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El protagonismo de la mujer nace con la cultura democrática

Domingo, 10 de marzo de 2024 02:06

La celebración del Día de la Mujer es el reconocimiento de los distintos roles esenciales que las mujeres han cumplido históricamente y de sus derechos, esenciales, a estudiar, trabajar y desempeñarse libremente en absoluta igualdad con los varones.

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La celebración del Día de la Mujer es el reconocimiento de los distintos roles esenciales que las mujeres han cumplido históricamente y de sus derechos, esenciales, a estudiar, trabajar y desempeñarse libremente en absoluta igualdad con los varones.

El esquema tradicional de que el varón debe ser el que aporta trabajo y dinero a la familia, y la mujer la encargada de las tareas domésticas, incluso, obligada a servirle a aquél como si fuera un jefe o un amo, es anacrónico. Desde el punto de vista histórico, es falso y no considera las condiciones sociales ni las diferencias entre las culturas. Ese modelo describía un modo de vida aristocrático, pero no era la realidad de amplios sectores populares, donde las mujeres debían trabajar dentro y fuera del hogar, generalmente relegadas a los trabajos de menor jerarquía y excluidas por completo de los puestos de liderazgo.

Hoy, esa historia antigua sigue condicionando legislaciones, costumbres y sistemas de organización, a pesar del avance irreversible de la civilización, al que la rémora machista no tolera.

En los países occidentales, durante el último siglo, las mujeres han superado muchísimas barreras, simplemente, porque la dinámica de la cultura humanista, la libertad como valor y la conciencia de la igualdad de derechos son incompatibles con la discriminación sexista.

El movimiento feminista es la respuesta a las resistencias sociales a reconocer esos derechos y a plasmarlos en las leyes y en la conciencia colectiva.

Pero el avance de las mujeres es irrefrenable. Por eso, también el feminismo representa una fuerza poderosa a la cual la política intenta canalizar a su favor y, de ese modo, distorsiona sus valores.

De hecho, la politización convirtió a la movilización del viernes en un acto contra el presidente Javier Milei. Es evidente para cualquier estudio de la opinión pública actual que un gran porcentaje de las mujeres argentinas (más de la mitad, al menos, en el balotaje de noviembre) acompaña al actual gobierno y a sus lineamientos.

La política global atraviesa una crisis de representatividad y eso se refleja en la politización de los derechos. No todas las mujeres comparten el concepto de que el aborto sea un derecho; en concreto, el articulado de la ley vigente no cuenta ni remotamente con apoyo unánime. Por otra parte, los escándalos que protagonizan pequeños grupos de activistas eclipsan el verdadero sentido de las marchas del 8 de marzo.

Por supuesto que la respuesta del Gobierno nacional a esas movilizaciones, cerrando justamente el viernes el Salón de la Mujer, es una provocación sin sentido. Y mucho más, cuando lo reemplazó por un Salón de los Próceres, que no son los próceres de todos los argentinos sino las figuras a las que el actual presidente tiene apego.

La violencia contra las mujeres se cobró, en lo que va del año, una vida cada 29 horas, y sigue castigando a muchísimos hogares argentinos con golpes, violaciones y atropellos de todo tipo. Es un problema lacerante, alimentado por los resabios machistas.

En una sociedad agrietada y cargada de tensiones como la nuestra, la negación de la violencia de género es inadmisible. Asimismo, el intercambio de descalificaciones como "feminazis" o "machistas patriarcales" solo añade leña al fuego.

La violencia de género persiste dentro de un contexto mucho más amplio: la pobreza, el desempleo y la ausencia de horizontes amenazan a la paz social en general.

La dirigencia, empezando por el Gobierno nacional, están obligados a descomprimir los conflictos y reemplazar a la provocación por la comprensión y el acuerdo. Ese es el camino de la cultura democrática. También, para erradicar cualquier forma de machismo y garantizar, en términos reales, concretos y operativos, los derechos y la vida de las mujeres.

 

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