aguantadero", se queja un cobrador de estacionamiento que pasa gran parte de sus días en la cuadra de Mendoza al 50, donde se levanta la vivienda.
El inmueble perteneció al área de cultura del municipio y fue sede de la Banda de Música de la ciudad. También albergó a una fundación que lo recibió a préstamo. Hoy no hay respuestas muy claras sobre la institución o los funcionarios que están cargo de mantenerlo. Tampoco se conocen bien las razones por las que la construcción quedó vacía y sin ningún tipo de control.
"Solo el amor de mamá" o "Te vamos a denunciar", rezan algunos de grafitis que se mezclan con dibujos en las paredes descascaradas del exterior.
Adentro, se superponen muebles de oficina destruidos, documentos administrativos amarillos, colchones humedecidos, botellas, cajas de tetrabrik, latas, pedazos de ropa, zapatos sueltos, restos de comida, todo tipo de plásticos, vigas de madera derrumbadas y escombros.
La lluvia que se filtra por los agujeros del techo acelera la descomposición de todo lo que se fue acumulando con los años. En el baño, los caños rotos pierden cientos de litros de agua potable desde no se sabe cuándo. El inodoro tiene rastros de haber sido usado muchas veces aunque no funcione la cadena.
A través de los vidrios rotos y las rejas herrumbradas de las ventanas, algunos curiosos miran con incredulidad o sacan fotos mientras tratan de descifrar las razones de ese abandono en pleno centro de la ciudad.
"A que no te animás a tocar la puerta… A que no te animás a tirarle una piedra adentro", se desafían varios chicos que juegan en las hamacas y toboganes, a unos 50 metros de la casa. Unos minutos después abandonan la aventura, cuando se percatan del olor que hay alrededor de la vivienda y prefieren alejarse en busca de otras distracciones.
Hasta hace días, las puertas estaban abiertas de par en par. En las últimas horas, alguien las cerró con cadenas y candados que seguramente volverán a romperse con el tiempo.
Trabajadores del parque lamentan que no se haya concretado ninguno de los sucesivos proyectos que se anunciaron para recuperar el espacio. Nadie recuerda muy bien desde cuándo quedó librado a su suerte, pero algunos aseguran que ya pasaron por lo menos cinco años.
"La última vez, vinieron los ingenieros y decían que eso ya se estaba por arreglar, pero ahora ya no viene nadie", contó un vendedor de la feria que está pegada al lago.
El parque y la historia
La casa abandonada se ubica al lado del Museo de Ciencias Naturales de la UNSa, edificio declarado patrimonio histórico nacional en marzo de 2021 y actualmente en proceso de restauración.
Este espacio, dedicado a la difusión sobre la fauna y flora regional, se llamaba antiguamente "Pabellón Centenario", ya que se habilitó al cumplirse 100 años de la Batalla de Salta.
Originalmente funcionó como restaurante, luego fue cedido al Sporting Club y, desde 1950, es parte de la Facultad de Ciencias Naturales.
Las construcciones del parque San Martín forman parte de un complejo de gran riqueza histórica, natural, arquitectónica y turística.
El espacio verde fue ideado a fines del siglo XIX, en lo que anteriormente eran fincas y terrenos desocupados. Hoy abarca aproximadamente ocho manzanas y finaliza frente a la terminal de ómnibus de Salta, al costado del cerro San Bernardo.
El parque se inauguró oficialmente el 16 de abril de 1905, durante la intendencia de Ángel Abel Zerda. Entre 1936 y 1940 el intendente Zeferino Velarde construyó la pirca de piedra para el lago, levantó un embarcadero y acondicionó las islas ubicadas en el centro del espejo de agua.
Es uno de los pulmones verdes más importantes de la capital. Alberga a la base del Teleférico de Salta, que atrae a visitantes de todo el país, y tiene puntos de interés como la feria de libros, juegos infantiles y zonas de deportes.
Su importancia cultural también está dada por el anfiteatro "Cuchi Leguizamón", donde se ofrecen variados espectáculos gratuitos. Y en la esquina de la avenida San Martín y Santa Fe, se levanta el monumento a Facundo de Zuviría, obra de la primera escultora argentina: Lola Mora.
Con los años, el parque fue perdiendo terreno por el avance de varias construcciones y la instalación de comercios. Lo que inicialmente estaba pensado como una feria de artesanos en la manzana del lago, se fue extendiendo y se transformó en un paseo que hoy ofrece comida, juguetes, productos electrónicos, lencería, "remedios naturales" y plantas, entre otras cosas.
En un momento, gran parte de la caminería y el césped estuvieron copados por puestos ilegales. En ese territorio se generaron disputas por el lugar, con capítulos de violencia extrema que incluyeron incendios intencionales y dejaron el saldo de un joven asesinado en el marco de una pelea entre vendedores en 2021.
Por medio de distintos planes de acción, en diferentes periodos se recuperaron varios sectores y se agregaron instalaciones. Como parte de esos proyectos, en 2013 se desagotó el embalse para limpiarlo y encontraron todo tipo de basura en el fondo. Desde televisores hasta animales muertos se habían descartado ahí.
En el contexto de la actual incertidumbre económica, hay expectativas por los planes para mantener y mejorar el parque en los próximos años. Y la casa abandonada entre árboles centenarios y fragmentos de la historia genera interrogantes e inquietudes para vecinos, trabajadores y familias que disfrutan de este centro de esparcimiento cada fin de semana.