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Coros en la iglesia de Tilcara, brillaron en la noche del sábado

Martes, 21 de agosto de 2012 20:05

Si uno quisiera representarse visualmente a un coro, diría que es como una fogata que asciende sólo alimentada por esa caja resonancia que es el cuerpo humano.
Los otros instrumentos, los fabricados por nuestras manos, guardan todo su universos melódicos en una sola hechura cuando el director del coro, para que suene ese órgano que es una suma de voluntades, recurre al acto de voz de este, de aquel y de aquel, y ya no se trata de percutir una curda o presionar una tecla, sino de convocar decisiones y de conjugarlas.

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Si uno quisiera representarse visualmente a un coro, diría que es como una fogata que asciende sólo alimentada por esa caja resonancia que es el cuerpo humano.
Los otros instrumentos, los fabricados por nuestras manos, guardan todo su universos melódicos en una sola hechura cuando el director del coro, para que suene ese órgano que es una suma de voluntades, recurre al acto de voz de este, de aquel y de aquel, y ya no se trata de percutir una curda o presionar una tecla, sino de convocar decisiones y de conjugarlas.

Una y otra llama van sumando a la luminaria.
No sólo se agregan las voces sino que se conjuga en acordes, forman de esta y aquella voz un solo sonido, y acaso esa sensación se disfrute mejor en una iglesia y, de ser posible, mejor en una iglesia como la de Tilcara.
Con todas los espacios ocupados por el público, después de terminada la misa del sábado, comenzaron las voces del Coro de Jóvenes de la Escuela Normal, los locales. Se trata de una experiencia que conjuga los conocimientos del inquieto Hernán Gil, su director, con las ganas y la frescura de un grupo de adolescentes.

Hace tiempo que Gil venía buscando ese con quienes hacerlo, y esos otros necesarios para pactar un coro parece haberlos encontrado en los estudiantes de la Escuela Eduardo Casanova. Cierto que es distinta cada experiencia, entre las que habían resaltado las participaciones de su Coro de Adultos en la misa de las fiestas patronales de Tilcara. Esta vez, armó junto a los jóvenes un repertorio que pudo ser disfrutado al inicio del concierto de este sábado.
 

Coro visitante

El coro de la facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucuman, dirigido por Mariana Stambole, es ya un instrumento probado.
Y si hablaba, en el comienzo de esta nota, del ascenso de las voces desde lo combustible hacia lo alto, el repertorio elegido fue el inverso. Dieron comienzo con un Aleluya de aquella Minas Geraes del siglo XVIII, un sutil juego de voces que volaban entre las imágenes del templo, para seguir con la versión del Ave María que se escucha en el film La Misión. Para quien vio la película, era difícil desprender los sonidos de aquellas imágenes.
Un negro espiritual que describe las visiones de Ezequiel, pero luego un Arroz Con Leche vuelto suite por Guastavino, el arreglo para Doña Ubenza por el Chango Farías Gómez y la espiritualidad amazónica de diálogos con aves y del amor entre niños, fueron acercando las llamas de su coro hacia la tierra, de donde brotan.
La experiencia, para quienes estuvimos presentes, fue maravillosa, sin igual.
 

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