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?El sufrimiento es inherente al ser humano?

Jueves, 15 de noviembre de 2012 22:38

La psicoanalista y directora de la Biblioteca Analítica de Jujuy, se refirió al eje de las Jornadas 2012 “Viejos malestares, nuevos artificios. El debate actual y la subjetividad en la época”, que se iniciarán hoy con un panel multidisciplinario invitado, organizadas por la Fundación Freudiana-Biblioteca Analítica de Jujuy.

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La psicoanalista y directora de la Biblioteca Analítica de Jujuy, se refirió al eje de las Jornadas 2012 “Viejos malestares, nuevos artificios. El debate actual y la subjetividad en la época”, que se iniciarán hoy con un panel multidisciplinario invitado, organizadas por la Fundación Freudiana-Biblioteca Analítica de Jujuy.

 
En las Jornadas 2012 el escritor y psicoanalista César Mazza de Córdoba dará la conferencia “El síntoma en la transferencia”. Del panel participarán la psicoanalista de Buenos Aires Beatriz Gez, el profesor en Filosofía Ricardo Baca, el de Letras y escritor Alberto Alabí, el doctor en Historia Daniel Santamaría, el artista plástico Lito de Muro, el cirujano plástico Gerardo Bavio y el doctor en Física Josué Nuñez. Será en la sede del Instituto de Seguros de Jujuy, de Lavalle 358.
 
 
-¿Cuál es el objetivo de las Jornadas?
 
Se busca conversar respecto al “sufrimiento humano” que si bien la tecnología cambia, el discurso de la época es distinto, los medios de comunicación son distintos, pero hay un malestar que es inherente al ser humano que lo acompaña desde que existe el ser humano.
 
 
-¿Por eso esto de los nuevos artificios?
 
En las distintas épocas, las respuestas en los individuos son distintas, es más los síntomas van cambiando. El sufrimiento es inherente al ser humano. 
 
 
-¿Y cuáles son los síntomas?
 
Los síntomas fueron cambiando. La mayoría de los síntomas actuales tiene que ver con la compulsión, con un exceso, la toxicomanía, la ludomanía,  la anorexia, la bulimia,  problemas de aprendizaje y los paradigmáticos son  las adicciones y los ataques de pánico.
 
 
-¿Esto tiene que ver con el consumismo, con el “querer tener”?
 
El discurso de la época es universalizar, salud  mental para todos, felicidad para todos, tiene que ser feliz, si no lo es “tome esto”… las propagandas muestran gente feliz, entonces subliminalmente el mandato de la época es ser feliz, y el que sufre se angustia demasiado, se siente como un anormal, “están todos divertidos y yo estoy sufriendo”. Entonces aparecen los índices de suicidios, el consumo, y por qué ir más allá del placer si el más allá ya no es placentero, después ellos se quejan de la violencia, la agresividad, del papelón que hacen, por los efectos del alcohol. El consumo del paco en Jujuy deja de ser placentero, cuando empiezan lo hacen por curiosidad, les permite olvidarse pero después son tantas las malas consecuencias que le trae que pasa a ser un displacer. Todo es en exceso, está la previa, el after, la salida no tiene fin… En las compras, hay una compulsión con comprar, aquí tiene el recurso de la feria. En las relaciones también son así. Las propagandas dicen “compre ya”, “por qué quedarse con las ganas” entonces no todos pueden y es más fácil caer en la delincuencia. La corrupción también es un producto de la época, el exceso, si me alcanza por qué seguir robando, querer más… El mandato es ser feliz y consumir. Y si no soy feliz porque soy humano tengo que hacer algo para serlo, ir al psiquiatra, tomar medicación, olvidarme que no soy feliz, consumir drogas legales o ilegales, viajar, comprar… 

 
-¿Esta tendencia de buscar la espiritualidad en distintos ámbitos es parte del consumo?
 
Esos son los artificios de la época frente a ese malestar, a esa búsqueda, qué se ofrece además del consumo. Pero cuando se busca un camino que ya no sea objetivo del consumo se busca cierta espiritualidad, ciertos tratamientos. Ahí están las ofertas de la época, la religión, el amor, las drogas legales en otra época… pero todas siempre han sido como ilusorias porque la religión no le va bien a todas, el amor no dura para siempre. En la televisión se ven promesas de felicidad, “pare de sufrir”, ofrecen talleres para ser feliz, ofertas que de alguna manera son paliativos, y todas no transmiten que tienen que aprender a llevarse bien con el malestar. El umbral de sufrimiento es bajo, tanto para el dolor físico como para el dolor psíquico
 
 
-¿Cuál sería la clave en esto, entender que se puede vivir con sufrimiento y con alegría?
 
Es conocerse, hacerse responsable. La oferta desde el psicoanálisis es justamente conocerse, aceptarse, responsabilizarse, que la queja deje de venir del otro, que deje de quejarse que el sufrimiento es por su padre, su madre, su jefe, el sistema. Tendrá que crecer, resolver y tomar decisiones, “si mi padre no cambia, mi madre no cambia tendré que irme yo”. La ilusión, la esperanza son modos de obturar la disolución de un problema. Eso de “hoy sufro pero tengo la esperanza…” es postergar para seguir en el malestar y la queja. Hay tiempo para resolver, hacerse responsable y que no sea la cuestión de los somníferos, la televisión, los excesos que modifican la capacidad o impiden resolver las situaciones.