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26 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Pasto cubano una plaga vestida de oro

Martes, 24 de mayo de 2011 20:38

Los costados de rutas y caminos, los rastrojos, las laderas de cerros y montañas, se visten en el otoño del rutilante color amarillo de millones de margaritas silvestres.
La dorada belleza también avanza entre los sembrados y las huertas dominando con su color el paisaje. La miríada de flores recortadas contra el cielo de Jujuy, es una sinfonía azul y oro que no se puede menos que admirar con asombro.

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Los costados de rutas y caminos, los rastrojos, las laderas de cerros y montañas, se visten en el otoño del rutilante color amarillo de millones de margaritas silvestres.
La dorada belleza también avanza entre los sembrados y las huertas dominando con su color el paisaje. La miríada de flores recortadas contra el cielo de Jujuy, es una sinfonía azul y oro que no se puede menos que admirar con asombro.

Pero debajo de tanta generosidad estética las plantas del pasto cubano -de él se trata- esconden una plaga que asfixia los cultivos, daña la tierra y se muestra cada año más incontrolable.
El origen de esta plaga se encuentra en los Estados Unidos, donde atacó especialmente las tierras dedicadas al cultivo del maíz. Y se cree que entró a la Argentina a través de Brasil, mezclada con semillas importadas, o simplemente traída por elementos naturales.

De la familia de las Asteraceae, el pasto cubano es una planta/maleza invasora cuyas semillas sobreviven a cualquier tipo de inclemencia, pueden permanecer años en estado de latencia y ante el menor rasgo favorable, nace la planta y crece rápidamente hasta cubrirse de flores amarillas.
Cada una de esas plantas es pródiga en semillas y frutos, se calcula que cada una arroja más de 3500 semillas que son asimiladas por la tierra donde caen o llevadas tras ser comidas por animales salvajes y aves y como se dijo, pueden soportar más de diez años en la más cruel intemperie hasta que encuentran condiciones para germinar y desarrollarse. Hay todavía más: si se cortan las flores o la planta, ésta rebrota y lo hace con más fuerza.
En Jujuy, las zonas más afectadas son las del valle de San Salvador de Jujuy, los Pericos y zonas del ramal, donde la plaga invade plantíos de tabaco, frutos de carozo, flores, verduras y hortalizas.

Expertos en el combate a las plagas del agro, señalaron que el pasto cubano es una de las peores, más resistentes a los plaguicidas, que muta, supera los pesticidas que la atacan y simultáneamente, daña la calidad de la tierra donde se arraiga con elementos químicos ácidos y perniciosos. En algún momento, los productores tabacaleros jujeños iniciaron una importante campaña de control y erradicación de la especie, pero la falta de continuidad y de planes sostenidos permitió que el pasto cubano gane la batalla, por ahora.

Obviamente que es el hombre, modificando la naturaleza, arrasando bosques, modificando las cubiertas vegetales de la región, entre tantas otras actividades carentes de conciencia para con el medio ambiente, el que generó el problema.
Deberá ser el hombre, a través de los sectores privados de la producción y con el fuerte apoyo de los organismos del estado quienes deben asumir la responsabilidad de diseñar proyectos conjuntos, regionales y hasta nacionales que erradiquen la plaga.
Quizá se perderá el bello manto amarillo que arden en el aire de Jujuy enjoyando el paisaje, pero se dará paso a la otra belleza: la de la salud de la tierra y de sus frutos, que jamás debemos comprometer.