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El Salvador vota este domingo en unas elecciones en las que no se esperan sorpresas: Nayib Bukele llega como favorito en todas las encuestas, que le pronostican un triunfo en primera vuelta, después de una campaña que mantuvo en alerta a la región por el controvertido aval que recibió de la Justicia para poder presentarse a una reelección consecutiva a pesar de que la Constitución no lo permite.
En este pequeño país centroamericano apenas más chico que Tucumán y con más de 6,3 millones de habitantes, la jornada electoral este año es distinta: las calles están más tranquilas, sin tanta “bulla” o fiesta como en elecciones anteriores ni tantas personas vistiendo camisetas de sus partidos políticos, según remarcan muchos salvadoreños. Son las primeras elecciones bajo régimen de excepción en democracia, un estado que rige desde el 27 de marzo de 2022 y que desde entonces logró reducir los índices de violencia, con una fuerte presencia militar y policial en las calles.
Vestido con una chomba celeste y su típica gorra, el presidente Bukele ejerció su voto en horas de la tarde, acompañado por su esposa, entre simpatizantes que le expresaron su apoyo.
“Está bien bonito. No hay banderas que le salen a uno, está bien tranquilo. No ha habido bullanca”, dice Mayra Alfaro, que viajó una hora y media en distintos colectivos para llegar desde San Jacinto a la colonia Escalón, una zona acomodada de San Salvador, para votar. Con una toalla en la mano para mitigar los efectos del calor, esta comerciante de 53 años está contenta por la política de mano dura contra las pandillas. “Lo que ha hecho el presidente está bien, encerrar a los muchachos estos. Yo sufrí esa violencia: mataron a mi hermano en 2015, en el mes más trágico de El Salvador, que quedará para la historia. Ahora se puede caminar por las calles tranquilamente”, dice, en referencia al año más violento de este país, con 106 homicidios cada 100.000 habitantes, una de las peores tasas del mundo.
Popular y apoyado
Esa estrategia de seguridad, que neutralizó a las pandillas Mara Salvatrucha 13 (MS-13) y Barrio 18, disparó la popularidad de Bukele entre los salvadoreños hasta un 90%, la más alta de la región. Pero el régimen de excepción también despertó alerta por los informes de detenciones arbitrarias, más de 200 muertes en las cárceles y torturas.
Andrea Romero Estrada ofrece su ayuda a los votantes que llegan al Centro escolar Concha Viuda de Escalón de San Salvador, en un gazebo color cian con el logo de Nuevas Ideas, el partido de Bukele. “Esperemos en Dios que todo salga bien y que él gane para seguir con las buenas obras”, dice Andrés, de 30 años, con una remera de uno de los candidatos a diputados del partido, y junto a su hija Sarai, de 15, quien tiene una remera que dice “Nayib Bukele 2024″. Esta tarde, después del cierre de la votación a las 17 (20 en la Argentina), va a ir al Centro Histórico de esta capital, donde se espera una gran concentración y un discurso del presidente. “Si lo veo, le diría que muchas gracias por habernos permitido un régimen que nos ha ayudado a nuestras familiares, que gracias a él tenemos tranquilidad”, dice, sobre el régimen de excepción.
Sería la primera aparición de Bukele en un acto público en meses. Su campaña estuvo enfocada principalmente en sus redes sociales y no en el recorrido del país.
“Me gustaría que vuelva a ganar Nayib Bukele y que podamos seguir mejorando nuestro país”, dice Alex Hernández, de 30 años, quien vende bebidas afuera del centro de votación, como hace en cada elección. “He sentido la mejoría (en seguridad) porque también hago Uber y ahora puedo entrar a lugares donde antes no podía”, destaca.
Dentro de la escuela, donde hay dispuestas una gran cantidad de mesas, la jornada transcurre con tranquilidad y sin las grandes demoras que se han reportado en otros centros de votación. Entre los votantes caminan observadores electorales locales e internacionales, además de fiscales partidarios, la gran mayoría con la remera celeste de Nuevas Ideas. La votación aquí es con boleta única: una para elegir al presidente y otro para los diputados de la Asamblea Legislativa.
Contra 5 candidatos
Bukele, que según las últimas encuestas obtendría entre el 70 y 80 por ciento de los votos, se enfrenta hoy a cinco candidatos, ninguno de los cuales superaba el 5% de intención de voto en los sondeos. Ellos son Manuel Flores, del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN); Joel Sánchez, de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA); Luis Parada, de Nuestro Tiempo; José Javier Renderos, de Fuerza Solidaria (FS) y Marina Murillo, de la Fraternidad Patriota Salvadoreña (FPS).
La candidatura de Bukele despertó polémica y preocupación porque seis artículos de la Constitución prohíben la reelección directa, pero él logró con el aval de una Corte Suprema a su favor y una Asamblea Legislativa con mayoría absoluta. En teoría, Bukele llegó a esta elección como presidente en licencia –un requisito para poder postularse- pero en los hechos, sigue al mando.
“Esta es una elección bastante inconstitucional. Si bien es cierto que muchas cosas han cambiado con Bukele, hay muchos derechos que no se han respetado y sobre todo la democracia, que es el derecho merecemos”, dice Alejandra, una salvadoreña que vive en Miami y que viajó para las elecciones. Fue a votar junto a su suegra, Claudia, quien reconoce avances en El Salvador durante la gestión Bukele, pero aclara: “Nosotras reconocemos que él ha hecho muchísimas cosas buenas, pero privarnos de la democracia es un tema que nos ha movido el piso a muchos”. Ninguna de las dos quiso revelar sus apellidos por temor a represalias, un miedo creciente en este país para quienes cuestionan al gobierno.
Voto no obligatorio
Las declaraciones esta semana del vicepresidente de Bukele, Félix Ulloa, al diario The New York Times confirmaron las alertas sobre el futuro de la democracia en este país. “A esta gente que dice se está desmantelando la democracia. Mi respuesta es sí. No la estamos desmantelando, la estamos eliminando, la estamos sustituyendo por algo nuevo”, dijo Ulloa, quien cuestionó que el sistema democrático solo benefició a políticos corruptos.
“Necesitamos otro gobierno que no sea dictatorial”, dice Ernesto Raubusch, de 68 años, quien también afirma que está elección es inconstitucional. El salvadoreño, empleado y agricultor y que viste una remera en apoyo al candidato de Nuestro Tiempo, reconoce como aspectos positivos de la gestión Bukele el manejo de la pandemia de Covid-19 y la guerra contra las pandillas, pero está en contra del régimen de excepción. Su cuñado, Alejandro Silva, entra en la conversación: “Hay mucha corrupción; y la parte económica no está bien manejada, y han descuidado todo lo demás, como educación, salud”.
La participación en un país donde el voto no es obligatorio es uno de los interrogantes de esta jornada, en momentos en que la altísima popularidad de Bukele es puesta a prueba por los altos costos de vida y la detención arbitraria de miles de personas en el marco del estricto régimen de excepción, una situación que ningún partido pudo capitalizar. Por eso, la apuesta de la oposición es superar la apatía para evitar que Bukele saque más de la mitad más uno de los votos y conseguir una segunda vuelta. “La fe nunca se pierde”, dice Susana sobre esa posibilidad.
También se vota el nuevo Congreso
La elección también define la conformación del próximo congreso, que pasará de tener 84 diputados a 60, una pata de una reforma electoral junto al establecimiento del método D’Hont (el que se utiliza en la Argentina) para repartir los escaños, ambas medidas cuestionadas como maniobras para concentrar más poder. Según las encuestas, Nuevas Ideas podía conseguir hasta 58 bancas de un total de 60, por lo que analistas advirtieron que El Salvador puede encaminarse a un sistema de partido único.
“Hay que lograr por lo menos 16 diputados para que el señor este no tenga todo el poder”, menciona Ernesto Raubusch, como el principal objetivo de esta jornada en la que el resultado presidencial se considera descontado. La misma crítica recibe la reducción de municipios, de 262 a 44, que se concretará con la elección municipal del 3 de marzo. El gobierno afirma que la reforma tiene como objetivo reducir los gastos públicos.
Con la seguridad abordada, el desafío para el próximo gobierno será la economía, principal preocupación de los salvadoreños. Un tercio de la población vive en la pobreza y la pobreza extrema se duplicó en este mandato, mientras que los precios altos de los alimentos (que duplicó al 1,2% de inflación del último año) golpea a los más necesitados en una economía con 70% de trabajadores informales.
Bukele, un exempresario y publicista que entró en la política en 2012 con el FMLN y fue alcalde de un pequeño municipio, Nuevo Cuscatlán, y de San Salvador, antes de obtener la presidencia en 2019. Con 37 años, asumió como el mandatario más joven de la historia del país y rompió con tres décadas de bipartidismo.