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El peronismo inició la construcción de un nuevo poder

Domingo, 04 de diciembre de 2011 20:57

Carlos A. Ferraro

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Carlos A. Ferraro

“Marcando y limitando al hombre, que lo marcara y limitara a él”, el tiempo, inexorable, ni tarde ni temprano, siempre “a tiempo”, impone comienzos y finales, y hace cumplir plazos de manera inapelable. En Jujuy, se cierran esta semana ciclos que durante años estamparon en la vida de cada jujeño una impronta que quedó grabada en la historia de la provincia y en la historia personal de cada mortal que supo transitar esta década impar. Los setentas sellaron con el signo del facto y el dolor. Los ochentas fueron el tiempo del reencuentro con la democracia y los tropiezos de un sistema endeble y adolescente con un ensayo socialdemócrata a la criolla. Los noventas instalaron un tiempo de relaciones carnales, del uno a uno y la economía de mercado de un peronismo neoliberal con acumulación de conflictos sociales.

La primera década del 2000 despertó gritando que se vayan todos, pero después del susto todos se quedaron y tras el reordenamiento inicial de la economía -obra del duhaldismo-irrumpió un “modelo”, que partiendo exclusivamente desde la personalidad de Néstor, derramó sobre el país una onda expansiva que terminó instalándose en cada rincón. Llegó la reestatización y el sometimiento de la economía -por primera vez en décadas- a la política. La muerte del jefe, paradójicamente, infundió vida y se convirtió en la base de esta herencia que energiza la continuidad de Cristina en el poder. Mientras así se desarrollaban los primeros diez años de vida política en Argentina, en Jujuy, la fuerza actuante se acomodó a la situación y los aciertos iniciales de los primeros ultrakirchneristas y del gobernador Eduardo Fellner, alineando la provincia detrás de lo que entonces asomaba apenas como un acertijo de resultados inimaginables, definió el tono de diez años de vida provinciana. Para esos diez años, se armó una estructura de poder provincial que ahora, como todo, ha llegado a su fin. Y que debe reinventarse.
 

Lo que pasó

El peronismo montó un andamiaje para proteger su universo. Hacia afuera, Eduardo Fellner apoyó su espalda en Kirchner. Hacia adentro, sentó a su mesa a las figuras sobresalientes que habitaban el peronismo. El partido, quedó funcionando de manera virtual. Sólo salía esporádicamente de su hibernación para mostrarse como la herramienta indispensable para asestar terribles mazazos electorales cada dos años. La “columna vertebral”, los sindicatos en general y la CGT en particular, La central obrera fue un sello cada vez más diluido, se subdividió y naufragó en la intrascendencia total, sin fuerzas ni para ayudar al gobierno ni para arrancarle una concesión, le dejó de interesar a todo el mundo. Entonces los siempre díscolos gremios estatales asumieron con mayor o menor suerte, el notable rol de únicos opositores reales al oficialismo gobernante.

Y luego aparecieron las nuevas agrupaciones sociales, bendecidas desde el corazón del poder central, con tanta fuerza y recursos que hasta se arrogaron con soberbia un pretendido papel de cogobernantes, sin la responsabilidad final que dan los votos de las urnas, claro. En este escenario, la estrategia política del PJ desembarcó en “la mesa de los cinco”. Eduardo Fellner, Guillermo Jenefes, Walter Barrionuevo, Rubén Rivarola y Pedro Segura, criticados y resistidos, pero temidos y obedecidos, controlaron el partido, el gobierno, los tiempos, las candidaturas y los resultados de los últimos años. Se podrá decir de ellos que ejercieron una tiranía en el peronismo: que suspendieron las internas cada vez que quisieron, que restringían a una mesa chica las decisiones que antes se extendían a miles, que indujeron a gusto y paladar la marcha de las decisiones de todos. Pero se deberá reconocer que los éxitos electorales y de gestión, terminaron dándoles la razón: esa conducción y la elección de las tácticas y los métodos, fueron el camino que se tradujo en el reaseguro de todas las victorias, y los aciertos los cubrieron de laureles. Ese “"modelo” de estructura de poder, ha cumplido un ciclo exitoso. Como los transbordadores espaciales, llevó a sus tripulantes al cielo, y ahora, aunque quizás todavía podrían volar un par de viajes más, su ciclo ha llegado a su fin. Debe ser retirado porque tras la fatiga del material, el riesgo de seguir usándolo podría devenir en una tragedia.
 

Lo que viene

Eduardo iniciará este sábado otro mandato como gobernador y les dijo a todos los amigos que será su última gestión, y quizá el futuro le depare un sitio preferencial entre los enormes referentes del Olimpo del peronismo. Guillermo Jenefes, se instalará en la Legislatura con la intención de acondicionar durante los próximos años la rampa de lanzamiento que lo lleve a la Casa de Gobierno. Walter Barrionuevo inicia un período como senador nacional en una función donde su intelectualidad sorprendente seguramente le permitirá disfrutar de la política mucho más de lo que le deparó la siempre tumultuosa gestión en el Ejecutivo provincial. Rubén Rivarola probará suerte en las procelosas aguas del Congreso de la Nación y mientras tanto deberá sostener con fuerzas el timón de Jujuy Avanza, para mantener orientada al norte la proa del buque que va contra la corriente. Pedro Segura se tomará el tiempo necesario para estacionar el vino amargo de la derrota, esperará que decanten las impurezas, y cuando se estabilice el color y el sabor, quizá vuelva a brindar por una carrera política tonificada nada menos que en la mismísima adversidad.
El nuevo poder

Pero el nuevo tiempo exige nuevas actitudes. Fellner y Jenefes, sabedores, comenzaron el diseño de otra historia. El viernes, la noche estaba ideal para un encuentro. Estrellas, brisa suave, la temperatura ideal, la discreta ausencia de la luna y una cordial mesa, reunieron por primera vez a la fórmula y a su bloque. Eduardo y Guillermo, se sentaron frente a los 28 diputados del bloque peronista, en una bella casona de las afueras de la ciudad, cuyas gruesas paredes y su patio rodeado de plantas antiguas y ricas historias, esperaron a los comensales con sabrosos corderitos jujeños casi crocantes y ensaladas para todos los gustos. El futuro vice definió un estilo: simple y concreto habló de re jerarquizar el Poder Legislativo y la imagen de los diputados. Recuperar ese prestigio jaqueado por ausentes, mudos, desacuerdos pactados y tácitos acuerdos, votaciones u olvidos inexplicables, no le será fácil. Pero todos advierten que si lo dijo, lo hará. Y en algunas oficinas atrofiadas de la casa de piedra varios han puesto las barbas en remojo para evitar poner los pies en polvorosa. Además de sus secretarios Jorge Rodríguez (parlamentario) y Fabio Fabiani (administrativo), cubrirá la espalda de Guillermo una primera espada de su riñón: Guillermo Snopek (n) será el vicepresidente primero del Poder. Luego el futuro gobernador dio las definiciones más altas y precisas: expuso ante el plenario de sus diputados distintos grados de una autocrítica medular que sorprendió a muchos. Y trazó líneas de acción. Se manifestó determinado a hacer respetar la voluntad popular en cada rincón de Jujuy.

“El que ganó, aunque sea por un voto, merece el apoyo y el respeto, para los que conspiran y buscan el contubernio como manera de llegar al poder, sólo habrá el desprecio y el aislamiento que merecen”, dicen que dijo, y el mensaje sonó como un disparo a los habituales tránsfugas y una advertencia a cada municipio y comisión municipal. Y adelantó que es consciente que el llamado “modelo” también está entrando en finales de ciclos y deberá realimentarse con nuevos conceptos que Jujuy acompañará. Analizó con esperanzas el perfil productivo necesario para la provincia. Planteó que también hay que terminar con el festival del reclamo continuo, las marchas, los bloqueos, y avanzó sobre el estilo de la protesta permanente por salarios y reivindicaciones. “Podemos sentarnos un par de veces al año para diseñar una política salarial acordada, dentro de la previsibilidad existente” le escucharon decir, “y evitarles a los jujeños la persistencia de un enfrentamiento cada veinte días con los sindicatos o con las agrupaciones sociales”, agregó interpretando el hartazgo de la gente con tantas actitudes inciviles. Mientras tanto aseguró que habrá que meterse en todos los temas pendientes y de fondo. Ejemplo: del desdoblamiento del Ministerio de Infraestructura, nacería un “ministerio de la tierra y la vivienda” para ordenar una crisis imposible de resolver con voluntarismo. Con ese tono ingresará a la Legislatura la nueva Ley Orgánica de Ministerios, que entre otras novedades, repartirá todas las Secretarías de Estado que hoy dependen de la Gobernación en los distintos ministerios. Y el presupuesto que también ingresará, va preñado con todas esas directivas. Para todos estos puntos, el gobernador electo adelantó que su decisión es “trabajar con el bloque”. Y ese bloque, por unanimidad ya consagró presidente a Héctor Olindo Tentor, designación que fue un reconocimiento a su mesura y su talento, y un abrazo cálido fraternal para acariciar su ánimo.

A los postres la charla se potenció. Distintos diputados expresaron sus sentimientos. Marcelo Abraham, desde un dolor aún no resuelto; Vilma Rivarola, desde la voluntad de mirar adelante con madurez y sabiendo que habrá nuevas oportunidades si el trabajo es serio; Osvaldo del Grosso que ponderó el respeto a la representatividad que se vislumbra; Susana Mayans, alentada por el reconocimiento a liderazgos y trayectorias internas. Y los fellneristas puros, claro, que expresaron el beneplácito por una reunión “como hace muchísimo tiempo no teníamos y que marca un comienzo auspicioso, diferente, necesario y una nueva relación entre poderes”. Se comenzó a construir el nuevo poder, y la nueva forma de manejar ese poder. “El PJ no necesita de nadie para gobernar, sus mayorías son abrumadoras, pero así como estamos, su propia grandeza le permitirá respetar a todos” sentenciaban un par de diputados en la despedida. Todos coincidieron en que la reunión fue excelente. La única discrepancia fue que mientras algunos elogiaron el vino que generosamente se sirvió en la cena, otros, que nunca faltan, se quejaron: “esperábamos algo un poco mejor”.