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Hace 70 años Hitler sufría el peor atentado contra su vida

Sabado, 19 de julio de 2014 00:00
 La guarida del lobo, el cuartel central del ejército alemán en Prusia oriental (Polonia).
Esta es la idea que tienen algunos historiadores, teniendo en cuenta que Hitler se negaba a aceptar que Alemania estaba perdiendo la guerra, mientras el Ejército rojo soviético se acercaba cada día más a Berlín.

El atentado fue planificado y ejecutado por un grupo de oficiales de la Werhmacht (ejército), entre ellos el conde Claus Von
Stauffenberg, el 20 de julio de 1944.

Stauffenberg, acompañado por su ayudante Werner von Haeften, logró activar sólo uno de los dos explosivos químicos y puso el maletín debajo de una mesa de conferencias, debido a que un suboficial lo llamó para que entrara rápidamente en el salón que hablaba Hitler.
El atentado, que era parte de la llamada "Operación Valkiria", provocó la muerte de cuatro personas, pero Hitler -protegido por una mesa del impacto explosivo- sufrió magulladuras en un brazo y en la parte izquierda de su cara.

La muerte del dictador alemán era la parte fundamental de un plan para dar un golpe de Estado, liderado por el general Ludwig Beck, quien presumiendo que había muerto el führer se declaró por unas horas jefe de Estado de Alemania y, posteriormente, al ver que la sublevación fracasaba, se suicidó.

En el complot estaban involucrados también el general Friedrich Olbricht, el coronel Henning von Tresckow, el mariscal von Witzleben y el propio Stauffenberg, coronel del Estado Mayor de la Wehrmacht y jefe del Ejército de Reserva de Berlín.

Horas después de que estallara la bomba, los soldados leales al führer recuperaron el edificio donde estaba ubicado el mando supremo del ejército alemán en Berlín.

Después de sufrir el peor atentado contra su vida, Hitler habló con el comandante Otto Ernest Remer, del regimiento de la Gran Alemania, quien luego de que fuera sofocado el complot señaló:

"La conspiración parecía cosa de prinicipiantes... Cualquier golpe de Estado como el de Stauffenberg tenía que lograr acabar con Hitler, porque era a él a quien se realizaba el juramento de lealtad".

"Esto no se podía conseguir con la cobardía de colocar una bomba en un rincón: debería haber tenido el coraje de tener una pistola y dispararle a Hitler. Eso es lo que habría hecho un hombre de verdad, y yo lo habría respetado", dijo Remer, según el libro "El oscuro carisma de Hitler", del escritor y productor de documentales de la BBC de Londres Laurence Rees.

Stauffenberg nació en un castillo del entonces reino de Bavaria, el 15 de noviembre de 1907, en el seno de una familia católica romana que era una de las más antiguas y distinguidas del sur de Alemania. Amaba la poesía y hablaba fluidamente inglés, francés y ruso.

Tempranamente expresó su recelo por la llegada al poder de Hitler, sobre todo cuando los nazis destrozaron miles de negocios y casas de judíos en varias ciudades alemanas en la llamada "Noche de los cristales rotos", en noviembre de 1938. Stauffenberg consideraba ese episodio como una "mancha" para Alemania.

Como militar participó en la invasión de Polonia, el primero de septiembre de 1939, y más tarde en la batalla de Francia y en la invasión de la ex Unión Soviética.

Luego, en 1943, fue transferido a Túnez parar luchar junto al general Erwin Rommel en Africa, donde el 7 de abril de ese año resultó herido severamente durante la ofensiva aliada. Allí perdió su ojo izquierdo, la mano derecha y dos dedos de su mano izquierda.

El propósito del atentado era tomar el control de Alemania y de sus fuerzas armadas desde el Partido Nazi (incluidas las poderosas Waffen SS, un cuerpo de elite), con el fin de obtener la paz con los aliados tan pronto como sea posible.

El deseo de los conspiradores era mostrar al mundo que no todos los alemanes eran como Hitler y el Partido Nacional Socialista nazi.

Tras fracasar la conspiración, fueron arrestadas por lo menos 7.000 personas por la Gestapo, de los cuales más de 5.000 fueron ejecutados por traición, no todas conectados directamente con el atentado.

En estos días, el conde von Stauffenberg es considerado un héroe de la resistencia, pues no solo repudiaba los errores estratégicos de Hitler en la guerra sino también los crímenes y la limpieza racial que ejecutaban los nazis.
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Esta es la idea que tienen algunos historiadores, teniendo en cuenta que Hitler se negaba a aceptar que Alemania estaba perdiendo la guerra, mientras el Ejército rojo soviético se acercaba cada día más a Berlín.

El atentado fue planificado y ejecutado por un grupo de oficiales de la Werhmacht (ejército), entre ellos el conde Claus Von
Stauffenberg, el 20 de julio de 1944.

Stauffenberg, acompañado por su ayudante Werner von Haeften, logró activar sólo uno de los dos explosivos químicos y puso el maletín debajo de una mesa de conferencias, debido a que un suboficial lo llamó para que entrara rápidamente en el salón que hablaba Hitler.
El atentado, que era parte de la llamada "Operación Valkiria", provocó la muerte de cuatro personas, pero Hitler -protegido por una mesa del impacto explosivo- sufrió magulladuras en un brazo y en la parte izquierda de su cara.

La muerte del dictador alemán era la parte fundamental de un plan para dar un golpe de Estado, liderado por el general Ludwig Beck, quien presumiendo que había muerto el führer se declaró por unas horas jefe de Estado de Alemania y, posteriormente, al ver que la sublevación fracasaba, se suicidó.

En el complot estaban involucrados también el general Friedrich Olbricht, el coronel Henning von Tresckow, el mariscal von Witzleben y el propio Stauffenberg, coronel del Estado Mayor de la Wehrmacht y jefe del Ejército de Reserva de Berlín.

Horas después de que estallara la bomba, los soldados leales al führer recuperaron el edificio donde estaba ubicado el mando supremo del ejército alemán en Berlín.

Después de sufrir el peor atentado contra su vida, Hitler habló con el comandante Otto Ernest Remer, del regimiento de la Gran Alemania, quien luego de que fuera sofocado el complot señaló:

"La conspiración parecía cosa de prinicipiantes... Cualquier golpe de Estado como el de Stauffenberg tenía que lograr acabar con Hitler, porque era a él a quien se realizaba el juramento de lealtad".

"Esto no se podía conseguir con la cobardía de colocar una bomba en un rincón: debería haber tenido el coraje de tener una pistola y dispararle a Hitler. Eso es lo que habría hecho un hombre de verdad, y yo lo habría respetado", dijo Remer, según el libro "El oscuro carisma de Hitler", del escritor y productor de documentales de la BBC de Londres Laurence Rees.

Stauffenberg nació en un castillo del entonces reino de Bavaria, el 15 de noviembre de 1907, en el seno de una familia católica romana que era una de las más antiguas y distinguidas del sur de Alemania. Amaba la poesía y hablaba fluidamente inglés, francés y ruso.

Tempranamente expresó su recelo por la llegada al poder de Hitler, sobre todo cuando los nazis destrozaron miles de negocios y casas de judíos en varias ciudades alemanas en la llamada "Noche de los cristales rotos", en noviembre de 1938. Stauffenberg consideraba ese episodio como una "mancha" para Alemania.

Como militar participó en la invasión de Polonia, el primero de septiembre de 1939, y más tarde en la batalla de Francia y en la invasión de la ex Unión Soviética.

Luego, en 1943, fue transferido a Túnez parar luchar junto al general Erwin Rommel en Africa, donde el 7 de abril de ese año resultó herido severamente durante la ofensiva aliada. Allí perdió su ojo izquierdo, la mano derecha y dos dedos de su mano izquierda.

El propósito del atentado era tomar el control de Alemania y de sus fuerzas armadas desde el Partido Nazi (incluidas las poderosas Waffen SS, un cuerpo de elite), con el fin de obtener la paz con los aliados tan pronto como sea posible.

El deseo de los conspiradores era mostrar al mundo que no todos los alemanes eran como Hitler y el Partido Nacional Socialista nazi.

Tras fracasar la conspiración, fueron arrestadas por lo menos 7.000 personas por la Gestapo, de los cuales más de 5.000 fueron ejecutados por traición, no todas conectados directamente con el atentado.

En estos días, el conde von Stauffenberg es considerado un héroe de la resistencia, pues no solo repudiaba los errores estratégicos de Hitler en la guerra sino también los crímenes y la limpieza racial que ejecutaban los nazis.

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