La obra "Megafón o la Guerra" del Plan Federal de coproducciones con el Teatro Nacional Cervantes pasó por el Teatro Mitre con una puesta deslucida por la complejidad con que se plasmara una trama de una obra política que no llegó a entenderse.
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La obra "Megafón o la Guerra" del Plan Federal de coproducciones con el Teatro Nacional Cervantes pasó por el Teatro Mitre con una puesta deslucida por la complejidad con que se plasmara una trama de una obra política que no llegó a entenderse.
Fue la cuarta obra que el Teatro Nacional Cervantes presentó en esta ocasión con la Provincia del Chaco, para llegar a Jujuy de la mano de la Secretaria de Turismo y Cultura de Jujuy dentro del plan federal mencionado. La puesta, de Leopoldo Marechal, fue plasmada por elenco oriundo de la provincia del Chaco, dirigida por Adrián Blanco, Hugo Dezilio y Germán Romero.
Con una interesante puesta en materia de producción, disposición de los espacios, caracterizaciones, vestuario, se mostró gran despliegue que en principio atrajo al público pero que luego no fue suficiente sostén para mantener la atención de una platea casi llena que comenzó a reducirse sutilmente.
Ciertamente recreada en metáforas y comparaciones sobre las guerras de Megafón, un combatiente que emulaba la figura del Che en la caracterización del actor, fluctuaba entre luchas terranas, políticas, y celestiales. Se vieron personajes claves de la política argentina como Perón, el fundador de Buenos Aires, y otros representativos de etapas como la época de facto, la oligarquía y otros de un mundo casi paralelo, que incluía ángeles, próceres, religiosos, entre otros.
Pese a la variedad de personajes y de un expreso anuncio de una obra política, crítica basada en un libro por entonces prohibido, los recursos teatrales en torno al espacio y tiempo en que transitaba la trama, gran parte del mensaje no llegaba a dilucidarse. Con muchas escenas que iban de lo grotesco y lo humorístico para mostrar con ironía momentos de la historia argentina, como la oligarquía, el periodo de gobierno de facto, entre otros, en muchos otros tramos el mensaje, algo cargado con recursos de lo absurdo, no llegaba a entenderse y provocaban en parte cierto rechazo por gente que abandonaba la sala. Para algunos, manifiestos lectores del libro en que se basó la obra, no fue bien representada y para otros sólo se había tomado partes de abundante diálogo, la adaptación y las caracterizaciones habían sido exageradamente interpretadas. Lo cierto es que los aplausos llegaron pero los comentarios posteriores, en muchos casos de actores locales, coincidían en el desconcierto.
Liliana Alfaro