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Confió en su intuición y llegó por obra de Dios a Canadá

Gracias a su fe y a un congreso ambientalista, el destino de Blanca Martínez, cambió hace treinta y un años atrás.
Domingo, 07 de enero de 2024 01:01

Dentro de su profunda religiosidad, ella sabía que encontraría el destino de su existencia en otro lugar en el mundo. Entonces casi sin comprenderlo bien, tuvo la confianza suficiente para dejarse guiar por su intuición y hacer que Dios le revele el camino.

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Dentro de su profunda religiosidad, ella sabía que encontraría el destino de su existencia en otro lugar en el mundo. Entonces casi sin comprenderlo bien, tuvo la confianza suficiente para dejarse guiar por su intuición y hacer que Dios le revele el camino.

Las señales en la vida de Blanca Martínez se fueron presentando de tal manera que la sorprendieron desde que decidió aventurarse al viaje, treinta y un años atrás.

PRÁCTICA DE BOXEO

Previo a la travesía internacional, trabajaba en el Concejo Deliberante como secretaria de María del Pilar Bermúdez, también en el Colegio de Técnicos nacionales y en el Instituto de Quechua "Jujuy Manta". Pero en su pensamiento siempre estuvo presente realizar acciones para el cuidado del planeta. Así es como la propuesta para cambiar su rumbo le llegaría a través de la invitación a un congreso de nivel internacional sobre medio ambiente.

"En ese entonces fui como activista representando a Argentina a un encuentro en Bolivia. Siempre tuve la idea de que no pase lo que está pasando hoy en el mundo, que no hayan tantos vehículos, porque estamos destruyéndonos y ahora queremos salvar lo poco que nos queda de la naturaleza", expresó la ambientalista, convencida.

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Dentro de su corazón sabía que había algo más allá y a través de plegarias personales, contempló la posibilidad de trasladarse hacia Canadá persiguiendo la causa ecológica. Realizó los trámites necesarios y sencillamente fluyeron, manifestándose como un milagro.

"Cuando llegué a Canadá fue muy gracioso porque yo solamente sabía el inglés que aprendí en la escuela secundaria. Nunca fui a una academia especializada y no me gustaba. Más bien quería conservar las costumbres de mi país", contó la jujeña que luego comprendió que así estaban siendo trazadas las nuevas oportunidades. "Llegué y en el aeropuerto me recibió quien hoy es el papá de mis hijos, porque yo iba representando al país en el segundo encuentro internacional de medio ambiente. Junto a él, conocí a quien sería mi suegra y mi cuñada. Fue una historia muy bonita que no me esperaba, no tenía planificado casarme", expresó con emoción, Martínez.

Aquél viaje del año 1992, terminó en un casamiento feliz en 1993. El amor que unió dos almas, enlazó países y la llevó a maravillarse con la limpieza y la organización de British Columbia -Columbia Británica-, una ciudad bien organizada y donde la cultura del trabajo es más que importante. "Es lindo como país Canadá te brinda muchas posibilidades, porque te motiva a seguir adelante. Realmente la cultura de trabajar se nota y aquí lo hacen desde niños pero no es vista como explotación infantil, sino como enseñanza para las nuevas generaciones", aseguró Martínez que cuando tenía doce años vendía revistas en Senador Pérez esquina Alvear.

"Todavía sigue vivo mi jefe de ese momento y se acuerda que yo iba a trabajar en las vacaciones y en los fines de semana para poder ayudar a mi mamá porque costaba bastante dinero ir a la escuela industrial por los materiales", recordó con nostalgia, la egresada de la Escuela de Educación Técnica 1 "Escolástico Zegada". El amor y las ganas de no rendirse fueron sus motores y, siendo todavía una niña, el arte en danza la envolvió en vestidos de paisana para reflejar su sentimiento por la patria en el folclore nuestro.

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Activa defensora de las costumbres argentinas, Martínez vive rebosante en su alma, la cultura jujeña que saca a relucir en un grupo indígena canadiense al que pertenece y con el que se siente identificada. "Veo que la expresión en Kelowna es en parte de lo que significa para nuestra cultura y va junto con el cuidado del medio ambiente, sobre cómo amar tu tierra", destacó la jujeña que aprende a valorar la tierra rindiéndole homenaje constantemente. "Aquí vivíamos en el campo con caballos y cuidando más la tierra. Yo ahora que mis hijos están grandes, me estoy dedicando a la danza y la construcción", contó la integrante del grupo The turtle island sister's - Las hermanas de la isla tortuga- donde interpreta canciones indígenas de los diferentes pueblos de América del Norte. "Junto con mi hija, la más chica, la acompaño en su visita para concientizar sobre medio ambiente porque ella es embajadora del turismo de British Columbia", dijo orgullosa. La vida para Blanca Martínez, se fue transformando en una ciudad que posee los cuatro climas, así como Jujuy. Definida como "una joven de la tercera edad" le gusta el respeto que se imparte hacia los adultos mayores y el trabajo nórdico en motivarlos a seguir disfrutando de la vida. "Sigo en la lucha protegiendo lo que nos queda de naturaleza, desde el ambiente tradicional también desde la tradición", relató quien se desempeña en el Johnson Bentley Memorial Aquatic Centre.

Y también dedica su tiempo a enseñar valores humanos a niños y adultos, en la iglesia evangélica "Emmanuel", lugar que considera de cambio de pensamiento y oración.

En su día a día agradece a Dios por su familia y por el cambio que dejó que suceda en su vida. "Mi Dios es mi padre espiritual y confié desde el principio", aseguró Martínez cuyo hobbie permanente es la limpieza del hogar sin dejar atrás el dictado de clases de spinning y aquagym; así como también danzas folclóricas en el Native Friendship Centre, donde revaloriza la cultura originaria de su ciudad actual.

"Ahora estoy practicando algo nuevo que es el boxeo y es una experiencia recomendable para todas las personas", sugirió la jujeña encantada con la celebración de los "Pow Wows", que es la más característica de los pueblos aborígenes. "Cada vez que cambia la estación están los 'Pow Wows' que son bellísimos, es una preparación ancestral muy bonita. Hay reuniones comunitarias una vez al mes con jóvenes de la tercera edad, celebramos Pascuas, el Día de Acción de Gracias y la Navidad", contó quien vivió el año nuevo con frío pero iluminada por fuegos artificiales sobre el lago Okanagan.