Francia entró en un período de incertidumbre. Tres meses después de su nombramiento como jefe del Gobierno galo, Michel Barnier cayó ayer víctima de una moción de censura apoyada por la izquierda y la extrema derecha, lo que dejó al presidente Emmanuel Macron en una situación de extrema debilidad y con la responsabilidad de buscar una salida al bloqueo político en el que se encuentra Francia.
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Francia entró en un período de incertidumbre. Tres meses después de su nombramiento como jefe del Gobierno galo, Michel Barnier cayó ayer víctima de una moción de censura apoyada por la izquierda y la extrema derecha, lo que dejó al presidente Emmanuel Macron en una situación de extrema debilidad y con la responsabilidad de buscar una salida al bloqueo político en el que se encuentra Francia.
La moción de censura obtuvo 331 votos a favor, muy por encima de los 288 que necesitaba para provocar la dimisión del Ejecutivo.
Ante esta situación, hay expectativa por el discurso que Macron dirigirá hoy a la nación, en el que se espera que explique sus planes.
Barnier, exnegociador de la UE para el Brexit elegido en septiembre pasado por su talento para el pacto, fue incapaz de construir uno sobre los presupuestos para el año próximo.
Antes de la votación, Barnier alertó contra los riesgos que corre el país en caso de inestabilidad política, pero su apelación no logró cambiar el signo de una moción de censura cuyo resultado estaba anunciado desde el pasado lunes, cuando la líder ultraderechista Marine Le Pen dio por rotas las negociaciones.
La izquierda, mayoritaria en la cámara con 193 escaños, presentó una moción de censura que recibió el apoyo de la extrema derecha, que cuenta con casi 140 diputados. El diputado izquierdista Éric Coquerel cuestionó la ilegitimidad de Barnier en el puesto, ya que surgió de un grupo que apenas tuvo 47 diputados en las últimas legislativas y aseguró que su caída debe abrir la puerta a la dimisión del Presidente.
Ahora, Barnier tendrá que presentar su dimisión a Macron, quien vuelve a afrontar una situación compleja, como en julio pasado, cuando tras adelantar las elecciones descubrió una Asamblea dividida en tres bloques irreconciliables que complican la gobernabilidad y sin posibilidad de celebrar comicios en un año por mandato constitucional.
El país entra ahora en un periodo de incertidumbre y Macron tiene las manos atadas y no parece contar con herramientas claras para superar la crisis política.